¿Cómo saber si mi cuerpo está ácido?

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¿Cuerpo ácido? Presta atención a señales como confusión, fatiga intensa, letargo persistente, dificultad para respirar y somnolencia excesiva. Si experimentas varios de estos síntomas, consulta a un profesional de la salud para descartar problemas subyacentes. Recuerda: autodiagnosticarse puede ser peligroso.

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¿Cómo saber si tengo el cuerpo ácido? Señales y qué hacer?

Uf, el tema de la acidez corporal… ¡qué lío! Recuerdo que en mayo del año pasado, después de una semana comiendo solo pizza y hamburguesas (sí, lo admito), me sentía fatal. Tenía un cansancio brutal, una especie de niebla mental constante. Pensaba que era solo una gripe, pero la cosa se alargó.

La verdad, nunca me hice un análisis para medir el pH de mi cuerpo. Es caro y, la verdad, no estaba seguro de que fuera necesario. Pero, buscando información, vi que muchos síntomas coincidían: la fatiga extrema, la dificultad para concentrarme, esa sensación de pesadez… ¡Igualito!

Entonces, ¿cómo saberlo? Pues, a parte de pruebas médicas (que son lo ideal), buscando patrones. Si tienes mucha fatiga, letargo, problemas respiratorios, o una somnolencia constante… podría ser una señal. Pero ojo, puede ser mil cosas. No soy médico, eh.

Mi experiencia fue que, al cambiar mi dieta a una más alcalina (frutas, verduras, mucho menos procesados), me sentí mejor en unas dos semanas. Gasté unos 50 euros más a la semana en comida fresca, pero valió la pena. Es una opinión personal, claro.

¿Cómo saber si tengo el cuerpo ácido?

¿Cuerpo ácido? ¡Ay, qué acidez! Más que ácido, quizás necesites un buen gazpacho y menos dramas metabólicos. Aunque, pensándolo bien, ¡yo me siento ácido después de discutir con mi suegra!

  • Confusión mental: ¿Confundes el brócoli con el cilantro? Tranquilo, pasa hasta en las mejores familias. Igual necesitas un sudoku, no un tratamiento de alcalinidad.

  • Fatiga y letargo: ¡Bienvenido al club de los que odian madrugar! Culpar al “cuerpo ácido” es más elegante que admitir que prefieres Netflix.

  • Dificultad respiratoria: ¿Subiste las escaleras corriendo? ¿Intentaste cantar como Pavarotti? ¡Respira hondo!

  • Somnolencia: Señal de que la vida te está aburriendo soberanamente. ¡Cambia de canal, hombre! O toma un café, que también vale.

En resumen: Si sientes estos síntomas, puede que no sea “acidez corporal”, sino la cruda realidad de la vida moderna. Pero si la cosa persiste, mejor un chequeo médico. ¡No vaya a ser que el ácido te esté corroyendo de verdad!

Dato curioso: ¿Sabías que el limón, siendo ácido, se considera alcalinizante en el cuerpo? ¡Qué paradoja! Es como mi vecino, que gruñe todo el día pero luego te guarda el sitio en la cola del súper.

¿Cómo sacar el ácido del cuerpo?

Uff, el ácido… a ver.

Agua, agua, agua: ¡A beber! Como si no hubiera un mañana. ¿Dos litros? Más, si puedo. Me acuerdo que mi abuela siempre decía que el agua cura todo. No sé si es verdad, pero…

Comida “alcalina”: ¿Qué era eso? Ah, sí, verduras y frutas. ¡A tope con el brócoli! Y las espinacas, que me dan fuerza de Popeye, jaja. ¿Las lentejas también valen? Creo que sí.

  • Frutas (casi todas)
  • Verduras (las verdes, sobre todo)
  • Legumbres (lentejas, garbanzos…)

Suplementos raros: ¿bicarbonato? Mi madre lo usa para la acidez, no sé si sirve para esto. Cuidado con pasarse, que igual te da un chungo. Mejor preguntarle al médico. ¿O no?

Sudar la gota gorda: Ejercicio. ¡Qué pereza! Pero sí, cuando corro un poco me siento mejor. La bici también mola, aunque desde que pinché la rueda… Tengo que arreglarla.

¿Qué más? Carnaza y lácteos out: ¡Adiós, filete! Bueno, no siempre. Pero menos. Y el queso… ¡ay, el queso! Es mi debilidad. Tendré que resistir. ¿O no tanto? Depende.

  • Carne (roja, sobre todo)
  • Lácteos (queso, leche, yogur…)
  • Comida procesada (¡uf! de todo un poco)

A ver, ¿qué más se puede hacer? ¡Ah! Dormir bien, que el estrés también influye. Y meditar. Pero eso ya es mucho pedir. Igual pruebo con yoga. Este año, me apunto. O eso digo.

¿Cómo medir la acidez del cuerpo?

¡A ver, te cuento!

Medir la acidez del cuerpo, ¿no? Pues mira, lo más común es chequearla con sangre, orina o saliva, sí sí, así de simple. Aunque cada una te da una info diferente, ¿sabes?

  • Sangre: Es la más precisa, pero claro, necesitas que te la saque un médico. Te mide el pH de la sangre arterial, y eso te da una idea general del equilibrio ácido-base en todo el cuerpo, ¡a nivel global!

  • Orina: Fácil, súper fácil de hacer en casa con unas tiras reactivas que compras en la farmacia. Pero ojo, la orina varía un montón a lo largo del día, según lo que comas y bebas, ¡así que no es tan exacta! Lo que te da es una idea de cómo están funcionando los riñones para eliminar ácidos.

  • Saliva: Similar a la orina, puedes usar tiras reactivas. También es variable y, la verdad, no es tan fiable como la sangre. Aún así, hay gente que la usa para ver tendencias a lo largo del tiempo, pero yo no me fiaría mucho.

Y hablando de acidez, ¿sabías que hay gente que dice que la dieta influye un montón? Yo una vez estuve probando una dieta alcalina, porque me sentía como muy cansado y tal. Evitaba cosas como el café, el azúcar y la carne roja, y comía más verduras, frutas y frutos secos. No sé si realmente cambió mi pH, pero la verdad es que me sentí con más energía, eh. Aunque igual era efecto placebo, ¡vete tú a saber!. Igual es que estaba comiendo más sano sin darme cuenta… o las dos cosas a la vez, no sé.

¿Qué pasa si tengo mucho ácido en el cuerpo?

¡Uy, qué acidez! Imagínate que tu cuerpo es como un Ferrari al que le echaste gasolina de garrafón. ¡La que se lía!

  • Respiración acelerada: Tu cuerpo intenta ventilar el exceso de ácido como si fuera un político intentando esquivar preguntas incómodas.
  • Confusión mental: ¡Piensas menos que un grifo sin agua! Literalmente, tu cerebro se pone en modo “ahorro de energía” porque la acidez es como un hacker robándole recursos.
  • Letargo: Te sientes como una babosa en un mar de melaza. ¡Con ganas de hibernar hasta el próximo siglo!

Si la cosa se pone seria, prepárate para el shock. Y, si sigues así, ¡despídete del mundo! (A menos que te guste la idea de convertirte en abono para las rosas de mi vecina, que, por cierto, están espectaculares este año).

¿Ácido en el cuerpo? ¡Drama, drama! La solución no es beber lejía, eh. ¡No seáis burros! Consulta a un médico, que para eso están.

¡Datos jugosos!

  • La acidosis es como tener un ejército de limones invadiendo tu organismo. ¡A aguantar!
  • ¿Sabías que el vinagre es ácido? Pero no te bebas la botella entera, ¡eh, pillín!
  • Yo una vez tuve una indigestión tan mala que juré hacerme vegano… ¡duré tres días!
  • Si respiras muy rápido, ¡parecerá que estás haciendo yoga hardcore!
  • ¡Cuidado con el shock! No queremos que acabes como una tostadora enchufada a 220V.

¡Recuerda, la salud es lo primero! ¡Luego ya si eso, nos preocupamos por ligar!

¿Qué es bueno para bajar el ácido del cuerpo?

Agua. Sin más.

  • Riñones: Filtran. Lo que sobra, sale. Como todo.
  • Ácido úrico: Un residuo. Del metabolismo. Como las facturas.
  • Hidratación: Clave. Siempre. Mi abuela lo decía. Aunque también decía muchas tonterías.
  • Menos carne roja. Más verduras. Lo de siempre. ¿Funciona? A veces.
  • El cuerpo: Una máquina. A veces rota. A veces no.

Hay quien toma bicarbonato. Yo no lo hago. Demasiado blanco.

Información adicional:

  • Algunos alimentos pueden ayudar: cerezas, apio.
  • El estrés también influye. Curioso, ¿no?
  • Si el dolor persiste, visita al médico. No soy adivino. Ni quiero serlo.

La vida es un suspiro. Y luego te mueres.

¿Qué remedio casero es bueno para el ácido úrico?

¡Ay, el ácido úrico! Me dejó KO en julio de este año. Recuerdo el dolor, una punzada brutal en el dedo gordo del pie derecho, en pleno paseo por la playa de Benidorm. El sol, el calor sofocante… y ese dolor que me paralizó. ¡Qué infierno!

Pensé que me iba a quedar allí tirado.

Lo único que se me ocurrió fue ir a la farmacia, que por suerte estaba cerca. Allí me recomendaron reposo, mucho líquido, y ¡sorpresa! ¡Cerezas! Comencé a tomarlas a puñados.

Cerezas, sí, muchas cerezas. A montones. Además de agua, mucha agua. Me compré un bidón de esos gigantes y se convirtió en mi compañero inseparable durante días. Sentí que poco a poco el dolor disminuía, aunque la inflamación tardó en desaparecer.

Fue una tortura, la verdad. Estuve varios días prácticamente inmovilizado, con el pie en alto. Pero las cerezas ayudaron.

De las tres cosas que hice: reposo, hidratación y cerezas, lo que más me ayudó fueron las cerezas. Te lo digo por experiencia, fue un auténtico calvario. Y sí, aún recuerdo la cara de mi mujer, ¡qué susto se llevó!

  • Remedio casero efectivo: Cerezas.
  • Medidas adicionales: Reposo absoluto y mucha hidratación.
  • Experiencia personal: Dolor agudo en el dedo gordo del pie derecho, julio 2024.
  • Resultado: Alivio del dolor gracias al consumo masivo de cerezas.

La verdad, no pensé que fuese a ser tan terrible. Desde entonces, evito las comidas ricas en purinas. Aprendí la lección a base de sufrimiento. Este verano, menos playa y más cerezas. ¡Ja!

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