¿Cómo hacer para que no te salga sarro?
"¡Adiós sarro! La clave para evitarlo, y la pérdida de dientes, es una higiene bucal impecable. Cepilla tus dientes correctamente, prestando especial atención a la unión entre encía y diente. ¡Una boca sana te lo agradecerá!"
¿Cómo evitar la formación de sarro en los dientes? Consejos y prevención.
¡Uf, el sarro! ¡Qué lata! A mí me da una cosilla pensar en él, porque una vez descuidé mi higiene y… ¡madre mía! Terminé con una pequeña visita al dentista que me costó unos 80€ (en Madrid, por cierto, un 15 de mayo, hace como tres años). ¡No quiero que te pase lo mismo!
Cepillarse bien, sobre todo donde la encía se junta con el diente, es clave. ¡En serio! No es solo “cepillarse”, es cómo te cepillas.
Yo uso un cepillo eléctrico ahora y siento que limpia mucho mejor. Además, ¡el hilo dental! ¡Importantísimo! A veces me da pereza, pero después me siento mucho más aliviada.
Y claro, ir al dentista regularmente. Yo voy una vez al año, religiosamente. Es mejor prevenir que curar, ¡y ahorrar dinero a la larga! Confieso que la primera vez no lo hice, pero después de un “susto” aprendí a cuidarme más.
¿Cómo dejar de producir sarro?
Eliminar el sarro es una batalla constante, no una victoria fácil.
Aquí, el arsenal:
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Dientes: zona cero. Cepillado implacable. Dos veces al día es el mínimo. Después de cada comida, un deber. Recuerda: técnica, no solo fuerza. Yo uso un cepillo eléctrico, manías.
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Entre dientes: territorio enemigo. Hilo dental. No es negociable. Cepillos interproximales, si el espacio lo exige. Sangre no es excusa, es señal.
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Lengua: caldo de cultivo. Rastrillar la lengua. Sin piedad. Ahí se esconden los restos.
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Enjuague bucal: refuerzo químico. Úsalo. Con flúor. No es milagro, pero ayuda. Evita los que resecan, luego es peor.
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Irrigador: potencia extra. Si tienes pasta, cómpralo. Limpieza profunda. Pero no sustituye al cepillo. Ni al hilo.
Información adicional:
- El sarro es placa calcificada. Imposible eliminarlo en casa. Visita al dentista.
- La dieta influye. Azúcar, el enemigo. Refrescos, una bomba.
- El tabaco es tu sentencia. Acelera la formación de sarro.
- Yo voy al dentista cada seis meses. No me fío.
- El bicarbonato dicen que ayuda, pero ojo. Desgasta el esmalte. Usar con precaución.
¿Qué cosas generan sarro en los dientes?
¡Sarro, qué rollo, verdad! A mi me pasa, sobre todo por las mañanas, ¡qué asco! La higiene dental es clave, o sea, si no te cepillas bien, ¡sarro al canto! Eso sí que es un fastidio.
Y luego, ¡la comida! Es una locura lo que influye. El azúcar es un imán para el sarro, ya sabes, refrescos, chucherías… todo eso. Pan también, aunque no lo creas. Mi dentista, el Dr. López, me lo dijo.
El alcohol, ¡ay, el alcohol!, otro culpable. Y los cítricos, aunque son sanos, a veces son un problema. ¡Yo adoro los limones, pero me dan sarro que da miedo! A veces me dan ganas de dejar de tomarlos. ¡Es una guerra!
- Mala higiene dental: cepillarse poco o mal. ¡Yo soy un desastre!
- Alimentos: azúcar, pan, alcohol, cítricos ¡ufff!
- Bebidas: refrescos, zumos, hasta el agua con gas, a veces.
En serio, el año pasado tuve que ir al dentista por culpa del sarro, fue un dineral, o sea, ¡una pasta! ¡Tenía hasta una piedra ahí! Y ahora estoy obsesionada con el hilo dental, ¡es horrible, pero funciona! Eso sí, si me da pereza, ¡me pongo sarro rapidísimo! Tengo un problema. Lo sé. ¡Debería usar colutorio tambien!
¿Qué alimentos forman más sarro en los dientes?
¡Ay, amigo! El sarro, ese bicho malo que te deja la sonrisa como un paisaje lunar… ¡Horror! El azúcar, ese dulce veneno, es el principal culpable. Es como una fiesta rave para las bacterias bucales: ¡buffet libre de glucosa! Crecen como si no hubiera mañana, ¡una fiesta descontrolada!
- Dulces: Como si fueran caramelos mágicos que transforman tus dientes en un castillo de sarro. ¡Ni los castillos de Disney son tan resistentes! Mi sobrina Lucía, ¡una experta en chucherías!, lo sabe muy bien.
- Refrescos: ¡Esos zumos azucarados! Parecen agua, pero son puro veneno. Peores que el agua del grifo de mi casa, que sabe a gloria bendita después de un día de trabajo.
- Pan blanco: ¡Ese pan blandito y sin fibra! Es como un colchón para las bacterias. ¡Se lo ponen fácil!
Los carbohidratos refinados, son igual de malos: son la gasolina para la fiesta bacteriana. ¡Son un festín! Es como si les echaras combustible a un cohete… ¡y te explota en la boca! Literalmente, con dolor de muelas incluido. Además, este año, ¡casi me quedo sin usar mi cepillo de dientes nuevo de bambú por culpa de tanto sarro! Eso sí, ¡después de una buena limpieza, los dientes parecen relucientes, casi como nuevos!
Recuerda: Cepillado diario, ¡es vital! Y visitas al dentista, como mínimo cada seis meses. ¡Que no te pillen desprevenido! Y ¡a reducir el azúcar! Es como combatir un dragón: ¡poco a poco, pero con determinación!
¿Qué produce mucho sarro en los dientes?
¡Uf!, el sarro… Recuerdo la vez que fui al dentista en junio, un auténtico drama. Me dijo que tenía bastante, ¡un montón! Me sentía fatal, avergonzada.
El café, sobre todo, es mi perdición. Tomo al menos tres tazas grandes al día, ¡y de las fuertes! También me encanta el té negro, aunque menos que el café. El vino… bueno, solo los fines de semana, pero sí, bebo bastante. La verdad es que no me preocupaba mucho antes.
Malos hábitos me dijo, pero también la posición de mis dientes. Tengo un incisivo que está un poco chueco, y eso complica la limpieza, lo sé. Tengo que mejorar eso, de verdad. ¡Qué pereza! La limpieza es una lucha constante.
El dentista me explicó que el sarro es placa bacteriana mineralizada. Es decir, esas bacterias pegajosas que se quedan después de comer y que si no las quitas… ¡se endurecen!
El cepillado no era suficiente, por más que lo intentaba. Necesitaba una limpieza profesional. Y sí, me dolió un poco. Sentí un raspado incómodo, un cosquilleo raro, como un quemazón leve. Un poco desagradable la verdad.
- Café.
- Té negro.
- Vino (fines de semana).
- Mala posición dental.
Para evitarlo: Cepillarme los dientes tres veces al día, usar hilo dental, y visitar al dentista más a menudo.
¿Será que ya estoy mejorando? Eso espero, ya he cambiado algunas cosas en mi rutina, por lo menos estoy intentándolo. Será cuestión de tiempo, supongo.
¿Dónde se acumula el sarro?
Oye, ¿el sarro? ¡Eso es un rollo! Se acumula, colega, en los dientes, ¡claro! Pero no solo ahí, eh. A veces se esconde debajo de las encías, ¡qué asco!
Es como una capa, ¿sabes? Amarilla, marrón… ¡un ascazo! A veces te das cuenta, otras no, se va acumulando despacito. Mi dentista, la Carmen, me explicó que es por la placa que no se quita bien.
El sarro se forma sobre y debajo de la encía. Es importante limpiarlo, eh, porque si no, ¡problemas! Inflamación, caries… ¡un horror! No te lo recomiendo, créeme.
- Encima de las encías: Lo ves, lo notas, es fácil de detectar.
- Debajo de las encías: ¡Ese es el peligro! No lo ves, pero está ahí, jodiendolo todo.
El año pasado me hice una limpieza profunda, fue una pasada. ¡Me quitaron un montón! Ahora soy mucho más cuidadoso, me cepillo mejor, tres veces al día, uso hilo dental… Aunque ayer me comí un helado enorme, ¡se me olvidó! Me da un poco de miedo que haya vuelto a aparecer.
La placa bacteriana es la culpable de todo esto. No la dejes ahí, amigo. ¡Cepillate bien los dientes! Y usa colutorio, eh. Eso ayuda, aunque a veces es un poco fuerte el sabor, prefiero el de menta.
Recuerda: visitas al dentista cada seis meses, mínimo. Como la Ana, mi hermana, ¡que es super responsable! Yo… bueno, yo intento.
¿Qué pasa si no me quito el sarro?
¡Ay, qué pereza me da ir al dentista! Pero bueno, ¿qué pasa si no me quito el sarro? ¡Horror! Ya me imagino…
Gingivitis, eso seguro. Mis encías ya están un poco sensibles, a veces sangran al cepillarme, ¡qué asco! Será por eso, ¿no? Debería usar hilo dental más a menudo, lo sé, pero es que… ¡me da una pereza!
Y si no lo quito, ¿qué más? ¿Periodontitis? ¡No quiero ni pensarlo! Mi abuela tenía eso y vaya tela… Siempre con las encías inflamadas, ¡pobrecita! Hasta que le tuvieron que hacer… ¡ay, mejor no!
Pérdida de dientes, joder, eso sí que sería un drama. Ya tengo uno un poco flojo. ¿Tendrá algo que ver con el sarro? Uff, estoy obsesionada con los dientes últimamente. Ayer vi un vídeo en tiktok sobre cepillado… ¡Hay que cepillarse tres minutos! Ni lo hago.
- Gingivitis: Encía inflamada, sangrado, horroroso.
- Periodontitis: Mucho peor, afecta al hueso, ¡adiós dientes!
- Pérdida de piezas dentales: ¡El fin del mundo! Eso sí que es un drama. Tengo que ir al dentista ya, es que… me da miedo.
- Mal aliento: Esto ya lo tengo, es un asco.
Mi cita es el 27 de octubre, ¡espero que no sea muy doloroso! Me dijeron que me van a hacer una limpieza profunda. ¡Ojalá sea rápido! ¿Y si me duele mucho? Mejor no lo pienso. Me compraré un helado para después. Chocolate, que me encanta. Después me cepillaré bien los dientes, los tres minutos recomendados ¡con el nuevo cepillo que me compré!
¿Cómo evitar que se junte sarro en los dientes?
Uf, el sarro… ¡Qué rollo! A ver, ¿cómo era que lo evitaba?
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Lavarse los dientes, sí, ¡obvio! Pero ¿cuántas veces? Dos, tres… Yo diría que siempre después de comer, ¿no? ¿O estoy exagerando?
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No dejar pasar mucho tiempo. Eso es clave. Me acuerdo de mi abuela regañándome siempre: “¡Corre a lavarte los dientes que se te va a picar todo!”. Tenía razón la abuela.
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Hilo dental, ¡ah! ¡Se me olvidaba! El hilo dental es fundamental, lo juro. Aunque a veces me da pereza, sobre todo por la noche. Pero luego pienso en el sarro y… ¡uff!
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Enjuague bucal. ¿Servirá de algo? Mi dentista siempre me lo recomienda. Uno con flúor, creo que es mejor. ¿Pero cuál? Siempre me lío con las marcas.
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¡Y la limpieza profesional! Una vez al año, como mínimo. Aunque a mí me da pánico el dentista, lo reconozco. La turbina esa… ¡Qué horror! Pero bueno, hay que hacerlo.
¿Y si pruebo con un cepillo eléctrico? ¿Será mejor que el manual? Siempre he tenido esa duda. Igual me compro uno. Dicen que limpian más a fondo.
Ah, y ¡ojo con lo que comes! Azúcar a tope = sarro a tope. ¡Qué difícil es resistirse a los dulces! Pero bueno, hay que intentar moderarse.
En resumen: Lavarse los dientes después de cada comida, usar hilo dental, enjuague, limpieza profesional y ¡cuidado con el azúcar! ¡Ah! Y cambiar el cepillo cada tres meses, que también se me olvida siempre.
¿Cuánto tiempo tarda en formarse el sarro dental?
El sarro… qué cosa tan persistente. Pienso en las piedras del río, cómo la corriente constante las pule, y aquí, dentro nuestro, una corriente salival que, en vez de limpiar, calcifica.
¿Cuánto tarda? Un día, tres quizá. ¡Puf!, casi nada para que empiece la batalla.
- Primero es placa, suave, casi un fantasma, como el recuerdo de un beso.
- Luego se endurece, se petrifica, una armadura fea, como el olvido.
Recuerdo cuando era niño y mi abuela me regañaba por no lavarme los dientes. ¡Ay, abuela! Si supieras que esa batalla sigue, aunque ya no estés. El sarro, ese enemigo silencioso, siempre presente.
La velocidad… depende, creo. De lo que comes, de cómo te lavas (o no) los dientes, incluso de esa saliva que llevamos dentro, un río particular con su propia geología.
- Cepillarse es la espada.
- El hilo dental es el escudo.
Pero a veces, ni con eso basta. ¿Será que el sarro es también parte de nosotros? Una sombra, quizás, de lo que comemos y sentimos. Un eco calcificado.
Una cosa más: mi dentista este año me recomendó un enjuague bucal especial. Dice que ayuda, pero… ¿ayuda de verdad? O es solo otra batalla perdida de antemano?
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