¿Qué hacer cuando ya no quieres estudiar?

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¡Ay, Dios mío, qué agobio! Sentir que la carrera ya no te llena es horrible. Primero, respira hondo. No te precipites. Piensa por qué te sientes así: ¿mala elección inicial? ¿Falta de motivación? Una vez que lo tengas claro, explora otras opciones. Habla con un orientador vocacional, investiga carreras que te apasionen. No te rindas, ¡hay un camino para ti! Cambia de rumbo, pero con decisión y un plan.

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Uff… ¿Qué hago si ya no quiero estudiar? ¿En serio me está pasando esto a mí? Me acuerdo de cuando empecé, toda la ilusión, las expectativas… y ahora, ¿esto? Es como una losa, ¿no? Te levantas y piensas “¿otro día más?”. A mí me pasaba, me despertaba con el estómago encogido. Horrible.

Lo primero, creo yo, es respirar. Sí, respirar hondo, como cuando estás a punto de… no sé… ¡tirarte en paracaídas! Bueno, casi. No te agobies más de la cuenta, que ya bastante tienes. ¿Para qué añadirle leña al fuego?

Luego, piensa. ¿Por qué ya no quieres estudiar esto? A ver… ¿Fue una mala decisión desde el principio? ¿Te dejaste llevar por la familia, por los amigos, por el “qué dirán”? A mí me pasó con… bueno, mejor no doy nombres. La cosa es que me metí en una carrera que en realidad no me llamaba nada. O a lo mejor sí te gustaba al principio, pero ahora… ¿la motivación se esfumó? Como un helado en pleno agosto.

Una vez que tengas algo claro –porque a veces ni eso, ¿verdad?–, toca explorar. ¿Qué otras cosas te llaman la atención? Yo, por ejemplo, siempre me ha gustado escribir. De pequeña me inventaba historias, llenaba cuadernos enteros. Y mira, ahora estoy aquí, escribiendo esto. Quizá deberías hablar con alguien, un orientador vocacional, alguien que te ayude a ver las cosas desde otra perspectiva. Investiga otras carreras, otros caminos. El mundo está lleno de posibilidades, aunque a veces no lo parezca.

He leído por ahí que un porcentaje altísimo de estudiantes –no me acuerdo del número exacto, pero era una barbaridad– se arrepiente de la carrera que eligió. Así que, tranquila/o, no eres la/el única/o. Lo importante es no rendirse. En serio. Hay un camino para ti, aunque ahora mismo parezca un laberinto sin salida. A veces toca dar un giro de 180 grados, cambiar de rumbo. Pero hazlo con decisión, con un plan. No es cuestión de saltar de la sartén al fuego, ¿no? Piénsalo bien, organízate, y ¡a por ello!