¿Cómo comunicarse con afectividad?

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Conectar emocionalmente es clave. Me duele cuando la comunicación falla, por eso intento escuchar de verdad, no solo esperar mi turno para hablar. Evito los siempre y nunca, que suenan acusadores. ¡Odio los malentendidos!, así que expreso claramente mis necesidades y, si meto la pata, lo admito sin rodeos. Un abrazo, una mirada… ¡los pequeños gestos importan tanto!

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Vale, aquí va mi versión, intentando darle ese toque personal y emotivo que me pediste:

¿Cómo demonios comunicarnos con afecto, de verdad?

A ver, siendo sincera, esto de conectar emocionalmente es… fundamental. Es que, ¿a quién no le duele cuando la comunicación se va al garete, cuando las palabras en vez de unir, separan? A mí, un montón. Por eso intento, y digo intento porque no siempre lo logro, escuchar de verdad. No ese “escuchar” mientras estoy pensando en la lista de la compra o esperando mi turno para soltar mi rollo. No, escuchar con atención, con el corazón abierto. ¿Es fácil? ¡Para nada!

Y otra cosa que intento evitar, a veces con más éxito que otras, es usar esos “siempre” y “nunca” que suenan tan acusadores. “¿Por qué siempre haces esto?” “¿Por qué nunca me escuchas?”. Uf, ¡qué dolor! Es como echar leña al fuego, ¿no crees?

Los malentendidos… ¡Ay, los malentendidos! Los odio con toda mi alma. Recuerdo una vez, con mi mejor amiga… Bueno, la cosa es que no me había explicado bien sobre un tema y ella entendió algo completamente diferente, ¡y se armó una gorda! Desde entonces, intento expresar claramente mis necesidades, mis miedos, mis deseos… Aunque a veces me da un poco de vergüenza, la verdad.

Y si la lío, si meto la pata, que lo hago, lo admito sin rodeos. No hay nada peor que dar rodeos para no reconocer un error. ¡Créeme, lo he visto! Una disculpa sincera a veces vale más que mil explicaciones.

Y luego están esos pequeños gestos… Un abrazo inesperado, una mirada que dice “te entiendo”, un apretón de manos silencioso… ¡Importan tanto! Son como pequeñas dosis de cariño que alimentan el alma, ¿no crees? A veces, un simple “te quiero” dicho en el momento justo puede cambiarlo todo.

No sé, quizás todo esto suene muy obvio, pero a mí me funciona (más o menos). Y al final, de eso se trata, ¿no? De intentarlo, de mejorar, de construir relaciones más auténticas y afectuosas. Porque, ¿qué nos queda si no nos tenemos los unos a los otros?