¿Qué se entiende por conducir bajo la influencia del alcohol?

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Conducir bajo la influencia del alcohol es cuando el nivel de alcohol en la sangre del conductor es superior a 0,3 gramos por mil pero inferior a 0,8 gramos por mil, según lo determinado por un examen de alcoholemia.

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Más allá del número: Descifrando la Conducción Bajo los Efectos del Alcohol

Conducir bajo la influencia del alcohol (CUIA) es un problema grave y extendido que cobra miles de vidas anualmente. Si bien la definición legal suele centrarse en un rango numérico de concentración de alcohol en sangre (CAS), la realidad es mucho más compleja y va más allá de una simple cifra en un alcoholímetro. Decir que conducir bajo los efectos del alcohol es simplemente superar un límite específico –como el que se menciona en la afirmación, 0,3 a 0,8 g/l– es una simplificación peligrosa que ignora la verdadera magnitud del problema.

La afirmación de que la CUIA se define únicamente por un nivel de alcohol en sangre entre 0,3 y 0,8 g/l es inexacta y potencialmente engañosa. Las leyes varían considerablemente de un país a otro, e incluso dentro de un mismo país, según la jurisdicción. Algunos países tienen límites más bajos (0,0 g/l en muchos), mientras que otros pueden tener límites más altos, aunque la tendencia global es hacia una tolerancia cero. Además, la capacidad de conducir se ve afectada significativamente incluso con niveles de alcohol por debajo de los límites legales.

El alcohol afecta a cada persona de manera diferente, dependiendo de factores como el peso corporal, el sexo, el metabolismo individual, la cantidad de alcohol consumida, el tiempo transcurrido desde la ingesta y si se han consumido alimentos. Una persona con un nivel de alcohol en sangre de 0,5 g/l podría experimentar una afectación significativa de sus capacidades motoras y de juicio, mientras que otra con el mismo nivel podría parecer aparentemente normal. Sin embargo, ambos representan un riesgo significativo para la seguridad vial.

La CUIA no se trata únicamente de la cantidad de alcohol en la sangre, sino del impacto en la capacidad del conductor. Este impacto se manifiesta en una disminución de la capacidad de reacción, la coordinación ojo-mano, el tiempo de reacción, la percepción de la distancia y la velocidad, y la toma de decisiones. Incluso pequeñas cantidades de alcohol pueden deteriorar estas capacidades, aumentando significativamente el riesgo de accidentes. La disminución del juicio crítico, la euforia y la sensación de invencibilidad son factores igualmente peligrosos.

En conclusión, definir la CUIA exclusivamente por un rango numérico de CAS –como el propuesto en 0,3 a 0,8 g/l– es insuficiente y erróneo. La clave reside en comprender que cualquier cantidad de alcohol consumida antes de conducir aumenta el riesgo de un accidente, independientemente del límite legal establecido. La responsabilidad del conductor es asegurar su propia sobriedad antes de ponerse al volante. La única manera de garantizar la seguridad vial es conducir completamente sobrio.