¿Cuando un paciente terminal deja de comer?
La falta de apetito es natural en la etapa terminal. Dificultad al tragar y sensibilidad a la temperatura también son comunes. A veces, dejar de comer es una decisión consciente ante la cercanía de la muerte, parte del proceso de aceptación.
¿Cuándo deja de comer un paciente terminal?
Recuerdo a mi abuela. En sus últimos días (marzo del 2020, en casa), apenas comía. Un bocado de puré de patata, un poquito de caldo… era todo. No era que no le gustara, simplemente no tenía apetito. Como si su cuerpo supiera que ya no necesitaba combustible. Me daba pena, pero entendía que era natural.
Tragar también le costaba. Se le quedaba la comida en la boca, a veces se atragantaba un poco. Era duro verla así. Los médicos nos dijeron que era parte del proceso. No recuerdo el nombre técnico, pero creo que tenía que ver con la debilidad muscular que viene con el fin de la vida.
Me acuerdo que la enfermera nos explicó que dejar de comer a veces es una decisión, aunque inconsciente, del propio paciente. Como una aceptación, decían. Una vez en el hospital (Hospital San Juan de Dios, abril 2020, no recuerdo los costes), le subía mucho la temperatura y luego le bajaba de golpe. Era un sube y baja constante. Eso también influye, creo, en el apetito y las ganas de comer.
Preguntas y Respuestas
¿Cuándo deja de comer un paciente terminal?
Cuando su cuerpo empieza a apagarse, a veces por decisión propia, otras por la propia enfermedad.
¿Es normal perder el apetito al final de la vida?
Sí, forma parte del proceso natural de morir.
¿Qué problemas de alimentación pueden surgir?
Falta de apetito, dificultad para tragar, sensibilidad a la temperatura.
¿Cuántos días dura un enfermo terminal sin comer?
¡Ay, madre mía! ¿Cuántos días aguanta un enfermo terminal sin comer? ¡Como si fuera una competición de resistencia! Pues mira, no es una ciencia exacta, como predecir la hora de llegada del camión de helados en pleno agosto.
- Algunos, ¡zas! a los pocos días, palman. Se van al otro barrio, como si fuera una escapada a la playa, pero sin vuelta.
- La mayoría, unos 10 días de ayuno forzado. Diez días, que se te hacen eternos, como intentar entender la política.
Pero oye, hay casos, raros, pero los hay, que estiran la cosa varias semanas. Es como si la vida les dijera: “Vale, te doy una prórroga, pero la próxima vez, sin trampas”. Mi tía abuela, que en paz descanse, aguantó dos semanas, ¡y todavía tenía fuerzas para quejarse de la sopa de tomate!
Bueno, en serio, esto de la inanición es un tema delicado. Y a mí, de estas cosas, mejor que me quites. Cada persona es un mundo, y hasta la pizza que te comes cambia la historia. No te fíes mucho de lo que te cuento, eh, me lo estoy inventando sobre la marcha…
Recuerda: Esta es información para entretenimiento solamente. NO ES ASESORAMIENTO MÉDICO.
¡Anda, que ya me voy a tomar un café! Necesito endulzarme un poco, este rollo de la muerte y la inanición me ha dejado algo triste. Y encima este año he tenido problemas con el azúcar; un dentista me dijo que tengo caries y me recomendó que dejara los caramelos de menta y de regaliz ¡Qué desastre!
¿Qué pasa cuando una persona con cáncer ya no come?
El silencio del plato. El tenedor inmóvil. Una quietud que se expande, más allá de la mesa, invadiendo la habitación, los días… El cuerpo, un templo en ruinas, ya no reclama sustento. Ya no hay hambre. Solo una profunda, insondable… fatiga.
Pérdida de apetito. Sí, eso dicen. Como si fuera una simple cuestión de gusto. Como si uno pudiera elegir. Recuerdo a mi abuela, sus manos, antes fuertes, ahora frágiles como alas de mariposa. Acariciando el mantel, sin tocar la comida. La luz, entrando por la ventana, dibujando sombras alargadas en la pared. El tiempo, detenido.
Caquexia. La palabra resuena, hueca, en el vacío que deja el hambre. Más que la ausencia de apetito. Una destrucción. El cuerpo que se consume, se disuelve. Músculo y hueso, cediendo. La vida, retirándose lentamente, como la marea en la playa al anochecer. Mi abuela, mirando al horizonte, con ojos que ya no veían este mundo.
Debilidad. Una palabra tan pequeña para un proceso tan devastador. Debilidad en las piernas, en los brazos, en la voz. Debilidad en la mirada. Un cansancio que no se cura con el descanso. Un cansancio que se instala en el alma. Recuerdo el olor a jazmín en su habitación. El silencio roto solo por el tictac del reloj. El tiempo, desgranándose.
- Pérdida de apetito: El enfermo deja de comer. No por capricho, sino por una fuerza invisible que le arrebata el deseo.
- Caquexia: No es solo pérdida de apetito. Es una condición médica que implica pérdida de peso y masa muscular. Un desgaste profundo.
- Debilidad: Consecuencia inevitable de la falta de nutrientes. Una debilidad que se extiende, que lo abarca todo.
Mi abuela falleció en primavera. La primavera del 2023. Los jazmines florecían en el jardín, indiferentes al silencio que reinaba en la casa. El tiempo, implacable, continuaba su marcha.
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