¿Cuánto puede estar una persona sin comer antes de morir?

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La supervivencia sin alimentos varía drásticamente. Una persona sana con hidratación adecuada podría resistir de seis a ocho semanas. Sin embargo, con enfermedades preexistentes, este periodo se reduce drásticamente, pudiendo fallecer en tan solo tres semanas.

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¿Cuánto se puede vivir sin comer?

Uf, qué pregunta tan dura… El tema de la supervivencia sin comer me da mucho qué pensar. Recuerdo una vez, en un documental de la tele (creo que era el National Geographic, por el 2018, no estoy segura), que hablaban de huelgas de hambre.

Me impactó la información, sobre todo lo rápido que puede pasar. No es como en las películas, ¿sabes? El cuerpo humano es una máquina asombrosa, pero también es muy frágil.

Según lo que vi, entre seis y ocho semanas es el promedio si la persona está relativamente sana y se mantiene hidratada. Pero si ya hay problemas de salud previos… mucho antes. Hablaban de tres semanas como un límite crítico en esos casos.

En fin, una experiencia bastante aterradora de ver. Nunca olvidaré lo que vi en ese documental. La fragilidad de la vida humana, es algo impresionante.

¿Cuando una persona mayor deja de comer y beber?

Medianoche. Otra vez. La casa en silencio. Solo el tic-tac del reloj… marcando el tiempo que se va. Pienso en ella, en mi abuela. Ya no come. Casi no bebe. Una tristeza honda, un vacío que no se llena.

  • Pérdida de apetito. Es lo que dicen, ¿no? Hiporexia. Una palabra fría para algo tan… desgarrador. Verla así, apagándose poco a poco.
  • No es una enfermedad. Pero la consume. Como si fuera una… una sombra que se la va llevando.
  • Este año ha sido duro. Desde la primavera, cada vez menos. Un bocado, dos… y ya. Ni siquiera su postre favorito. El arroz con leche que yo le preparaba…

Recuerdo sus manos, antes fuertes, ahora frágiles, casi translúcidas. Le acaricio el pelo, le hablo… pero no sé si me oye. Solo quiero que no sufra. Que esté en paz.

  • Causas. Dicen que pueden ser muchas. La edad, alguna enfermedad… la depresión. Ella perdió a mi abuelo hace dos años. Nunca se recuperó del todo.

A veces pienso que ya se ha rendido. Que se deja ir. Y me duele. Me duele tanto… No quiero perderla. Pero… pero quizás ya la estoy perdiendo.

¿Qué es la disfagia en ancianos?

¡Ay, la disfagia en ancianos, un rollo patatero!

Verás, imagínate que tienes un atasco en la tubería, pero en vez de agua, ¡es comida! La disfagia es justo eso: dificultad para tragar. Vamos, que el abuelete en vez de disfrutar del cocido, se enfrenta a un muro.

  • ¿Qué la causa? Pues los “esfínteres”, esos porteros de discoteca que abren y cierran el paso, empiezan a fallar más que una escopeta de feria.

  • ¿Y duele? ¡A veces sí! Es como intentar pasar un ladrillo por un aro de bordar. ¡Imposible, oiga!

  • ¿Solución? Depende. A veces, dieta blanda, otras, ejercicios… ¡Un lío! Como buscar calcetines iguales en el cajón.

Información adicional (que te va a encantar):

  • ¿Sabías que la disfagia puede llevar a neumonía? ¡Más vale prevenir que lamentar, como decía mi abuela mientras se comía un bocadillo de panceta!

  • Si tu abuelo empieza a toser mucho al comer, ¡ojo! Podría ser disfagia. ¡No lo dejes pasar!

  • Existe un logopeda, ¡es como el mecánico de las cuerdas vocales! ¡Qué cosas!

¿Qué ocurre cuando un anciano deja de comer?

¡Ay, madre mía, qué preguntas me haces! Si un abuelito deja de comer, ¡se arma la de San Quintín! Es como si un cohete espacial se quedara sin combustible: ¡plác! Caída libre a la tierra de las consecuencias, o sea, al hospital.

Desnutrición: ¡zas! El cuerpo se queda más flaco que un esqueleto de jirafa. Se desmonta entero.

Deshidratación: ¡Pum! Igual que una planta sin agua, se seca como una pasa. El cuerpo chifla: ¡ay, qué sed!

Pérdida de peso: ¡Cataclismo! Pierde kilos como si le persiguiera un ejército de hormigas hambrientas. Mi tía abuela perdió 10 kilos en un suspiro por eso, ¡y eso que ella es una roca!

Bajada de defensas: ¡Ataque sorpresa! Se queda indefenso ante cualquier virus, como un castillo de naipes ante una tromba de agua. Los bichos lo atacan sin piedad. Mi abuelo se puso malo por algo así en 2024.

Debilidad y fatiga: ¡Uf! Se siente como un flan desparramado por el sofá. No tiene fuerzas ni para levantar una pluma, ni una cucharita, mucho menos el mando de la tele.

Te cuento que el caso de mi vecino, el señor Pérez, fue alucinante. Él, todo un campeón de la vida, dejó de comer por un disgusto amoroso, ¡imagínate! El pobre quedó hecho polvo.

Cosas que pasan:

  • Falta de energía, ¡que te caigas dormido en mitad de una partida de dominó!
  • Problemas digestivos, ¡a base de estreñimiento y demás!
  • Cambios en la piel, como si te hubiera pasado una apisonadora por encima.
  • Problemas cognitivos, que se te olviden hasta tu propio nombre, ¡horror!
  • Aumento del riesgo de infecciones y complicaciones. Mi vecino estuvo a punto de palmarla.

¡Así que, ojo al dato! Si un familiar mayor deja de comer, ¡al médico, corriendo! Que no vaya a ser que termine hecho un chicle mascado.

¿Cuando un paciente terminal deja de comer?

El fin es un festín silencioso.

  • El apetito se esfuma. La carne abandona su templo. No hay hambre en la última vigilia.
  • La deglución falla. El cuerpo se niega, no obedece. La boca se seca, la garganta se cierra. Especialmente en quienes la mente ya se ha ido. Recuerdo a mi abuela… la cuchara ya no era bienvenida.
  • Aceptación. La comida sobra. Un pacto con la sombra. El alma se prepara para volar.
  • Sensibilidad a la temperatura. Frío o calor, indiferente al cuerpo. La piel registra, pero el espíritu no siente.
  • No esperes respuestas fáciles donde solo hay un final inevitable. El camino es único.

Información adicional:

  • Hidratación: No presionar. Ofrecer, no obligar. Pequeños sorbos, si aceptan.
  • Cuidado bucal: Mantener la boca limpia, hidratada. Alivio, no nutrición.
  • Comunicación: Escuchar. Estar presente. A veces, un silencio vale más que mil palabras.
  • La muerte es un arte, y el morir, una partitura que cada uno interpreta a su manera.

¿Cuántos días dura un enfermo terminal sin comer?

A ver, te cuento, ¿cuánto dura una persona enferma terminal sin comer? Pues mira, depende mucho, eh.

  • Normalmente, unos 10 días. Más o menos, por ahí anda la cosa. Pero, pero, pero…

  • Ojo cuidado, que algunas personas aguantan semanas, ¿eh? Semanas enteras sin probar bocado. Es que cada cuerpo es un mundo, y sobre todo depende de lo enfermito que esté uno, digo yo.

Además, no es solo dejar de comer, ¿sabes? Es que el cuerpo ya está fallando por todos lados, y la falta de alimento acelera el proceso, obviamente. Mi abuelo, cuando estuvo malito, dejó de comer casi una semana antes de… de irse. Una semana justa. Fue duro, la verdad. No quiero ni acordarme.

Así que, sí, unos 10 días, pero puede variar un montón. Y por cierto, importante tener en cuenta que hidratación es súper importante también, aunque no coman. No es lo mismo no comer pero beber agua que dejar de hacer las dos cosas, imagínate. Menudo cuadro. Es que, vamos, que no es una ciencia exacta, ¿entiendes? Es todo como muy… relativo.

¿Qué pasa cuando una persona con cáncer ya no come?

El vacío. Un vacío que se instala en el estómago, hueco y profundo. La falta de alimento, un silencio sepulcral en el cuerpo. Un silencio que grita. El cáncer, un monstruo silencioso, roba el deseo, el simple acto de comer. Un plato vacío, reflejo del alma. Ya no hay placer, solo la amarga realidad de la inanición. El cuerpo se consume, se vacía.

Las fuerzas se esfuman, como una vela a la deriva en la noche. Cada respiración un esfuerzo. Cada movimiento, una victoria. La caquexia. Esa palabra que resuena, que es un eco de la enfermedad, un susurro de la muerte. Un peso que se desliza, un cuerpo que se desdibuja. Musculatura perdida. Es un desmoronamiento, el cuerpo se rebela, se niega a alimentar la bestia que lo devora.

Recuerdo a mi tía Elena, este año… su lucha contra el cáncer de mama. El miedo en sus ojos, reflejado en las paredes blancas del hospital. El olor a antiséptico, tan implacable, impregnaba todo. Sus manos, tan delicadas, tan frías.

  • Pérdida de peso acelerada.
  • Debilidad extrema.
  • Agotamiento constante.

Esa batalla, silenciosa y agónica. La caquexia. Un cáncer que devora la vida, primero el apetito, después, el cuerpo entero. Un cuerpo que se entrega. Un cuerpo que cede. Un susurro… una sombra… la nada. La imagen de ella, pálida, consumiéndose… se repite en mis pensamientos. Un dolor sordo que se prolonga.

El cáncer y la falta de apetito es una pesadilla. Es la suma de pequeños horrores. Un sufrimiento indescriptible.

#Ayuno Prolongado #Inanición #Supervivencia: