¿Cómo saber si tienes principios de depresión?

Vale, a ver… ¿Cómo saber si estás empezando a sentirte… no sé, como si la vida perdiera un poco el color? Algo así como si te estuvieras adentrando en un túnel, y no ves la luz al final. Bueno, eso me ha pasado alguna vez, y te diré, es horrible.

Aquí hay algunas cosas que, mirando atrás, me hacían sospechar que no estaba del todo bien, que algo andaba rondando en mi cabeza que no era precisamente alegría y unicornios:

• Esa tristeza persistente, ¿sabes? No como cuando te peleas con tu pareja y estás enfadado un día, sino algo que se queda ahí, pegado a ti como chicle en el zapato. O esa… ¿cómo lo diría? …como una especie de apatía. Ya nada te motiva. Esa serie que antes te encantaba… meh. Salir con los amigos… ¿para qué?
• El sueño… ¡ay, el sueño! Unas noches no puedes pegar ojo, te das vueltas y vueltas como un hamster en la rueda (insomnio, lo llaman los médicos). Otras, te quedas dormido en el sofá, en la mesa, ¡en cualquier parte! Necesitas dormir y dormir, como si quisieras escapar del mundo (hipersomnia). A mí, lo del insomnio me mata. ¿Tú duermes bien? Porque es fundamental.
• La comida, ¡otro tema! O te da por arrasar con todo lo que encuentras en la nevera (antojo de helado a las tres de la mañana, ¿alguien más?), o no te entra nada, absolutamente nada. La comida te da igual, y si te da igual, ¡mal asunto!
• Y lo que más duele, la pérdida de interés por esas cosas que te hacían feliz. ¿Te acuerdas cuando pintar era tu pasión? ¿O jugar al fútbol con tus amigos? Pues de repente, nada. Cero. Como si te hubieran apagado el interruptor.

Ahora, ojo, que todos tenemos días malos, ¿eh? No es que si una noche no duermes ya tienes depresión. Pero si sientes varios de estos síntomas… yo te diría que te pares un momento. Que te mires al espejo. Que te preguntes honestamente: “¿Estoy bien?” Y si la respuesta es un “no” titubeante… quizás, solo quizás, deberías hablar con alguien. Un amigo, un familiar, ¡o incluso un profesional! Yo he ido a terapia, y te digo, a mí me ha ayudado muchísimo. No te avergüences. Buscar ayuda es de valientes, ¿ok? Y te lo digo de corazón. Porque la vida, con sus altibajos, merece la pena ser vivida con alegría.