¿Por qué me sale tanto sarro?
"¿Por qué tengo tanto sarro? Podría ser por higiene bucal deficiente, consumo excesivo de azúcares, boca seca (xerostomía), tabaquismo, enfermedad de las encías o incluso predisposición genética. ¡Consulta a tu dentista para una evaluación!"
¿Causas del exceso de sarro dental y cómo puedo evitarlo?
A ver, te cuento mi batallita con el sarro, que tela marinera. ¡Uf! El sarro, ese enemigo silencioso… ¿Por qué aparece? Pues, según mi experiencia y lo que he ido investigando (más por necesidad que por gusto, la verdad), hay varios culpables.
Lo primero, si no te lavas bien los dientes, ya tienes un pie dentro. Imagínate, restos de comida ahí, felices, formando una colonia. ¡Puaj! Luego, si eres de los que le dan al dulce a saco, como yo antes (¡mea culpa!), pues ya le estás poniendo la alfombra roja al sarro.
¿Boca seca? ¡Otro problema! La saliva es nuestra amiga, limpia la boca. Si no tienes suficiente, el sarro se instala como Pedro por su casa. Fumar… bueno, eso ya es como echarle gasolina al fuego. ¡Mal asunto!
Las encías enfermas tampoco ayudan, crean un ambiente perfecto para que el sarro se sienta cómodo. Y, ojo, que a veces es cosa de familia. Yo creo que lo mío viene por ahí, porque mi abuela… ¡tela marinera con el sarro! Vamos, que la genética influye.
¿Cómo evitarlo? Pues, después de años luchando contra este enemigo, te digo: higiene a tope, moderar el dulce, mantener la boca hidratada, dejar de fumar (¡si lo haces!), cuidar las encías y… ¡mucha paciencia! Una limpieza dental anual en la clínica (yo pago unos 60€ en un sitio que conozco en Madrid, centro) también ayuda. ¡Es la guerra, colega!
¿Qué hacer para que no se acumule sarro?
¡Ay, el sarro! Me da una rabia… Siempre tengo que ir al dentista a que me lo quiten. Este año ya me lo limpiaron dos veces. ¡Dos veces! ¿Es normal?
Cepillarse bien, eso está claro. Pero, ¿cuántas veces al día? Dos, ¿no? A la mañana y antes de dormir. Con mi cepillo eléctrico, el Oral-B io9, que me costó un dineral, pero bueno… ¡al menos lo noto!
Y el hilo dental… ¡qué pereza! Siempre se me olvida. Debería ponerme una alarma en el móvil, ¿verdad? Ya lo he intentado antes… pero nunca funciona. Soy un desastre con las rutinas. Necesito una pegatina en el espejo. O tal vez… ¡un tatuaje! Jajajaja, ¡qué locura!
El hilo dental es clave, sí. ¡Es imprescindible! Parece que sí, que es super importante. Es que esa placa… ¡es horrible! Se nota al tacto.
¿Qué más? Agua. Mucha agua. ¿O es un mito? No sé, siempre lo dicen. Y beber menos refrescos… aunque… este verano… ¡me he tomado tantos! Mal, muy mal. Debería apuntarlo en mi agenda… la del año pasado la perdí.
- Cepillado dos veces al día.
- Hilo dental… ¡diario! (Si consigo no olvidarlo)
- Más agua.
- Menos refrescos.
Visitas al dentista: revisiones cada seis meses. ¡Eso sí que lo cumplo! Aunque me da un poco de miedo. El ruido de los aparatos… uff. Pero bueno, es necesario.
¡Ah! Y algo que se me olvidaba. En la última limpieza, la dentista me recomendó un enjuague bucal con flúor. Dice que ayuda a prevenirlo. No sé si funciona… probaré a ver.
¿Qué cosas generan sarro en los dientes?
¿Sarrito rebelde? ¡Ah, la pesadilla blanca que se aferra a nuestros dientes! La mala higiene dental es la principal culpable, ¡como un inquilino moroso que se niega a desalojar!
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Azúcar, dulce veneno: Los alimentos azucarados son como la alfombra roja para las bacterias. ¡Organizan una fiesta en tu boca y el sarro es el confeti! Es como si tuvieras un dentista de vacaciones… permanentes.
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Pan, el traidor: El pan blanco, ese esponjoso amigo, se transforma en azúcar en la boca. ¡Es un lobo con piel de cordero! Y yo que me creía su amigo.
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Alcohol, el desinhibido: El alcohol reseca la boca, creando un ambiente perfecto para el sarro. ¡Es el DJ que pone la música para la fiesta de las bacterias! ¿Con qué se acompaña mejor un vino que con sarro?
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Cítricos, la acidez corrosiva: Los cítricos erosionan el esmalte dental, haciendo más fácil que el sarro se adhiera. ¡Son como pequeños kamikazes contra tus dientes! Recuerdo una vez que bebí tanto zumo de naranja que juré que mis dientes estaban hechos de papel de lija.
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El café, el gran incomprendido: Aunque amamos el café para empezar el día, su acidez no ayuda en la lucha contra el sarro. ¡Es como un amor no correspondido!
Para combatirlo, hay que cepillarse los dientes después de cada comida, usar hilo dental y visitar al dentista regularmente. ¡Ah, y no olvidar el colutorio! Es como la artillería pesada contra el sarro.
¿Sabías que… algunas personas son más propensas al sarro que otras? ¡Es como si tuvieran un imán para la placa bacteriana! Genética, supongo.
¡Ah! Y una cosa más: ¡No uses bicarbonato de sodio para blanquear tus dientes! Es como usar una bomba nuclear para matar una mosca. ¡Confía en tu dentista!
¿Qué alimentos forman más sarro en los dientes?
¡Dulce tentación, amargo final! Los alimentos que aman los microbios de tu boca – esos pequeños glotones – son los reyes del sarro. Azúcar, azúcar y más azúcar. ¡Es como una fiesta en tus dientes, pero sin invitación para el dentista!
¿Sabes? Es como cuando mi sobrino le da un atracón de caramelos en la piñata, ¡un desastre pegajoso! Pero en lugar de limpiar la alfombra, ¡tienes que ir al dentista! ¡Qué ironía, la dulzura nos traiciona!
- Azúcar refinada: El néctar de los dioses… ¡para las bacterias! Refrescos, dulces, bollería industrial, ¡todo un festín para el sarro!
- Carbohidratos fermentables: Pan blanco, patatas fritas… ¡Piensa en ellos como el “abono” para el jardín de bacterias en tu boca!
- Alimentos pegajosos: Caramelos masticables, gominolas… ¡Se adhieren a tus dientes como si fueran imanes, dando a las bacterias tiempo extra para trabajar!
Recuerdo un anuncio de pasta de dientes de 2023, donde los actores sonreían con unos dientes ¡blancos nucleares!, pero seguro que no comían chucherías como las que me zampo yo cuando veo una peli mala en la tele.
El sarro es como la mala hierba de tu sonrisa: persistente y antiestética. Así que, ya sabes, ¡más vale prevenir que curar! ¡Cepíllate, usa hilo dental y, por el amor de tu dentista, modera el azúcar! ¿O prefieres financiarle las vacaciones en Maldivas? ¡Tú decides!
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