¿Qué opina de la crítica de Navarro (1998) a la definición de salud de la OMS?

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Navarro (1998) criticó la definición de salud de la OMS por su supuesto consenso universal sobre salud y bienestar, considerándola ahistórica y apolítica, con un problema epistemológico fundamental.
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La Definición de Salud de la OMS bajo la Lupa Crítica de Navarro (1998): Un Análisis de sus Limitaciones

La definición de salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 1948, “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia”, ha sido objeto de debate y reinterpretación a lo largo de las décadas. Entre las críticas más incisivas se encuentra la de Vicente Navarro (1998), quien la desmonta argumentando su ahistoricidad, apolítica y un problema epistemológico fundamental. Este artículo profundiza en el análisis de Navarro, explorando la validez de sus argumentos y sus implicaciones para la comprensión de la salud en el siglo XXI.

Navarro, desde una perspectiva socioeconómica crítica, señala el falso consenso implícito en la definición de la OMS. La idea de un “completo bienestar” se presenta como un ideal universal, ignorando las profundas desigualdades sociales que determinan el acceso a la salud y, por ende, la posibilidad de alcanzar ese estado. Para Navarro, esta visión utópica no solo es irrealizable para una gran parte de la población mundial, sino que también encubre las raíces sociales de la enfermedad y la inequidad en el acceso a los recursos sanitarios. La definición, en su aparente neutralidad, se convierte en una herramienta que invisibiliza las determinantes sociales de la salud, como la pobreza, la discriminación y la falta de acceso a una vivienda digna, educación y alimentación adecuada.

La acusación de ahistoricidad se basa en la ausencia de un contexto histórico y social específico en la definición. Navarro argumenta que la salud no es un concepto abstracto, sino que está profundamente moldeado por las condiciones materiales de vida y las relaciones de poder en cada momento histórico y lugar geográfico. Una definición universal, desligada de la realidad socioeconómica, carece de utilidad para comprender las especificidades de las diferentes poblaciones y diseñar políticas de salud efectivas y equitativas. Ignorar el contexto histórico implica obviar las luchas sociales por la mejora de las condiciones de vida y el acceso a la salud, reduciendo la comprensión de la salud a un mero estado individual, despolitizando un asunto intrínsecamente político.

Finalmente, el problema epistemológico al que alude Navarro reside en la base misma de la definición. La afirmación de un “completo bienestar” es metafísica y difícilmente medible. La OMS, según Navarro, adopta un modelo positivista que busca objetivar la salud, ignorando la complejidad y subjetividad inherentes a la experiencia de la enfermedad y el bienestar. Esta falta de precisión dificulta la evaluación de las políticas de salud y la identificación de las necesidades reales de la población. La búsqueda de una medida objetiva y universal de la salud, se convierte en un obstáculo para el desarrollo de intervenciones que aborden las desigualdades y las experiencias subjetivas de la enfermedad.

En conclusión, la crítica de Navarro a la definición de salud de la OMS resulta fundamental para comprender las limitaciones de un enfoque que prioriza un ideal universal sobre la realidad social. Su llamado a la contextualización histórica y al reconocimiento de las determinantes sociales de la salud es clave para el diseño de políticas sanitarias justas y efectivas, que no solo se centren en la ausencia de enfermedad, sino también en la promoción del bienestar en un contexto social equitativo. La discusión, a casi 25 años de la crítica de Navarro, sigue siendo de vital importancia para repensar los enfoques de la salud pública y promover una visión más justa y equitativa del bienestar.