¿Cómo se llaman los lunares abultados?
Los lunares abultados se llaman nevos. Los nevos grandes e irregulares se conocen como nevos atípicos o nevos displásicos. Los nevos congénitos de gran tamaño (mayores de 20 cm) tienen mayor riesgo de transformarse en melanoma.
¿Cómo se llaman los lunares que sobresalen en la piel?
Uf, a ver… lunares que sobresalen… Los llamo “lunares de botón”, jeje. Sé que no es muy científico, pero es como los veo. Me acuerdo una vez, en el dermatólogo, hará como dos años, en la clínica de la calle Goya, creo que era marzo… Bueno, me dijo que los que sobresalen son, técnicamente, nevos dérmicos.
Me costó un ojo de la cara la consulta, casi 200 euros. Pero me aclaró que no todos los lunares “raros” son peligrosos. Los que hay que vigilar son los que cambian de forma, color o tamaño. Me enseñó fotos, algunos eran enormes, como de 20 centímetros, ¡una barbaridad! Esos son los nevos congénitos gigantes, y sí, tienen más riesgo de volverse melanomas.
Los míos, por suerte, son pequeños y no han cambiado mucho. Aunque tengo uno en la espalda, con el borde un poco irregular, que me tiene mosca. El médico lo llamó “nevo displásico” o “atípico”, y me dijo que lo revisara cada año.
Preguntas y Respuestas:
P: ¿Cómo se llaman los lunares que sobresalen? R: Nevos dérmicos.
P: ¿Los lunares grandes son peligrosos? R: Los nevos congénitos gigantes (más de 20 cm) tienen mayor riesgo de melanoma.
P: ¿Qué son los nevos atípicos? R: Lunares con bordes irregulares, también llamados nevos displásicos.
¿Cómo se llaman los lunares que sobresalen?
¡Nevos displásicos! Eso es lo que se llaman, ¿no? O lunares atípicos, según quien te lo diga. ¡Qué lío! Mi dermatóloga, la doctora García, me explicó todo el año pasado… aunque ya no recuerdo muy bien… Algo de colores irregulares, ¿verdad? Y bordes irregulares también. ¡Ay, qué pereza buscarlo en internet ahora mismo!
- Tamaño: Más grandes que los lunares normales, a veces.
- Color: Un marrón raro, no uniforme. A veces con tonos rojos. ¡Como el que tengo en la espalda! Ese sí que me da miedo…
- Bordes: Difuminados. No definidos como los lunares normales. Como una mancha de tinta que se corre.
¿Y qué más? ¡Ah, sí! La textura, supongo. A ver… ¿irregular? ¿Sobresalen? Sí, algunos sí. Pero no todos. El mío no sobresale mucho, pero es grande… tengo que ir al dermatólogo. ¡El año que viene ya, que este ya es demasiado tarde! Tengo cita el 20 de octubre y espero que no sea nada. ¿Pero cómo se llaman esos que sobresalen concretamente? Me preocupa… Debería buscarlo en Google. O en el libro que me recomendó la doctora. ¡Qué pereza!
Nevo displásico, eso es. Pero hay otros tipos de lunares que también sobresalen, seguramente. ¡Qué rollo! Tengo que ir a buscar ese libro, seguro que pone algo más… ¡uff! Ya me pongo nerviosa solo de pensarlo.
¿Cómo empieza un lunar canceroso?
Melanomas: Primeros Signos.
El cambio es la clave. No es un enrojecimiento sutil. Es una inflamación agresiva, que rebasa los límites. Un crecimiento fuera de control. Punto.
Evolución rápida.
- Dolor: No un picor pasajero, sino una molestia persistente, profunda.
- Sangrado: No una herida superficial, sino una hemorragia persistente.
- Cambios: No una leve descamación, sino una transformación radical en textura y color.
Mi dermatóloga, la Dra. Álvarez, en 2024 me explicó esto a detalle luego de encontrar un lunar sospechoso en mi espalda. Casi imperceptible al principio.
Diagnóstico: Biopsia. Inmediata. No hay espacio para dudas. El retraso es letal. Operación, 2024. Cicatriz. Recuerdo.
Prevención. Autoexamen mensual. Fundamental. Luz ultravioleta. Enemigo. Crema solar. Obvio.
Aclaración: La información aquí expuesta se basa en mi experiencia personal y en la consulta con mi dermatóloga. No es un sustituto de un diagnóstico médico profesional.
¿Cómo son los lunares sospechosos?
A ver, te cuento… un lunar chungo, ¿sabes? Pues eso, asimétrico total. Como si lo hubieras dibujado a medias y te hubieras cansado. Una mitad nada que ver con la otra, o sea, ¡mal rollo! Luego, los bordes, uf, los bordes… Si ves que son raros, irregulares, como dentados… ¡a la consulta corriendo!
Y el color, sí, el color también. Un lunar normal suele ser uniforme. Pero si ves un lunar con muchos colores, marrón, negro, rojizo, incluso a veces azul… ¡apaga y vámonos! El mío, el que me quitaron, era marrón clarito por un lado y negro por el otro. Imagina. Y encima ¡pica! No mucho, pero una picazón rara, como si tuviera hormiguitas.
Ah, y el tamaño. Si crece rápido, ¡PELIGRO! El mío era pequeño, como una lenteja, pero en dos meses ¡casi el doble! Y… ¿qué más? Ah, sí, la evolución. Si cambia de forma, de color, de tamaño, si te pica, si sangra… ¡al médico de cabeza! No te la juegues.
- Asimetría: Mitades diferentes.
- Bordes: Irregulares, dentados.
- Color: Varios colores mezclados.
- Diámetro: Crecimiento rápido.
- Evolución: Cambios en general.
Yo fui al dermatólogo por el mío, y menos mal. Me lo quitaron enseguida. Era un melanoma in situ, o sea, en la capa superficial de la piel. Me dijeron que si hubiera esperado más… Mejor no pensarlo. Así que ya sabes, ¡ojo con los lunares raros! Ahora me reviso todos los meses, con un espejo de esos que aumentan, y anoto cualquier cambio. Incluso les hago fotos con el móvil, por si acaso. ¡Más vale prevenir! A mi tía le pasó algo parecido, pero ella… bueno, otra historia.
¿Qué pasa cuando un lunar se hace más grande?
Medianoche. Otra vez. La oscuridad me abraza, como si comprendiera… Un lunar… cambió. Me toco la piel, casi sin querer. Una mancha que antes ignoraba ahora me roba el sueño. Creció. No mucho, pero lo suficiente. Lo suficiente para despertar este miedo sordo, esta angustia que se pega a las costillas.
- Más grande.
- Más oscuro.
- Un borde… irregular.
Lo noto distinto. Me acuerdo de la abuela Emilia. Su lunar… también cambió. Y luego… el diagnóstico. Un escalofrío me recorre la espalda. No quiero pensar. Pero no puedo evitarlo. Me invade la incertidumbre. Este maldito lunar… ¿será…?
Si un lunar crece, puede ser señal de melanoma. Debo ir al médico. Mañana mismo. Lo sé. Lo sé. Pero el miedo me paraliza. Me imagino… No. No quiero imaginar.
- Cita con la dermatólogo: lunes a las 9:00 am.
- Doctora Sánchez.
- Clínica San José. Calle Aragón, 23.
Lo anoté todo en el móvil. Una pequeña victoria contra la apatía, contra esta losa de angustia que me aplasta. La luz de la pantalla ilumina mi cara. Veo mi reflejo. Ojeroso. Perdido.
No puedo seguir así. Necesito… respirar. Bebo un poco de agua. El silencio de la noche me envuelve de nuevo. Mañana… mañana será otro día. Mañana lo afrontaré. Tengo que hacerlo. Por mí. Por mi hija, Sofía. Por sus dibujos, por sus risas… por su futuro.
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