¿Cuál es el verdadero jabón neutro?

¿Jabón neutro? ¡Ay, qué lío! ¿De verdad existe el jabón neutro “de verdad”? Llevo años buscando ese mítico jabón, el que no me deje la piel tirante como un tambor, ¿sabes? He probado tantos, ¡demasiados! Unos que prometían maravillas y me dejaban peor que antes, otros que olían a farmacia, a esos lugares que solo se visitan en casos de extrema urgencia…

Resulta que, según he ido leyendo –y experimentando en mi propia piel, claro– un jabón realmente neutro tiene un pH parecido al de nuestra piel, entre 5.5 y 6.5. ¿Te imaginas? ¡Como si fuera un abrazo, un mimo para la dermis! No es ácido, ni alcalino, ¡qué alivio! Es como encontrar la pieza que faltaba en ese puzle que es cuidar tu piel. Recuerdo una vez, cuando probé ese jabón “de avena ecológica y miel de abejas silvestres” (¡qué nombre más rimbombante!), me dejó la piel tan seca… ¡Parecía papel de lija! Ese, desde luego, no era neutro.

En cambio, recuerdo otro, uno sin perfume, casi transparente, que una amiga me recomendó. Era una maravilla. Sencillo, sí, pero mi piel, ¡qué cambio! Se sentía suave, hidratada… No sé, quizá fue coincidencia, pero a partir de ahí me obsesioné con el tema del pH. Porque, vamos a ver, ¿para qué gastar un dineral en jabones que te prometen la luna y las estrellas si luego te irritan la piel? Es que yo no lo entiendo. Después de tanto buscar, parece que encontré la clave. Ahora ya sé que ese rango de pH, ese 5.5 – 6.5, es como el santo grial para una piel feliz y sana. Al menos, para la mía lo es. Y eso, amigos, no tiene precio.