¿Es posible enamorarse dos veces de la misma persona?

¿Enamorarse dos veces de la misma persona? Uf, qué tema… Me hace pensar, ¿no? ¿Será posible realmente?

Pues mira, según dicen por ahí… ¡Sí, parece que es posible! Y digo “parece” porque, a ver, quién soy yo para decir que no, ¿verdad? Pero pensándolo bien, tiene su lógica.

El amor, a veces, es como una planta que crees que se secó. La das por perdida, la tiras al rincón… pero de repente, un día, ¡zas!, un brote verde asoma tímidamente. Algo así, ¿no? El tiempo, creo yo, es un gran maestro.

¿Cuántas veces nos hemos equivocado por impulsos, por inmadurez, por no saber valorar lo que teníamos? Y luego, claro, llega el batacazo, la separación. Y ahí, en el silencio, en la soledad, es cuando empiezas a ver las cosas claras.

Recuerdo a una amiga, María. Se separó de su marido después de años juntos. Discusiones, reproches… un desastre. Al principio, aliviada. “¡Libre soy!”, me decía. Pero pasaron los meses, y la empecé a ver diferente. Más melancólica, más reflexiva. Un día me confesó: “Me di cuenta de todo lo que hice mal, de lo injusta que fui con él… y lo echo de menos horrores”. Increíble, ¿verdad?

Parece que, según los que saben de estas cosas, esos errores del pasado y esa nueva perspectiva que te da el tiempo, te abren los ojos a lo que realmente perdiste. Y ahí es donde nace ese “nuevo” enamoramiento.

Porque no es el mismo amor que sentías antes. Es un amor madurado, con cicatrices, pero quizás más fuerte, más consciente. Es un amor que te dice: “Ok, la cagamos, pero ¿estamos dispuestos a luchar para que esto funcione de verdad?”.

Claro que reconocer los errores no es fácil. Requiere humildad, valentía… pero si ambos están dispuestos a poner de su parte, ¿quién dice que no puede funcionar?

En fin, que el amor es un misterio. A veces, nos sorprende de la forma más inesperada. Y quizá, ese reencuentro, ese segundo enamoramiento, sea la oportunidad de escribir una historia mucho más bonita que la anterior. Ojalá… ¿no crees?