¿Qué es el síndrome de la bola de nieve?

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Síndrome de la Nieve Visual: Visión persistente de pequeños puntos blancos, similar a nieve de televisión o copos de nieve. Suele acompañarse de cefalea. No es una enfermedad específica, sino un síntoma que puede indicar diversas patologías oculares o neurológicas. Requiere evaluación médica para diagnóstico y tratamiento.

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¿Qué es ese… síndrome de la bola de nieve? Suena raro, ¿verdad? Como algo sacado de una película de ciencia ficción, ¿no crees? Pues resulta que es algo mucho más terrenal, aunque igual de inquietante. Me refiero a esa visión… esa… nieve que a veces se me aparece en los ojos.

Es como si tuviera una vieja televisión analógica encendida justo delante de mi cara, con toda esa estática, esos puntitos blancos bailando sin cesar. Unos días son más, otros menos; a veces apenas los noto, otras…uff, me dan ganas de arrancarme los ojos. No exagero. De verdad.

Recuerdo una vez, en plena presentación de un proyecto importantísimo – ¡imagínate el estrés! – que la “nieve” me jugó una mala pasada. Se intensificó hasta casi cegarme. Tenía la cabeza a punto de explotar, de tanto dolor de cabeza. Me sentía como si alguien me hubiera echado un puñado de sal en los ojos… Tuve que parar, claro. La vergüenza fue monumental. Luego me dijeron que era por el estrés… ¿Será que la tensión lo empeora?

El médico me explicó que no es una enfermedad en sí misma, sino un síntoma. Dijo algo así como “visión persistente de pequeños puntos blancos”, o sea, lo que ya sabía, solo que con palabras más…técnicas. Me habló de posibles problemas oculares o… ¡neurológicos! La palabra “neurológico” me dio un vuelco al estómago. Pero bueno, afortunadamente, después de algunos exámenes… parece que todo está más o menos bien. Por ahora. Aunque… a veces aún me preocupa que vuelva. ¿Qué pasaría si se vuelve crónico?

Eso de “requiere evaluación médica”, que te dicen en esas páginas web… es la pura verdad. No hay que tomárselo a la ligera. Porque aunque parezca una tontería, esos puntitos blancos… pueden ser la señal de algo más. Yo lo aprendí a las malas. Así que si te pasa, no dudes en ir al oculista, eh. No te quedes con la duda. Créanme, es mejor prevenir que lamentar.