¿Cuánto tiempo entrenan los nadadores?

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La dedicación de un nadador de élite implica un régimen de entrenamiento intensivo. Suelen dedicar entre 20 y 35 horas semanales a la práctica, con jornadas que incluyen dos sesiones acuáticas y una de entrenamiento en tierra firme, dependiendo de la época del año y la cercanía de las competiciones.

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El Reloj del Agua: Descifrando las Horas de Entrenamiento de un Nadador

La imagen de un nadador deslizándose por el agua con aparente facilidad oculta una realidad de esfuerzo y disciplina férrea. Detrás de cada brazada perfecta y cada viraje milimétrico se esconden horas y horas de entrenamiento, una dedicación casi monástica al deporte. Pero, ¿cuánto tiempo exactamente invierten estos atletas en perfeccionar su arte?

La respuesta, como en muchos deportes de élite, no es única ni sencilla. Si bien la percepción popular asocia la natación con largas jornadas en la piscina, la realidad es un complejo entramado de trabajo acuático, preparación física en seco y, crucialmente, descanso. Hablar de un nadador “promedio” resulta casi imposible, ya que las variables son numerosas: edad, nivel competitivo, especialidad, objetivos a corto y largo plazo, e incluso la filosofía del entrenador, influyen en la planificación del entrenamiento.

Sin embargo, podemos trazar un perfil general del nadador de alto rendimiento. Estos atletas dedican una parte sustancial de su vida a la preparación, invirtiendo entre 20 y 35 horas semanales en su desarrollo deportivo. Esta cifra, que puede parecer desorbitada para el público general, se distribuye estratégicamente a lo largo de la semana, generalmente en dos sesiones acuáticas diarias y al menos una sesión de entrenamiento en tierra.

El agua, su medio natural, es el escenario principal de su preparación. Aquí, perfeccionan la técnica, trabajan la resistencia, la velocidad y la potencia. Pero el trabajo no termina al salir de la piscina. El entrenamiento en seco es fundamental para complementar el trabajo acuático. Ejercicios de fuerza, flexibilidad, core y pliometría son esenciales para prevenir lesiones, aumentar la potencia y mejorar el rendimiento general. Este entrenamiento “en seco” puede incluir pesas, máquinas, ejercicios con el propio peso corporal, e incluso disciplinas como el yoga o el pilates.

Además, la proximidad de las competiciones juega un papel crucial en la intensidad y el volumen del entrenamiento. En periodos pre-competitivos, la carga de entrenamiento suele disminuir para permitir la recuperación muscular y la puesta a punto. En contraste, durante las fases de base, el volumen de entrenamiento es mayor, priorizando el desarrollo de la resistencia y la fuerza.

Por último, y no menos importante, el descanso es un componente tan vital como el entrenamiento en sí mismo. Dormir las horas adecuadas, mantener una alimentación equilibrada y gestionar el estrés son pilares fundamentales para la recuperación y el rendimiento óptimo. Sin un descanso adecuado, el cuerpo no puede asimilar el entrenamiento y el riesgo de lesiones aumenta considerablemente.

En definitiva, la vida de un nadador de élite se rige por el “reloj del agua”, un ritmo constante de esfuerzo, disciplina y dedicación. Las 20 a 35 horas semanales de entrenamiento no solo representan la inversión de tiempo, sino también la pasión y el compromiso necesarios para alcanzar la excelencia en este deporte tan exigente.