¿Qué provoca más muertes en el mundo?

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La COVID-19 se posicionó como la principal causa de muerte en 2021 en ciertos países, superando a otras enfermedades, con un impacto significativo de más de 4 millones de fallecimientos.
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Más allá de la COVID-19: Desentrañando las causas reales de mortalidad a nivel mundial

La pandemia de COVID-19 impactó profundamente en la salud global, posicionándose como la principal causa de muerte en algunos países durante 2021 y dejando un saldo de más de 4 millones de fallecimientos. Sin embargo, la narrativa alrededor de esta crisis sanitaria no debe oscurecer las causas de mortalidad preexistentes y subyacentes que siguen siendo responsables de la mayoría de las muertes en el mundo. Este artículo profundiza en el panorama completo, más allá de las cifras de la COVID-19, para entender las amenazas reales que acechan la vida humana a escala global.

Más allá de la estadística de 2021, la realidad es que enfermedades crónicas como las cardiovasculares, el cáncer y las enfermedades respiratorias crónicas siguen encabezando las listas de causas de muerte a nivel mundial. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha destacado consistentemente estos factores como los responsables de la mayor carga de enfermedad y mortalidad a nivel mundial, incluso antes de la pandemia. Si bien la COVID-19 causó un incremento notable en la mortalidad en ciertos momentos y lugares, su impacto no eclipsa la magnitud y complejidad de las enfermedades crónicas.

Factores socioeconómicos, ambientales y de acceso a la atención médica juegan un papel determinante. La desigualdad en el acceso a la atención médica, a una alimentación saludable y a la educación de salud, se traduce en una mayor vulnerabilidad frente a estas enfermedades crónicas, amplificando sus consecuencias devastadoras. En muchas comunidades, la falta de recursos básicos, como agua potable limpia y saneamiento adecuado, aumenta la probabilidad de contraer enfermedades infecciosas que, combinadas con las enfermedades crónicas, pueden ser mortales.

La pandemia también puso de manifiesto la fragilidad de los sistemas de salud en numerosas regiones del mundo. La sobrecarga de los hospitales, la falta de personal sanitario y la deficiencia en las capacidades de respuesta, exacerbadas por la COVID-19, dificultan el diagnóstico y tratamiento oportuno de otras enfermedades, contribuyendo así a un incremento en la mortalidad por causas no directamente relacionadas con la infección viral.

En conclusión, aunque la COVID-19 dejó una profunda huella en la salud mundial, no puede considerarse la única ni la principal causa de muerte a nivel global. Las enfermedades crónicas, la desigualdad socioeconómica, los problemas ambientales y la fragilidad de los sistemas de salud siguen representando un desafío monumental. Es imperativo que las estrategias de salud pública prioricen la prevención y el control de estas enfermedades crónicas, ampliando el acceso a la atención médica, combatiendo las desigualdades y promoviendo estilos de vida saludables en todos los rincones del planeta. Sólo así podremos avanzar hacia una mejor salud global, más allá de las crisis sanitarias momentáneas.