¿Cómo lavarse cuando tienes hongos?

Uf, los hongos… ¿quién no ha tenido que lidiar con esa incomodidad alguna vez? Es un rollo, ¿verdad? Esa sensación… Bueno, no entremos en detalles. Lo importante es saber qué hacer, y aunque parezca obvio, lavarse bien es fundamental. Pero, ojo, no es tan simple como agarrar el primer jabón que encuentres. De hecho, ¡mejor olvídate del jabón! Sí, como lo oyes. Solo agua tibia. Como si fueras un bebé, suavecito, con cariño. ¿Te imaginas restregando con jabón una zona ya de por sí irritada? ¡Auch! Ni pensarlo.

Recuerdo una vez que… bueno, mejor no cuento la historia completa, ¡qué vergüenza! Pero digamos que aprendí la lección a la mala. Usé un jabón perfumado, pensando que así estaría más “limpia”, y ¡madre mía! El ardor era insoportable. Parecía que tenía un volcán en… ya sabes dónde. Desde entonces, solo agua tibia, como recomiendan. Y no cualquier agua, ¿eh? Tibia. Nada de agua hirviendo que te escalde viva. Tampoco helada, que te congela hasta el alma. Tibia, templadita, como un abrazo suavecito.

Baños tibios también ayudan, ¡qué alivio! Eso sí, cortos, no te vayas a quedar dormida en la bañera como si fuera un spa. Y después del baño (o la ducha), a secarse bien, pero bien, bien. Nada de dejar la zona húmeda, que es como una invitación para que los hongos se pongan a bailar la conga. Con una toalla suavecita, dando toquecitos, sin frotar. Como si estuvieras secando una porcelana fina, con delicadeza. ¿A que ahora lo ves diferente? No es solo lavarse, es un ritual de cuidado y mimo para una zona… delicada. Y créeme, tu cuerpo te lo agradecerá.