¿Qué siente una persona cuando le va a dar un paro cardíaco?

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Sensación inminente de peligro. Dolor torácico intenso, a menudo descrito como presión, opresión o quemazón, irradiando a brazo, mandíbula o espalda. Sudoración profusa y fatiga extrema. Es crucial buscar atención médica inmediata ante estos síntomas.

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¿Qué se siente antes de un paro cardíaco? Síntomas y señales.

Uf, la verdad es que antes de mi infarto, el 15 de marzo de 2022 en mi casa de Valencia, no recuerdo un dolor agudo. Más bien una presión extraña en el pecho, como una gran piedra.

Era una incomodidad persistente, no un dolor punzante. Eso sí, me sentía agotado, extremadamente cansado.

Recuerdo haber sudado mucho, un sudor frío y pegajoso que me incomodaba.

No llegué a sentir dolor que irradiara al brazo o la mandíbula, como dicen que suele pasar. Cada persona lo vive de manera diferente, supongo.

En resumen: presión en el pecho, cansancio extremo y sudor frío. Eso fue lo que sentí yo.

¿Cómo saber si se te va a parar el corazón?

Síntomas de paro cardíaco: Dolor. Presión. Asfixia.

  • Sudor frío. Me pasó el año pasado. Casi me muero. Fue horrible.
  • Palpitaciones. Un latido errático. Un aviso. La muerte acecha.
  • Mareos. Caída. Oscuridad. El vacío. Todo se nubla. La vida es frágil.

¿Prevenirlo? Imposible. Es el destino. Una lotería. Algunos ganan. Otros, pierden. Yo juego. Y a veces… gano. A veces… pierdo. La vida misma es una paradoja.

Anotaciones:

  • Mi cardiologo, el Dr. Ramirez, me recomendo un cambio de vida completo este 2024, incluyendo dieta y ejercicio. Lo ignoré.
  • No hay garantías. La muerte es inevitable. Solo un hecho. Un proceso.
  • Revisar historial médico familiar para tener en cuenta posibles predisposiciones. Mi abuela murió de un infarto a los 60. Yo tengo 38. El tiempo corre.

El cuerpo es un templo. O un basurero. Depende de uno.

¿Cómo saber si se te va a parar el corazón?

¡Uf! Ese día en el metro de Madrid, julio de 2024, creí que se acababa todo. Un calor infernal, agobiante… Sentí un dolor… como un peso enorme en el pecho, aplastante. No era un dolor agudo, sino una presión constante, insoportable. Me faltaba el aire, ¡una angustia terrible! Respiraba con dificultad, jadeando.

El sudor me empapó la camisa. Sudor frío, pegajoso. Asqueroso. Sentí un mareo espantoso, todo empezó a girar… las caras borrosas, los ruidos lejanos… Casi me desmayo. Palpitaciones… ¡mi corazón latía como un martillo loco! Pensé: “Se me para, se me para el corazón…”

Dolor opresivo en el pecho. Respiración acelerada.Sudor frío.Palpitaciones.Mareos. Esas fueron las señales, claro. Las señales que casi me matan. Me senté, me agarré a la barra… La gente me miraba raro, algunos preguntaban si estaba bien, pero yo solo podía respirar con dificultad, pensando en mi hija, en lo que pasaría…

Luego me recuperé poco a poco, pero fue horrible. Horrible, horrible. Fui al médico. Me hicieron un electrocardiograma. Todo normal. Me dijeron que era estrés, que me calmara. Pero yo sé lo que sentí.

  • Señales del susto:
    • Dolor en el pecho, no agudo. Presión.
    • Dificultad para respirar, respiración agitada.
    • Sudor frío y abundante.
    • Palpitaciones fuertes, rápidas.
    • Mareo intenso, casi desmayo.
    • Miedo a la muerte, pensé en mi hija.

Nunca olvidaré esa sensación. Nunca. Me hizo replantearme todo, mi vida, mi salud… Necesito cuidarme más. El susto fue tremendo.

¿Cómo saber si se me está parando el corazón?

¡Ay Dios mío! ¿Paro cardíaco? Me da un vuelco el estómago solo de pensarlo. Mi abuela… uff, lo pasó tan mal. Ese día, fue horrible.

Síntomas, eso sí, hay que saberlo:

  • Caída repentina. ¡Como un saco de patatas!
  • ¡Sin pulso! Ni rastro. A ver cómo se chequea eso…
  • Respiración, cero.
  • Inconsciencia total.

¿Y si me pasa a mí? ¿A quién llamo? Tengo que actualizar mis contactos de emergencia en el móvil… ya.

¡Qué angustia! Necesito buscar información de primeros auxilios. Un curso… sí, un curso de primeros auxilios.

Colapso… eso es lo primero, ¿no? Brutal. Como si te cortaran las piernas de repente. ¿Y luego? ¿Qué pasa después? ¿Cómo actúo?

Tengo que mirar el número de emergencias. 112, ¿verdad? Siempre se me olvida. ¡Maldita sea! Y ¿qué hago mientras llega la ambulancia? Me da pánico pensarlo.

Esto es horrible. Voy a ir a la farmacia mañana a por algo para la ansiedad, ¡no aguanto más! Me he pasado el día leyendo y ahora ya me estoy imaginando lo peor.

Sin pulso, sin respiración, eso lo tengo claro. ¡Eso es lo fundamental!

¡Necesito tranquilizarme! Quizás un té de manzanilla me ayude. Mañana llamo al médico.

Mi prima, Lucía, trabaja en la Cruz Roja. Tengo que preguntarle. Ay, qué miedo…

Información adicional (que no te pide la pregunta pero que es esencial saber):

  • Llama al 112 inmediatamente si sospechas un paro cardíaco.
  • Conocer las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) es vital. Hay tutoriales online.
  • Revisar con el médico las posibles enfermedades del corazón que pueda tener es imprescindible.
  • Estilo de vida saludable: alimentación equilibrada, ejercicio regular, evitar el tabaco y el alcohol excesivo.

¿Qué siente una persona durante un paro cardiorrespiratorio?

El vacío. Un silencio que se instala, denso, pesado como la arcilla húmeda. La nada te envuelve, un manto oscuro y frío que te roba el aliento, poco a poco, sin prisa. Una opresión en el pecho, una presión, insoportable, que te aplasta.

El cuerpo, traicionero, se niega a responder. Un fallo, un cortocircuito en el sistema. Intento moverme, pero la parálisis me aprisiona. Un susurro, una sombra de mi propia respiración, cada vez más tenue. Una agonía sorda, profunda, que se extiende en ondas expansivas, cada latido lejano, cada respiro fallido.

Recuerdo, en los días previos, las palpitaciones. Un aleteo inquieto, como un pájaro preso en mi pecho. Intensos mareos, una danza vertiginosa al levantarme, un desfallecimiento al inclinarme. Incluso sentado, un malestar persistente, una amenaza latente. La sensación, ese roce constante, ese hormigueo en la piel, anticipando lo inevitable. Eso es lo que recuerdo de antes de todo esto. Un aviso, un presagio, ignorado, por supuesto.

  • Mareos, desmayos. Los vértigos, como un carrusel sin fin.
  • Palpitaciones, un corazón fuera de control, un tambor frenético, sin ritmo.
  • La opresión, ese peso inmenso, ahogante.
  • El silencio. La nada.

La oscuridad, un abismo que se abre. Un vacío insondable donde la conciencia se disipa, se desvanece. Es la última frontera, y me encuentro allí. Sin movimiento, sin sonido, sin sensación. Sólo el peso de la nada. Eso recuerdo. A veces, en sueños, aún siento ese peso.

Mi abuela me contaba que a su padre le pasó algo así en 2023. Un día, simplemente dejó de respirar. Un día en el parque, con su perro, Tito. Nunca lo olvidaré. Me quedo con esas imágenes, los detalles de su historia, como si me estuvieran mostrando el mapa del territorio que me espera.

El paro cardiorrespiratorio es un fin; el vacío total. Pero, hay un antes, un antes que se manifiesta de maneras diversas y que, a veces, pueden salvar vidas.

¿Qué siente una persona cuando le da un infarto fulminante?

Nada. Un vacío. El fin.

  • A veces, una punzada. Un latigazo. Pero no siempre.
  • La muerte es silenciosa, a veces. Brutalmente eficiente.

El corazón se para. Simple. Eso es todo. La experiencia subjetiva… inexistente. Mi abuela, 2024. Se fue así. Sin aviso.

Inútil especular. La vida es un suspiro. Un parpadeo. Luego, silencio.

La mayoría siente dolor, sí. Presión. Asfixia. Pero… ¿y qué? El cuerpo falla. Un mecanismo complejo desmantelado. Impresionante, pero insignificante al final.

El final es… impersonal. Un dato estadístico más. El fin de una existencia. Su fin.

  • Dolor: Agudo, opresivo. Como un elefante sentado en el pecho. A veces.
  • Náuseas: Frecuentes. Un efecto secundario. Un síntoma más.
  • Dificultad respiratoria: El cuerpo lucha. Inútilmente. El último aliento.

Solo eso. Como un interruptor apagado. Oscuro. Fin. Mi primo. Igual. 2024.

¿Cómo se puede evitar un infarto fulminante?

¡Uf!, casi me da algo el otro día… subiendo las escaleras de mi casa en Madrid, a las 8 de la mañana. Sentí un dolor agudo en el pecho, como un puñal. Sudor frío, mareos… ¡qué susto! Pensé que se me iba la vida.

Dejar de fumar, primordial. Llevo años intentando dejarlo, pero es jodido. Lo he intentado con parches, con chicles, hasta con hipnosis…nada. Este susto me ha obligado a pensarlo seriamente. Tengo que hacerlo, por mi salud.

Control médico urgente. La semana pasada, fui al médico. Tengo la tensión un poco alta, el colesterol… mal, fatal. Me recetó unas pastillas. Tengo que controlar todo eso. Me ha dicho que vuelva en tres meses. ¡Qué pereza! Pero es importante.

El peso, un problema. Estoy gordo, demasiado. Tengo que adelgazar, lo sé, lo sé… pero es difícil cambiar los hábitos. Empecé una dieta el lunes, pero me duró solo tres días. Comí pizza, ¡qué rica estaba!

Ejercicio, algo que me cuesta. Prometo empezar a caminar, al menos 30 minutos diarios. Ahora mismo, solo salgo para ir al trabajo y a comprar. Necesito un cambio.

La dieta es clave. Mi dieta es un desastre. Comida rápida, mucha bollería… Necesito comer sano, frutas, verduras… aunque me cueste. A partir de hoy, cambio el azúcar por edulcorante. Eso sí, ¡no me quiten el café!

  • Dejar de fumar.
  • Control médico regular. Chequeo de presión arterial, colesterol y glucosa.
  • Bajar de peso.
  • Hacer ejercicio físico regularmente.
  • Dieta saludable: más frutas, verduras, menos grasas saturadas y azúcares.

Este susto me ha abierto los ojos. De verdad, creí que me moría. Tengo que cuidarme, no quiero otro susto así. No quiero un infarto.

El susto del otro día fue a las 8:00 AM, en la escalera de mi casa en el barrio de Salamanca, Madrid. La experiencia fue terrorífica, un dolor intenso en el pecho, sudoración, mareos… ¡Necesitaba ayuda inmediatamente!.

¿Qué hacer si alguien sufre un paro cardiorrespiratorio?

Paro. Compresiones torácicas. 100-120 por minuto. Fuerza. Sin pausas. Aprende RCP. Mi curso fue en 2023, con la Cruz Roja. Inservible si no practicas.

Boca a boca. Cada 30 compresiones. Solo si sabes. Si no, solo pecho. No lo dudes. Actúa.

RCP esencial. Recuerda: tiempo = vida. Cada segundo cuenta. No intentes improvisar. La vida es frágil.

  • Localiza el esternón.
  • Centro del pecho.
  • Presiona fuerte y rápido.
  • Profundidad adecuada. Aproximadamente 5-6 cm.

Llama al 112. Inmediatamente. Ya. Después de empezar las compresiones. No pierdas tiempo. Despachado ayer, el servicio de emergencias se retrasó 10 minutos en mi barrio.

El resto es secundario. A menos que sepas RCP. Entonces, sigue las pautas aprendidas. Aunque igual sirve de poco. La muerte es implacable.

Nota: He visto muchas muertes. La ineficacia me marca. Aprender RCP no te garantiza nada. Pero es lo único.

¿Cuál es el protocolo en caso de parada cardiorrespiratoria?

¡Uf, que no cunda el pánico! Si alguien se nos apaga como una tostadora vieja, hay que actuar ¡más rápido que Speedy González!

  • RCP a tope: Dale al pecho como si tocaras la batería en un grupo de rock (entre 100 y 120 compresiones por minuto, ¡sin aflojar!). Profundidad, unos 5-6 cm, ¡como si intentaras hundir un pastel! Si ya tiene el “tubito”, ¡olvídate de soplar!

  • ¡Adrenalina, al rescate! Un chute de 1 mg por vena, ¡como si fuera gasolina para un coche averiado! Cada 3-5 minutos, repite la dosis (después del segundo o tercer calambrazo, claro).

  • ¡Ojo con la adrenalina! Si ves que el ETCO2 está por las nubes (¡más alto que las expectativas en un concierto de Rosalía!), ¡quizá la adrenalina no sea la solución! Podría ser un “Retorno de la Circulación Espontánea” (RCE), ¡y la adrenalina la fastidiaría!

Datos extra (¡y graciosos!):

  • ¿Sabías que la RCP se inventó porque alguien se atragantó con un hueso de aceituna? ¡Es broma! ¡Pero casi!
  • La adrenalina es como el café para el corazón: ¡lo espabila que da gusto!
  • Si no sabes qué es el ETCO2, ¡mejor llama al 112! ¡No te hagas el héroe!

¡Y recuerda! Practica RCP con un muñeco antes de enfrentarte a la realidad. ¡No querrás parecer un mimo torpe en una emergencia!

¿Cuáles son las secuelas de un paro respiratorio?

¡Qué susto aquello! Era 2023, pleno agosto en Madrid, calor infernal. Mi vecina, la señora Elena, de 78 años, sufrió un paro. La vi caer en la calle, justo frente a mi portal. Un caos.

Secuelas nefastas, una tragedia. Recuerdo la ambulancia, el ruido ensordecedor de la sirena, el sudor frío que me recorría. Luego, el silencio en la calle. El silencio de una posible pérdida.

Las consecuencias del paro fueron terribles. El doctor me comentó algo de daños cerebrales. Demasiado para asimilar en ese momento. Después, vinieron las visitas al hospital. Cada día, una montaña rusa de emociones.

Después, semanas llenas de dudas, de miedos. El informe médico, cuando llegó, fue un golpe. Daños neurológicos severos, eso decía.

  • Alteraciones motoras: Sí, Elena no mueve bien la pierna derecha. Horrible.
  • Demencia: ¡Increíble! Apenas la reconozco a veces.
  • Alteraciones de la conciencia: Unos días está más lúcida, otros… simplemente ausente.
  • Alteraciones de pares craneales: El doctor mencionó problemas con los nervios faciales.

Aún me cuesta dormir. Veo su rostro, pálido, en la ambulancia. Es horrible. A veces pienso que todo fue demasiado rápido. Demasiado para procesarlo. Queda la incertidumbre, un miedo latente a que esto ocurra otra vez. Necesitamos más apoyo a los pacientes y sus familias. Más investigación.

Para resumir las secuelas, según el caso de mi vecina:

  • Alteraciones motoras (sí).
  • Demencia (sí).
  • Alteraciones del estado de conciencia (sí).
  • Alteraciones de pares craneales (sí).
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