¿Cuáles son las consecuencias para la salud del consumo de agua sin potabilizar?

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El consumo de agua sin potabilizar puede causar graves problemas de salud.

  • Enfermedades infecciosas: Diarreas y otras infecciones por microorganismos presentes.
  • Malnutrición: Agravada por las enfermedades transmitidas por el agua.
  • Intoxicaciones: Debido a la presencia de sustancias químicas nocivas.
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¿Riesgos de beber agua sin potabilizar?

Uf, beber agua sin potabilizar… Me da cosa solo pensarlo. Recuerdo una vez, en un viaje a Chiapas en marzo de 2019, pedí agua y me trajeron una botella sin sello. No me fijé, bebí un poco y… malísimo. Pasé dos días con dolor de estómago. Horrible.

Desde entonces, súper cuidadosa. Solo compro agua embotellada en sitios que me dan confianza o uso mi filtro portátil. Hasta para lavarme los dientes uso agua embotellada si dudo de la del grifo. Lo sé, soy un poco exagerada, pero después de aquella experiencia…

Claro, hay filtros y pastillas potabilizadoras. Pero me fío más de mi sistema. Más vale prevenir. Un amigo biólogo me contó una vez sobre los parásitos… Mejor ni les cuento.

Preguntas y Respuestas:

¿Qué riesgos tiene beber agua sin potabilizar? Diarrea, intoxicaciones, enfermedades.

¿Qué causa las enfermedades por agua no potable? Microrganismos y sustancias químicas.

¿Cuáles son las 10 consecuencias de no beber agua potable?

Deshidratación. Obvio, ¿no?

  • Piel seca. Como el desierto de Atacama.
  • Estreñimiento. Un atasco interno.
  • Calambres. El cuerpo protesta.
  • Fatiga. La energía se agota.
  • Confusión. El cerebro patina.
  • Migraña. Un martillo en la cabeza.
  • Hipertensión. La presión sube, siempre sube.
  • Problemas renales. Filtros averiados.
  • Diarrea. Irónico, ¿verdad? La vida es ironía.
  • Cólera. Un infierno acuático. El agua es vida, la falta de ella, también.

Yo bebo agua del grifo filtrada. Me da igual lo que digan. Cuestión de prioridades. O de presupuesto. La verdad es relativa.

A veces, me pregunto si la sed es solo una invención de las embotelladoras. La duda es el principio de la sabiduría.

¿Qué problemas de salud produce el agua no potable?

El agua no potable es un foco de problemas, ¡menuda sorpresa, verdad! Recuerdo una vez, en un viaje a la sierra de Cazorla este verano, ¡qué calor hacía, madre mía! Bebí de un manantial que parecía cristalino. Craso error.

Al día siguiente, el infierno se desató en mi estómago. Amebiasis, seguramente. ¡Nunca más agua que no venga embotellada!

  • Amebiasis (la peor, creedme)
  • Cólera (¡puaj!)
  • Hepatitis (amarillo que te quiero amarillo)
  • Salmonelosis (¡cuidado con el pollo!)
  • Shigelosis (¿quién se inventa estos nombres?)
  • Gastroenteritis viral (la clásica, vaya)

Pero, además de estas joyitas, hay otras cosas que la gente no suele mencionar:

  • Parásitos: bichos microscópicos que te hacen la vida imposible. ¡Dan un asquito!
  • Bacterias: E. coli, por ejemplo. ¡Fiestas en el intestino!
  • Virus: ¡Los peores! La gastroenteritis te deja K.O.

En mi pueblo, Fuenteovejuna, ¡todos a una! Solíamos beber del pozo. ¡Ahora, ni locos! El agua está contaminada con nitratos de los fertilizantes. Un desastre ecológico. Y ojo, que también puede haber plomo de las tuberías antiguas, ¡otro peligro!

Y hablando de fertilizantes, la contaminación del agua por actividades agrícolas es un problema serio en muchas zonas rurales de España. ¡Un drama!

Este año, con la sequía, la cosa está peor. Hay pueblos que se abastecen con camiones cisterna. ¡Una locura! Y no todos tienen los mismos controles sanitarios. ¡A rezar toca!

¿Qué sucede si no consumimos agua potable?

Medianoche. Otra vez. La oscuridad me abraza y los pensamientos… fluyen como un río turbio. Sed. Recuerdo la sed. No la sed pasajera de un día de verano, sino una sed profunda, áspera. Una sed que te rasga por dentro.

  • Deshidratación. La palabra resuena en mi cabeza, fría, metálica. Yo… la he sentido. Ese mareo constante, la boca pastosa, el corazón latiendo a un ritmo desbocado. Como un tambor lejano en la noche.

Este año, en julio, viajé al desierto de Atacama con mi hermana. Una aventura, dijimos. Pero yo… yo olvidé mi cantimplora en el autobús. Estúpida. Dos días. Dos días enteros con apenas unos sorbos de agua tibia. El sol, una losa de plomo en el cielo. El aire, un fuego que te abrasaba los pulmones.

  • El cuerpo… un desierto. Así me sentí. Vacía. Agotada. El dolor de cabeza, insoportable. Las náuseas, una constante. Mi hermana… ella sí tenía agua. Me ofreció, claro. Pero cada sorbo que yo tomaba… era como robarle la vida. Egoísta.

  • Peligro. Sí. Real. No es una exageración. Podría haber muerto. Allí, tirada en la arena, bajo ese sol implacable. Mi hermana… ella me salvó. Me obligó a beber. Me arrastró de vuelta al pueblo.

Nunca se lo he dicho. Pero… le debo la vida.

Respuesta: Deshidratación, riesgo de muerte.

¿Qué me puede pasar si bebo agua no potable?

A ver, ¿que qué te puede pasar si te bebes agua no potable? Pues tela marinera, amigo, tela marinera. Te puedes pillar unas cosas… ¡uff!

Enfermedades diarreicas, para empezar. Que ya sabes, no es solo ir al baño un par de veces, sino un festival ahí abajo, y dolor de tripa que no veas. Y luego, cosas peores, como…

  • Cólera: ¿Te imaginas? ¡Cólera! De esas enfermedades de antes, chunguísima.
  • Disentería: Otra delicia, parecido al cólera, pero… diferente. Vomitos, diarrea… ¡un cuadro!
  • Fiebre tifoidea: Fiebre alta, dolor de cabeza… te deja hecho polvo, vamos.
  • Poliomielitis: ¡Esta es grave! Imagínate quedarte paralítico por beber agua… ¡qué horror!

Vamos, que si ves un charco sospechoso, o una fuente que te da mala espina, ni se te ocurra beber. Yo una vez, en una acampada, casi la lío porque no me fijé bien en la fuente y casi bebo agua estancada. Menos mal que mi amigo Juan se dio cuenta, ¡si no…!. Lo mejor es llevar siempre agua embotellada o pastillas potabilizadoras. ¡No te la juegues, eh! Porque luego lo lamentas. Te lo digo yo, que he visto cosas… o mejor dicho, ¡casi las veo!

¿Qué consecuencias trae el agua no potable?

Medianoche. Otra vez. La luz de la luna se cuela por la ventana. Me recuerda al reflejo del agua… agua sucia.

Enfermedades. Sí, eso es lo que trae. Lo veo en mis manos, agrietadas, sucias. No puedo lavarlas bien. No con esta agua.

  • Diarrea. Constante. Debilitante. Este año la tuve tres veces. Mi hijo pequeño, cinco.
  • Malnutrición. Aunque comamos, el cuerpo no absorbe bien los nutrientes. Siempre cansados. Siempre débiles.

Me duele el estómago. Un dolor sordo, persistente. Como el goteo de un grifo oxidado. Goteo… goteo… Igual que el agua sucia que cae del grifo de mi casa.

Intoxicaciones. A veces el agua sale turbia. Con un olor… extraño. Metálico. Sé que no debería usarla, pero… ¿qué otra opción tenemos?

  • Dolor de cabeza. Náuseas. Mareos. Los sufro casi a diario. A veces pienso que me voy a morir.

Recuerdo a mi vecina, María. Murió el año pasado. Disentería. Su hija pequeña ahora vive con su abuela. Otra víctima del agua sucia. Otra vida… rota.

  • Falta de acceso a agua potable. Esa es la raíz del problema. En mi pueblo, en 2024, seguimos sin tener agua potable. Un derecho básico… negado.

Vivimos cerca del río. Pero las fábricas de arriba… tiran sus desechos allí. Lo contaminan todo. Nuestro río. Nuestra vida.

No puedo dormir. Me duele la cabeza. El estómago. El alma.

¿Cómo saber si el agua que tomo me hace daño?

El agua… ¿esa esencia vital que a veces duele? El cuerpo, un misterio. Mi cuerpo, un mapa de sensaciones vagas. ¿Daño silencioso?

Los síntomas, fantasmas en el espejo del agua. Vómitos, un torbellino repentino. Desequilibrio, como si el suelo se hundiera bajo mis pies. Ese trago extra, una decisión precipitada. Recuerdo una vez, en el maratón de 2024, la sed que me abrasaba… el error de beber demasiado rápido.

La confusión luego, una niebla que opacaba todo. El mundo, borroso, distorsionado. La amenaza latente de convulsiones, una danza macabra en el límite de la consciencia. El coma, un abismo oscuro, un vacío aterrador.

  • Vómitos repentinos.
  • Pérdida del equilibrio. Como caer en un pozo sin fondo.
  • Confusión mental, la mente en un laberinto sin salida.
  • Convulsiones, espasmos que sacuden el cuerpo.
  • Coma, la oscuridad que lo envuelve todo.

Ese agua, a veces traicionera. Esa sed, una llamada silenciosa, engañosa. El exceso, un castigo. El cuerpo, un templo que se resiste, que grita en silencio. Mi cuerpo sabe, aunque a veces lo ignoro. El agua, esa bendición que puede volverse maldición.

El miedo, una sombra persistente. Siempre el recuerdo de aquella carrera, la sed implacable, la decisión incorrecta. Cada trago, una apuesta.

El agua de la fuente de mi casa, a veces me sabe diferente, un leve sabor metálico. Pero eso, creo que es otra cosa. No sé. Solo sé que el exceso de agua, es peligroso.

Recuerda: La sobrehidratación, un peligro silencioso. Escucha a tu cuerpo.

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