¿Cuántas veces se puede tomar agua con sal?
El consumo regular de agua con sal no se recomienda. Su exceso puede ser perjudicial, elevando la presión arterial y causando deshidratación. Las soluciones de rehidratación oral con sales deben usarse bajo supervisión médica, especialmente en casos de deshidratación severa.
¿Cuántas veces se puede tomar agua salada?
Uf, qué lío lo del agua salada. Recuerdo una vez, el 15 de Agosto de 2021 en la playa de Zahara de los Atunes, un amigo bebió agua del mar por equivocación, ¡qué mal rato! Estaba supermareado después.
No hay una cantidad “permitida”. Es malo, punto. Tu cuerpo no la procesa bien. Te deshidrata, sube la presión… ¡un desastre!
Solo en situaciones extremas, con diarrea brutal por ejemplo, puede usarse soluciones de rehidratación oral, pero con supervisión médica ¡ojo! No es algo para tomarse a la ligera.
En resumen: agua salada, ¡nada! A menos que un médico te lo diga, claro.
¿Cuántas veces al día se toma agua con sal?
¡Ay, qué pereza! Me acuerdo de cuando mi abuela, que Dios la tenga en la gloria, me decía que el agua con sal era “la panacea”. Eso fue en 2023, en su casa en Asturias, olor a mar y a bollos preñaos. Ella, con sus manos arrugadas pero fuertes, me preparaba un vaso. ¡Qué asco me daba al principio! Esa agua tan salada… parecía agua de mar. Recuerdo el sabor, fuerte, algo metálico, casi desagradable.
Dos veces al día, decía ella. Una en ayunas, como ritual matutino, y otra antes de dormir. Nunca supe realmente por qué, solo sé que ella lo hacía y yo, de niña, la imitaba, aunque a regañadientes. Pensaba, tonta de mí, que era un castigo. ¡Qué equivocada estaba!
Ahora, ya más mayor, entiendo que tal vez era por algo más que una tradición familiar. Sé que el agua con sal puede ayudar a reponer electrolitos, pero también que puede ser contraproducente para quien tiene problemas de presión arterial o riñones. ¡Qué rollo!
Después me puse a investigar, en internet, y ¡vaya lío! Unos dicen que sí, otros que no.
- Beneficios: Reposición electrolítica, dicen.
- Riesgos: Hipertensión, problemas renales. Eso es muy importante.
Lo importante es consultar con un médico. No automedicarse, nunca. Mi abuela, seguramente, lo sabía, pero tampoco hablaba mucho de esas cosas.
Fue en julio, el calor era sofocante… Ese verano en Asturias… ¡qué recuerdos! El agua salada, fría, contrastaba con el calor del día. Sentía como un pequeño shock en la boca, algo que me dejaba una sensación extraña, entre lo salado y lo desagradable. Pero también recuerdo una leve sensación de bienestar después de beberla, como una energía renovada. ¿Real o solo sugestión? Quizás…
Y ya está, que me enrollo más que una persiana. Consulta a tu médico. Eso sí, sin dudarlo.
¿Qué beneficios tiene beber agua con sal?
¡Oye! ¿Agua con sal? Sí, sí, lo he oído, es una cosa… rara, ¿no? Mi abuela siempre decía que era buenísimo. Beneficios? Pues mira, dicen que ayuda a absorber mejor los nutrientes, ¿sabes? Como que tu cuerpo los aprovecha mejor, eso es bueno, ¿no? ¡A ver, déjame que te lo explique mejor!
Otro rollo que escuché es que mejora la digestión, que ayuda a que todo ese comida que te comes vaya más fluidito por el estómago, sin problemas, eso sí que es importante. Es como… que todo funcione mejor, ya.
Y también dicen, y esto ya es más… misterioso, que estimula la circulación. Más sangre circulando, ¿ves? Más energía, más vitalidad, ¡como si te enchufaran a la corriente! Es como magia, ¡pero de la buena! Mi primo lo usa para los dolores musculares, eh.
Pero ojo, no te pases con la sal, eh, que no es que te vaya a curar el cáncer ni nada, solo es un extra. Una cucharadita, pequeñita, en un vaso grande de agua, a lo mejor de mineral. No te emociones con eso.
- Absorción de nutrientes.
- Mejor digestión, ¡para que no te duela el estómago!
- Mejora la circulación. Eso dicen.
Ah! Y por cierto, la sal rosa del Himalaya está muy de moda ahora, pero yo uso la normal, la de toda la vida, que es más barata. No veo gran diferencia, la verdad. Y esta mañana, me tomé agua con limón y sal, ¡fue brutal! Lo recomiendo.
¿Qué pasa si tomo agua con sal en exceso?
¡Ay, madre mía! ¿Agua con sal en plan “me voy a deshidratar a lo bestia”? Pues prepárate, porque la cosa puede ser más dramática que un culebrón venezolano.
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Retención de líquidos a tope: Imagínate como un globo a punto de explotar, hinchado hasta las cejas. ¡Hola, tobillos como morcillas! Yo una vez comí tanto sushi que me pasó algo parecido, ¡casi ruedo en vez de caminar!
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Peso subiendo como la espuma: ¡La báscula va a echar humo! De repente, te sientes como si hubieras engullido un camión de donuts. Bueno, casi…
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Presión arterial descontrolada: Tu presión arterial podría dispararse más rápido que cohete espacial. ¡Cuidado con los mareos y las taquicardias! A mi abuela le pasaba eso cuando veía los precios de la luz.
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Deshidratación paradójica: Aunque suene a chiste malo, el exceso de sal puede deshidratarte. ¡El cuerpo es más raro que un calcetín sin par!
Y por si fuera poco, ¡ojo con los riñones! Si los fuerzas demasiado, podrían declararse en huelga indefinida. ¡Más vale prevenir que lamentar, mi arma!
Extra: ¿Sabías que los romanos pagaban a sus soldados con sal? De ahí viene la palabra “salario”. ¡Así que ya sabes, no te pases con la sal, que no te van a pagar por ello!
¿Cómo preparar agua con sal para hidratar?
¡Ay, el agua con sal! Suena a receta de abuelita, ¿no? Pero ojo, que tiene su ciencia. No es una pócima mágica, eh, que luego me echan la culpa si te sientes peor.
La clave está en la proporción: una o dos cucharaditas de sal (la de cocina, la común y corriente, que no te líes con sales exóticas) por litro de agua. Piensa en ello como un delicado equilibrio, como una salsa donde la sal realza el sabor… del agua. Sí, sí, lo sé, suena raro.
Mi abuela, que en paz descanse, usaba esta receta para los calambrazos después de una jornada de poda de olivos. Ella le añadía un chorrito de zumo de limón, que decía que “ayudaba a la sal a entrar”. No estoy seguro de la ciencia detrás de eso, pero a ella le funcionaba. ¡Y ella sabía un rato!
Más allá de la hidratación, recuerda que esto no sustituye a una bebida deportiva si has hecho ejercicio intenso. Es un parche, un apaño para casos puntuales de deshidratación leve, ¡no un sustituto de una buena rehidratación! ¡A mí me lo explicó mi médico el año pasado tras un maratón de pizza casero (¡que me dejó seco como un hueso!).
¿Qué más te cuento? Ah, sí. El exceso de sal es malo, te lo digo yo que tuve que usar un descalcificador en la cafetera por usar agua demasiado salada una vez (¡no preguntes!). Así que no seas loco/a, sigue la receta y no te pases de listo.
- 1-2 cucharaditas de sal por litro de agua.
- No sustituye a bebidas isotónicas.
- Exceso de sal = problemas.
Dato curioso: el cloruro de sodio, la sal común, es vital para el cuerpo, pero en dosis adecuadas. ¡No te conviertas en una salmuera! No seas tan salado/a. Y recuerda beber mucha agua normal, la buena y sin añadidos extraños.
¿Qué hace la sal en las inflamaciones?
La sal puede joder o ayudar, depende de cómo la uses, ¿sabes?
Te cuento, una vez, en agosto de 2024, después de una caminata brutal por el Monte Perdido (¡qué dolor de pies!), me torcí el tobillo. ¡Madre mía, qué susto! Estábamos en un refugio de montaña, super lejos de todo.
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Al principio, solo hielo, ¡pero no era suficiente!
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Se me ocurrió lo de la sal.
Pero no cualquier sal. Me acordé de mi abuela, siempre decía que un baño de agua con sal gorda era mano de santo para los dolores. Pero claro, no tenía bañera, ni agua caliente.
Así que improvisé. Calenté un poco de agua (¡con un hornillo de camping!), añadí sal gorda y empapé una toalla. Me la puse en el tobillo.
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Al principio, ¡picaba un montón!
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Pero después, poco a poco, empezó a calmar.
No sé si fue la sal, el descanso, o la combinación de todo, pero al día siguiente podía apoyar el pie un poco mejor. Eso sí, ¡cojeando como un pato mareado! No me preguntes por la ciencia detrás de todo eso, pero a mí me funcionó.
Claro, no es lo mismo echar sal en una herida abierta (¡error!), que hacer un baño con la concentración correcta. La sal a veces inflama, a veces alivia. ¡Un lío!
Ahora, siempre llevo conmigo una bolsita de sal gorda en mis excursiones. Por si las moscas, ya sabes. ¡Nunca se sabe cuándo la vas a necesitar! Y también un buen seguro de viaje, que después de esa experiencia, ya no salgo sin él.
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