¿Cómo decir que algo es igual a otra cosa?

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Para expresar igualdad, utilice "igual" para una equivalencia exacta. Si la similitud es cercana, considere "semejante", "parecido" o "análogo". Para indicar proximidad, "próximo" o "rayano" son opciones adecuadas. "Afín" sugiere similitud en naturaleza, mientras que "comparable" implica una base para la comparación. "Parejo" se usa para igualdad en cantidad o calidad.

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¿Cómo expresar igualdad entre dos cosas?

Pues, para mí, “igual” es demasiado… tajante. Como si fueran dos gotas de agua. Prefiero “semejante” o “parecido”, me da más flexibilidad. Recuerdo una vez, en un mercadillo de Barcelona (creo que era junio de 2019), vi dos lámparas casi iguales, pero una tenía un detallito en la base. Usé “semejante” para describirlas a mi amiga.

Me cuesta usar “rayano”. No me suena natural. Quizá porque mi abuela, que era de Murcia, nunca lo decía. “Próximo” lo reservo para distancias, como “las casas están próximas”. Para objetos, “análogo” me parece un poco… ¿pretencioso? En cambio, “comparable” sí lo uso bastante. Sobre todo cuando hablo de precios.

El otro día, por ejemplo, 15 de octubre, vi dos chaquetas en Zara. Una costaba 49,99€ y la otra 54,99€. Le dije a mi novio: “Mira, son comparables en precio, pero esta tiene mejor corte”. “Símil” y “afín” me resultan demasiado formales, no los suelo usar en conversación. Uf, que lío con tantas palabras, ¿no?


¿Cómo expresar igualdad entre dos cosas?

Semejante, parecido, parejo, rayano, próximo, igual, afín, análogo, comparable, símil.

¿Cuánto pesa un balde de 20 litros?

Dos de la mañana… la luz de la calle se cuela, un hilo delgado. Un balde de 20 litros… veinte litros… pesa poco, ¿verdad? 236 gramos… la etiqueta decía eso. Pero es un peso engañoso, ¿no? Como la vida misma. Parece ligero, insignificante. Pero…

  • Vacío, sí, 236 gramos. Lo comprobé. En la cocina, hace un rato. Con la balanza de mi abuela. La vieja…
  • Pero lleno… lleno de agua… ay, Dios mío, el peso. Entonces ya no es lo mismo. La presión… ese peso extra… insostenible casi.
  • Como la responsabilidad. Como las deudas. Como… la culpa. Un peso que se añade, gota a gota, silencioso…pero aplastante.

El balde… un plástico barato, creo recordar. De los chinos. Azul. Un azul apagado. Como mi esperanza. 20 litros… de agua, o de lágrimas… da igual, el peso real es otro. Mucho mayor. Es un peso que te quiebra.

236 gramos. Un peso irrisorio. Pero… ¿y si le añadimos el peso de las cosas no medidas?

  • Mi preocupación constante por mi hermano, Diego, con su adicción.
  • Las facturas atrasadas, la amenaza de desahucio, la amenaza latente de perderlo todo.
  • La soledad…esa soledad que te consume por dentro.

Y entonces… ¿cuánto pesa ese balde realmente?

¿Cómo se dice cuando dos cosas son iguales?

Igual.

Punto.

  • Sinónimos hay.
  • “Similar” queda. “Afín”, también.
  • Yo usaba “coincidente”. Ya no.
  • Son espejos deformados.
  • La verdad es escurridiza.
  • Nada es exactamente igual.
  • Ni siquiera este mensaje.

  • En esencia, “igual” implica identidad absoluta. Una utopía.
  • “Similar” sugiere parecido, pero no unicidad.
  • “Equivalente” implica misma función, aunque distinta forma.
  • La elección depende del contexto. Obvio.
  • Las palabras limitan. El silencio revela.
  • Nada permanece. Heráclito lo sabía.
  • Todo fluye, incluso esta respuesta.
  • Que lo parezca no significa que lo sea.

En fin.

¿Cómo se le dice a una palabra que es igual a otra?

Sinónimo. La palabra resuena, un eco en la memoria, un susurro en la tarde gris de mi estudio. Igualdad, pero no idéntica. Una sombra que se alarga, un reflejo distorsionado en el cristal empañado del tiempo. Similaridad, sí, esa es la clave. La resonancia de dos vocablos, un abrazo tenue, casi imperceptible.

El diccionario, ese viejo amigo de papel amarillento, guarda el secreto en sus páginas. Un universo de sinónimos, un laberinto de significados entrelazados. La misma idea, vestida de diferentes maneras. Como dos gotas de agua, aparentemente iguales, pero con una esencia sutilmente diferente.

Recuerdo la tarea en clase, quinto grado, quizás. La búsqueda frenética, el diccionario abierto a lo bestia en mi escritorio en casa, aquel en donde mi padre, el profesor, dibujaba sus propios ejemplos. Un sinónimo para “tristeza”: melancolía, desconsuelo, aflicción. Palabras que bailaban en mi cabeza, imágenes borrosas. La tristeza se extendía como una mancha oscura.

  • Melancolía: una tristeza profunda y prolongada.
  • Desconsuelo: una tristeza inmensa, sin consuelo.
  • Aflicción: sufrimiento, angustia.

La búsqueda sigue, en la profundidad de las páginas, palabras que se buscan, que se encuentran, que se abrazan. La búsqueda constante de la equivalencia perfecta. Como buscar mi reflejo en un espejo antiguo, buscando la armonía, la perfección.


La búsqueda es eterna, como la nostalgia de una tarde lluviosa de octubre en mi pueblo, un rincón del alma. Es esa esencia, esa vibración, esa emoción… ¿Sinónimo? Quizá.

¿Cómo se le dice a algo que es igual a otra cosa?

Equivalente. Simple.

  • Sinónimos: Abundan. Semejante, similar… palabrería.
  • Analogía: Un espejo, quizás. Reflejo distorsionado. La realidad, un espejismo.
  • Proximidad: La distancia engaña. Dos puntos infinitamente cercanos. Nunca iguales.

Igualdad. Ilusión. La perfección es una abstracción. Todo cambia. Mi perro, por ejemplo, nunca es exactamente igual dos veces. Incluso yo mismo, a nivel cuántico, soy un constante devenir.

Parejo. No es lo mismo que idéntico. Sutiles diferencias. Detalles. Matices. Como en mi colección de sellos, el de 1987 ligeramente desgastado. El de 2024 intacto, pero no idéntico.

Afín. Afinidad. Resonancia. Vibraciones. Energías. Un concepto más amplio, más profundo. Como la conexión entre dos almas. O dos átomos.

Analogía: La búsqueda de la igualdad es la obsesión de un loco. La comprensión de la diferencia, la sabiduría.

A veces utilizo “equivalente” en mis informes de contabilidad. Es lo más cercano a la verdad. Pero aún así, una aproximación.

Próximo: Cercano. Adyacente. Contigüidad espacial o conceptual. Pero no igual. Nunca.

Pensamientos dispersos. La realidad, una construcción mental.

¿Cómo se dice igual de otra manera?

Equivalencias. No hay más.

  • Idéntico: Mismo molde.
  • Parecido: Eco distante.
  • Uniforme: Gris plomo. Nada rompe la línea.

Precisiones

  • “Clavado” es jerga. Lo aprendí en 2023 en un bar cutre.
  • “Pintiparado” suena a abuela. Y mi abuela ya no está.
  • “Afín” es un eufemismo. La hipocresía del lenguaje.
  • “Hermanado” es político. Odio la política desde 2020.
  • “Exacto” es frío. Matemáticas, no vida.
  • “Semejante” es vago. Una sombra de algo real.

Conclusión: Elegir bien. Las palabras pesan. Como los recuerdos.

#Equivalente #Igualdad #Mismo Valor