¿Qué daños puede causar la acidez estomacal?

¿Qué consecuencias tiene la acidez estomacal?

Uf, la acidez… Recuerdo una vez, en julio del 2021, en Madrid, después de una paella monumental (¡qué rica estaba!), me dio un reflujo horrible. Me ardía todo.

Esa sensación, fue como un fuego lento en el pecho. Pensé que se me iba a quemar todo por dentro. La verdad es que me preocupó bastante.

Luego me enteré que el ácido, si es muy fuerte, puede dañar el esófago. Inflamación, sangrado… hasta úlceras. Una amiga, le pasó eso, tuvo que tomar medicación un mes entero.

El médico me explicó que las paredes del esófago son delicadas. El ácido las irrita, y eso genera la acidez, claro.

Fue una experiencia desagradable que me enseñó a cuidar mejor mi alimentación, sobre todo después de comidas copiosas. Desde entonces, evito las grasas, picantes y el café muy fuerte.

¿Qué órganos afecta la acidez estomacal?

Esófago, ¡claro! Como si le estuvieras echando fuego directamente. Pobrecito, ahí aguantando como un campeón.

• Estómago: El culpable principal, ¡el epicentro del desastre! Allí se cuece todo… literal. Como un volcán a punto de erupcionar. Bueno, yo un día me pasé con el picante y sentí que mi estómago era Mordor.

• Garganta y cuello: Las víctimas colaterales. A veces sube el ácido y… ¡zas! Ardor de garganta que ni cantando flamenco. Te juro, una vez hasta me quedé afónico. Parecía Darth Vader con catarro.

• ¡Mis nervios! (es broma… bueno, no tanto). A ver, oficialmente no es un órgano, pero la acidez me pone de los nervios. Como un gremlin al que le han dado de comer después de medianoche.

Y ahora, un poquito de información extra, que nunca viene mal. Hay cosas que hacen que la acidez se ponga flamenca, como comer como si no hubiera un mañana (me conozco), el estrés (mi segundo nombre), el café (mi combustible vital), el chocolate (mi perdición) y fumar (cosa que no hago, ¡fijo!).

Y si la acidez te visita más que tu suegra, ¡al médico, patita! Que no es cosa de broma. Yo una vez pensé que tenía acidez y resultó ser… bueno, mejor no cuento la historia. ¡Pero al médico fui corriendo!

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