¿Cómo influyen los trastornos mentales en la sociedad?

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¡Uf, qué tema tan fuerte! A mí me parece que los trastornos mentales influyen en la sociedad de una forma devastadora. No solo por el sufrimiento individual que causan, ¡imagínate vivir así!, sino porque erosionan el tejido social. La discriminación, el estigma, la falta de oportunidades... todo eso nos empobrece como sociedad y nos hace menos humanos. Creo que necesitamos urgentemente un cambio de mentalidad y más recursos para la salud mental.

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¿Cómo influyen los trastornos mentales en la sociedad? Buf… es que, ¿cómo no van a influir? Es una pregunta casi… ¿absurda, no? Me golpea fuerte este tema. Pienso en la devastación que causan, no solo a quien los padece –y de verdad, ¿te imaginas vivir con esa carga constante, ese ruido en la cabeza que no te deja en paz?–, sino al conjunto de todos nosotros. Es como una grieta que se va haciendo más grande, ¿sabes?

La sociedad se resiente, se desgasta. La discriminación… duele. El estigma… aisla. Recuerdo a una amiga, no voy a decir su nombre, claro, pero ella sufría de ansiedad severa. Le costaba horrores salir de casa, relacionarse. La gente la miraba raro, cuchicheaba a sus espaldas. ¿Y qué hizo eso? La hundió más. La empujó a la oscuridad. Es una herida que llevamos todos, aunque no lo queramos ver.

Y la falta de oportunidades… ¿para qué hablar? Es como si tuviéramos un brazo atado a la espalda. ¿Cómo vamos a construir algo sólido, algo que valga la pena, si dejamos a tanta gente atrás? He leído por ahí –no me acuerdo dónde, la verdad, pero creo que era un artículo en internet– que los problemas de salud mental cuestan a la economía mundial billones de dólares al año. Billones. Una cifra que me marea. Pero más allá del dinero, ¿no es terrible el coste humano? ¿Cuántas vidas rotas, cuántos sueños rotos?

Necesitamos, urge, un cambio radical. Un cambio de mentalidad. Tenemos que dejar de ver la salud mental como algo… aparte, ¿no sé si me explico? Es parte de nosotros, como lo es la salud física. Y si nos rompemos un brazo, vamos al médico. Pues con la mente, igual. Necesitamos más recursos, más profesionales, más apoyo. Necesitamos empatía, por Dios. Necesitamos tender la mano a quien lo necesita, en lugar de señalar con el dedo. A veces pienso que, si todos pusiéramos un poquito de nuestra parte, podríamos construir un mundo mucho mejor, un mundo más… humano. ¿No crees?