¿Cuál es la infección más peligrosa del mundo?

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La tuberculosis, causada por Mycobacterium tuberculosis, podría recuperar su posición como la enfermedad infecciosa más letal a nivel global, superando incluso a la COVID-19, según recientes proyecciones de la Organización Mundial de la Salud. Su resurgencia como principal amenaza sanitaria mundial es una seria preocupación.

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La Tuberculosis: ¿Una amenaza silenciosa que recupera su corona como la infección más peligrosa del mundo?

La pandemia de COVID-19 puso en evidencia la fragilidad de los sistemas de salud globales y la capacidad de una enfermedad infecciosa para paralizar el mundo. Sin embargo, mientras la atención mundial se centraba en el coronavirus, una amenaza silenciosa, latente durante siglos, ha estado ganando terreno: la tuberculosis (TB). Si bien el SARS-CoV-2 continúa siendo un peligro real, recientes proyecciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugieren que la tuberculosis podría recuperar su posición como la enfermedad infecciosa más letal a nivel mundial, superando incluso al COVID-19.

Esta no es una afirmación ligera. La tuberculosis, causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis, ha sido una plaga de la humanidad desde tiempos inmemoriales. Aunque se dispone de tratamientos y vacunas, su persistencia y la emergencia de cepas resistentes a los medicamentos han generado una crisis sanitaria de proporciones alarmantes. La complejidad de la enfermedad, que puede manifestarse de forma latente durante años antes de desarrollar síntomas activos, dificulta su detección y control.

La resurgencia de la TB como principal amenaza se debe a una confluencia de factores. La pobreza, la desnutrición, la falta de acceso a servicios de salud adecuados, y la creciente resistencia a los antibióticos son piezas clave de este complejo rompecabezas. En regiones con sistemas sanitarios debilitados, la detección y el tratamiento efectivo de la TB se convierten en una tarea titánica. Además, la migración y los desplazamientos de población facilitan la propagación de la enfermedad a nivel global, dificultando aún más su contención.

A diferencia de la COVID-19, la tuberculosis no solo afecta a los pulmones. Puede invadir otros órganos, como los huesos, el cerebro o los riñones, generando una amplia gama de síntomas que dificultan su diagnóstico precoz. Esto implica que muchas personas con TB latente pueden desconocer su condición hasta que la enfermedad se manifiesta en una forma activa, mucho más contagiosa y peligrosa.

La OMS ha advertido sobre la urgencia de invertir en la investigación y desarrollo de nuevas herramientas para combatir la resistencia a los medicamentos, así como en la mejora de los sistemas de diagnóstico y tratamiento en los países más vulnerables. Sólo con un esfuerzo global coordinado, que aborde las causas subyacentes de la enfermedad y mejore el acceso a la atención sanitaria, se podrá evitar que la tuberculosis consolide su posición como la infección más peligrosa del mundo y se pueda salvar millones de vidas. La lucha contra la TB no es solo una batalla médica, sino también una batalla contra la desigualdad y la pobreza, un desafío que requiere una respuesta integral y decidida a nivel mundial.