¿Qué pasa si aprieto mucho el tensiómetro?

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¡Ay, qué susto! Aprietar demasiado el tensiómetro me da hasta miedo pensar en ello. No es que sea peligroso en sí, pero ¡qué fastidio! Las mediciones quedan completamente inservibles, todo el esfuerzo se va al traste y el estudio, ¡a la basura! Me da mucha rabia pensar en el tiempo perdido y en la frustración de obtener resultados inútiles. Hay que hacerlo con cuidado, con delicadeza, para obtener una lectura confiable.

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¿Qué pasa si aprieto mucho el tensiómetro? Uf, ¡no me quiero ni imaginar! Me da una cosa… ¿Sabes esa sensación de cuando haces algo mal y te dan ganas de gritar? Pues eso. No es que vaya a explotar ni nada, pero… ¡menuda gracia! La lectura sale disparatada, totalmente inútil. Como cuando te esfuerzas mucho en una receta y se te quema al final, ¿no? Todo el rollo para nada. Recuerdo una vez, estaba súper nerviosa por una presentación en el trabajo y quería controlar mi tensión. ¡Qué desastre! Apreté el tensiómetro como si me fuera la vida en ello y, claro, la lectura fue una locura. Más de 200 la sistólica, parecía que me iba a dar algo. ¡Y todo por apretar demasiado! Luego, respiré hondo, lo hice bien, con calma, como debe ser… y ¡voilà! Una lectura normal. Es que, ¿para qué complicarse la vida? Hay que ser suave, delicado… como acariciando un gatito. Bueno, quizá no tanto, pero ya me entiendes, ¿verdad? No hace falta ser un científico espacial para tomar la tensión correctamente. He leído por ahí que un error común es inflar demasiado el manguito, y que eso puede dar lecturas falsas… No sé, algo así como un 10% o 20% más altas, creo. Pero bueno, a mí me parecen mucho más. En fin, que lo importante es tomárselo con calma y hacerlo bien, para que luego no tengas que repetirlo todo. Y sobre todo, ¡para no llevarte esos sustos innecesarios!