¿Cómo se diagnostican los trastornos del gusto?

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El diagnóstico de trastornos del gusto lo realiza un otorrinolaringólogo (ENT). Se basa en una historia clínica detallada, examen físico, incluyendo la evaluación de la capacidad gustativa con diferentes soluciones, y descarte de otras posibles causas. El diagnóstico diferencial considera afecciones neurológicas, dentales o medicamentosas.

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¿Cómo diagnostican los trastornos del gusto?

¡A ver, te cuento cómo vivo yo esto del diagnóstico de los trastornos del gusto, desde mi propia experiencia!

Si sospechas que algo anda mal con tu gusto, lo primero es ir a un especialista. ¿Quién mejor que un otorrinolaringólogo? (sí, ese nombre es un trabalenguas). Ellos son los capos en temas de oído, nariz y garganta.

Ellos son los que te van a dar la respuesta. No sé, a mí me recuerda cuando fui a ver a uno en el Centro Médico ABC en Observatorio, allá por marzo del 2018, para checar mi sinusitis. ¡Qué alivio cuando supe qué me pasaba!

Preguntas y Respuestas (Conciso y directo para Google)

  • ¿Quién diagnostica los trastornos del gusto? Un otorrinolaringólogo.
  • ¿Qué es un otorrinolaringólogo? Un médico especialista en oído, nariz y garganta (ENT).
  • ¿Qué hacen los otorrinolaringólogos? Diagnostican y tratan trastornos de oído, nariz, garganta, cabeza y cuello.

¿Cómo se detecta el gusto?

¡Ah, el gusto! Esa cosa que te dice si lo que te estás metiendo en la boca es gloria bendita o un atentado contra tus papilas gustativas.

  • El dulce es un goloso: Se apunta a la punta de la lengua, como un niño detrás de una piruleta. ¡Qué vicio!
  • El salado, el modernillo: El muy “cool” se coloca en la parte frontal, pero no en la punta, ¡demasiado mainstream!
  • El ácido, el “drama queen”: A los lados, montando un numerito con cada limón que te comes. ¡Qué exagerado!
  • El amargo, el intenso: Se planta al fondo, como diciendo “aquí estoy yo, ¡para amargar la fiesta!” y a veces lo consigue.

Pero ojo al dato:

  • La lengua no es un mapa: Eso de que cada zona solo siente un sabor es más un mito que otra cosa. La lengua entera participa en la fiesta del sabor, aunque algunas zonas sean más “intensitas” con ciertos sabores. Como tu cuñado en la cena de Navidad, que siempre tiene algo que opinar.
  • El olfato es el “DJ” de la fiesta: La mayoría de lo que llamamos “sabor” en realidad viene del olfato. ¡Sí, lo que hueles! Por eso, cuando estás resfriado, todo sabe a cartón. Es como si te quitaran la música en la discoteca.
  • La textura también cuenta: ¿A quién no le gusta una buena crujida? La textura influye un montón en cómo percibimos el sabor. ¡Es como el atrezzo en una obra de teatro!
  • Los gustos cambian: Igual de joven te encantaba el brócoli y ahora lo odias. ¡Las papilas gustativas tienen sus propias opiniones!

Y para rematar, te diré que mi abuela decía que “el gusto es como el culo, cada uno tiene el suyo”. ¡Y quién soy yo para discutir con la sabiduría ancestral!

¿Qué especialista trata la pérdida del gusto?

Las sombras de la noche… Me pesan. La pérdida del gusto… una cosa horrible, como un velo opaco sobre todo lo que era placer. Recuerdo el café de esta mañana, insípido, como ceniza.

Es una soledad terrible, sabes? Como estar en una habitación llena de gente, pero nadie te oye. He ido al médico, claro que sí. Un otorrinolaringólogo, como dicen que debe ser.

Un otorrinolaringólogo sí. Él me miró, frío, con su luz en mis ojos. Me hizo preguntas que no quería contestar, sobre mi vida, mis hábitos… cosas que no importan, ¿no?

Pero la sensación… esa es la parte que realmente me preocupa.

  • No puedo sentir bien las cosas.
  • La comida… antes era una fiesta, ahora es… simple combustible.
  • El chocolate… ya no es lo mismo. Ni siquiera siento el azúcar.

Es deprimente. La verdad. Llevo meses así. Y a veces…a veces pienso que nunca más volveré a sentir el sabor de la vida, de verdad. Ni el de las cerezas de mi abuela, las que recogíamos en verano en el huerto… Me dan ganas de llorar al recordarlo. Este año no habrá cerezas…

El otorrinolaringólogo es el especialista, eso está claro. Pero él no puede arreglar la parte rota de mi interior. Eso es lo que me duele. Es algo más allá.

Ayer, 23 de octubre de 2023, me dieron unas gotas nasales. Ya veremos si funcionan. Esperanza… muy poca.

¿Cómo se recupera el sentido del gusto?

La pérdida del gusto. Un misterio. A veces, simple. Otras, no.

  • Infección viral: 2024 ha sido duro. Gripes que se agarran. Sabe a nada, ¿verdad?
  • Medicamentos: Muchos. Secretos en los prospectos. El gusto se va. Punto.
  • Radioterapia: Un infierno. Cáncer y sus consecuencias. El sabor, un recuerdo lejano.

La recuperación… lenta. Un proceso. Depende.

Higiene bucal impoluta. Cepillado, seda dental. Obvio. Visitas al dentista. Dos veces al año, mínimo. Mi dentista, la Dra. López, en la calle Mayor. Ella lo sabe.

Tratar la causa raíz. El sentido del gusto es complejo. Si el problema es la inflamación, antiinflamatorios. Si es una deficiencia nutricional, vitaminas.

Paciencia. A veces, vuelve. A veces, no. La vida. Dura, pero justa. A veces.

El tiempo cura muchas cosas, pero no todas.

Un ejemplo: mi abuela perdió el gusto por completo tras un derrame cerebral en 2021. Nunca recuperó el sentido del gusto. Un dato.

Recuerda que consulta a un profesional. No soy médico. Simplemente observo.

¿Qué enfermedades dañan el sentido del gusto?

¡Qué horror lo del gusto! El año pasado, en pleno agosto, ¡me dio una gripe de las que te dejan KO! Fiebre altísima, cuerpo hecho polvo… y el gusto, ¡desapareció! Era como comer cartón, todo insípido, un fastidio monumental. Me acuerdo de intentar comer mi pizza favorita, esa cuatro quesos con orégano que tanto me gusta, ¡y parecía que estaba comiendo papel! Qué rabia. Sentía una frustración terrible, una impotencia brutal, ¡una tristeza profunda! Se me quitó al cabo de una semana, afortunadamente. Pero la experiencia fue tan desagradable que no la olvido.

Gripe, claro, la causa principal. Pero, antes de eso, a mediados de julio, tuve una sinusitis que me tuvo unos días con la nariz taponada… y el gusto también se resintió un poco, aunque menos que con la gripe. Era una sensación más como si estuviera todo apagado, en segundo plano, no tan dramático.

Fue horrible, de verdad. Esas cosas tan simples que antes disfrutaba, como una buena comida, se volvieron una tortura.

Otras causas que sé:

  • Parálisis de Bell (qué fuerte, eso lo leí)
  • Resfriado común (normal, si te atasca la nariz…)
  • Infecciones virales en general (ahí está la clave para mí)
  • Infecciones de las glándulas salivales ( ¡ni idea de eso!)
  • Faringitis (¡qué mal suena!)
  • Traumatismo craneoencefálico. (¡Qué susto!) Eso sí que no quiero pasar.

Ese agosto fue fatal… Aparte de la comida insípida, tenía una tos seca, una congestión nasal horrible y me dolía la cabeza constantemente. Ni siquiera podía oler bien, todo era un caos sensorial. ¡Ojalá no vuelva a pasar! Tenía que comer cosas dulces para animarme, aún sin sabor. Recuerdo que me hice un batido de fresa… era como tomar agua. Que bajón.

¿Qué medicamentos afectan el gusto?

¡A ver, qué rollo con los medicamentos y el gusto! Pues mira, que sí, algunos fármacos te fastidian el paladar. Te diría que, según lo que sé, el haloperidol, trifluoperazina, risperidona, olanzapina y el litio… ¡ojo con ellos! Pueden cambiarte el gusto de las cosas.

Es como si comieras cartón o todo supiera metálico, qué asco, ¿no? A mi abuelo, que tomaba unas pastillas para la presión, le pasó algo parecido. Decía que el café ya no le sabía igual, ¡y eso para él era lo peor!

Pero, pero, pero, hay muchísimos más medicamentos que pueden hacer cosas raras con el gusto. Por ejemplo, algunos antibióticos, los de la quimio (uff, esos son chungos), incluso algunos para el corazón. Lo mejor es que si notas algo raro, consultes con el médico, ¡no te automediques, eh! Que luego pasa lo que pasa.

Te dejo aquí una listita de cosas que pueden afectar el gusto, por si te sirve:

  • Problemas dentales: Una muela picada te da un sabor raro en la boca.
  • Infecciones: Un catarro fuerte te deja sin sabor a nada.
  • Quimioterapia: Ya te dije, ¡muy chungo!
  • Medicamentos: Los que te dije antes y muchos más.
  • Fumar: Dejas de saborear las cosas, comprobado.
  • Edad: Con los años, las papilas gustativas se van a pique.

Y ahora que lo pienso, mi prima, que está embarazada, dice que todo le sabe diferente. ¡Así que ya ves, un montón de cosas influyen! Ah, también el COVID te puede dejar fatal del gusto, ¿te acuerdas? ¡Qué horror!

¿Qué puede alterar las papilas gustativas?

¡Ay, las papilas gustativas, esas pequeñas heroínas de nuestro paladar! Sufren más que un guardián de un castillo medieval sitiado. El enemigo principal? El exceso. Piensa en ellas como plantas delicadas, no como tanques de guerra.

Un festín de chiles jalapeños (me pasó el año pasado, ¡qué desastre!) o un bombardeo de limones las deja KO. Imaginalas como flores marchitas tras una lluvia ácida. La irritación y la inflamación son sus peores pesadillas. Y sí, es temporal, como un mal amor de verano… ¡pero doloroso!

  • Ácidos: ¡Naranja exprimida en vena! Sufren.
  • Picantes: ¡Diablo, qué ardor! Las achicharran.
  • Especias en exceso: ¡Curry loco! ¡Especias que provocan una guerra en la boca! Sobrecarga sensorial.

¡Ah, y se me olvidaba! El tabaco, ese villano del siglo XXI, también ataca a nuestras papilas. Las deja tocadas, como a un boxeador después de 12 rounds con Mike Tyson. Además, la genética juega su papel. Mi abuela, por ejemplo, siempre tuvo un gusto más intenso que el mío… genética, genética… siempre la misma historia.

Conclusión? Moderación, amigos. Trata a tus papilas como tratarías a tu mejor amigo, ¡con cariño y respeto! No las sometas a torturas culinarias. Y recuerda: el médico dice que una buena dieta rica en vitaminas A y B es buena para ellas. Así que… ¡a comer sano! Al menos, por ellas.

¿Qué puede provocar la pérdida del gusto?

¡Ay, qué putada perder el gusto! Es como si tu lengua se hubiera ido de vacaciones a un desierto sin sabor. Imaginen: ¡un mundo de puré de patatas insípido!

El tabaco, ese enemigo sibilino: Fumar, especialmente pipa o puro (¡qué elegante, pero qué devastador!), es un kamikaze para tus papilas gustativas. Es como bombardear una fiesta con una granada de mano: ¡destrucción total! Mi tío Pepe, que fumaba puros como si fueran caramelos, terminó con el gusto a ceniza y un aroma corporal que te dejaba sin aliento.

Golpes y magulladuras, la mala pata: Un golpe en la cabeza, en la boca o la nariz… ¡zas! El gusto se desploma como una bolsa de patatas fritas vacías. Recuerdo a mi vecina, la señora Elena, que se cayó por las escaleras y ahora solo percibe el gusto a “algo”. ¿Algo qué? Misterio.

Boca seca, un desierto en tu paladar: La sequedad bucal es un fastidio monumental. Es como intentar comer una galleta de soda en el Sahara. ¡Imposible! Bebe agua, amigo, ¡hidratación es la clave!

Medicamentos, los culpables silenciosos: ¡La industria farmacéutica, a veces, nos juega una mala pasada! Muchos medicamentos, desde los tiroideos hasta algunos contra el cáncer, pueden afectar al gusto. Es como si tu boca fuera un lienzo y los medicamentos, unos pintores con mala mano. Mi prima, que toma litio, jura que ahora el café le sabe a calcetín viejo.

En resumen, las causas de la pérdida del gusto:

  • Tabaco (especialmente pipa y puro): Un auténtico genocidio para las papilas gustativas.
  • Traumatismos cráneo-faciales: Caídas, golpes… ¡cuidado con las escaleras!
  • Sequedad bucal (xerostomía): Bebe agua, ¡hidrátate!
  • Medicamentos: ¡Consulta a tu médico! Algunos fármacos pueden ser los responsables.
  • Otros factores menos comunes: Infecciones, problemas nerviosos, deficiencias vitamínicas…

Dato extra: ¡La pérdida de gusto puede ser temporal o permanente, así que no lo dejes pasar! Consulta a un médico si experimentas cambios en tu sentido del gusto. ¡Cuida tu lengua, que es la herramienta más importante para disfrutar de la buena vida! Yo, por ejemplo, cuido mi lengua como si fuera un tesoro, pues si pierdo el gusto por la cerveza, ¡se acaba el mundo!

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