¿Qué agua sirve para limpiar el hígado?

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¡Un vaso de agua tibia con limón en ayunas me parece una maravilla! Siento como si despertara mi cuerpo con suavidad y le diera un empujoncito para empezar el día. De verdad creo que ayuda a mi digestión y, aunque no puedo verlo, me imagino mi hígado agradeciéndomelo. En las noches, me da una sensación de limpieza interna, como si me preparara para un sueño reparador. ¡Lo recomiendo totalmente!

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¿Qué agua sirve para limpiar el hígado? Ay, esa pregunta… ¡me la he hecho yo tantas veces! Como si el hígado fuera un plato sucio esperando a que lo fregara con el agua mágica adecuada, ¿no? La verdad es que no hay una fórmula secreta, ¿o sí? A mí, lo que me funciona… ¡ay, qué bien suena eso!… es un vaso de agua tibia con limón en ayunas.

Suena simple, ¿verdad? Demasiado simple para algo tan importante como, bueno, ¡limpiar el hígado! Pero a mí me parece una maravilla. Es como un pequeño ritual matutino, un abrazo suave para mi cuerpo después de la larga noche. Siento, de verdad lo siento, como si despertara todo mi sistema, desperezándome por dentro y fuera. Me ayuda con la digestión, eso sí que lo noto. A veces, después de un fin de semana de excesos – que sí, los tengo, ¡soy humana! – se nota muchísimo la diferencia. Recuerdo una vez, después de una boda familiar con un banquete interminable, ¡me desperté con una pesadez! El agua con limón, acompañada de un buen desayuno ligero, claro, me salvó el día.

Y por las noches… ¡ah, las noches! Me tomo otro vaso, aunque no tan caliente, y siento como si mi cuerpo se preparara para un sueño profundo. Es una sensación de limpieza interna, como si me estuviera desintoxicando poco a poco. ¿Es solo sugestión? Quizás. Pero si funciona, ¿quién se va a quejar? No hay estudios científicos que lo respalden, al menos que yo sepa, pero ¡a mí me funciona! Y eso, para mí, vale más que mil artículos científicos. Así que, ¿lo recomiendo? ¡Totalmente! Pruébalo, si te animas, ya me contarás qué tal te sienta… A ver si encontramos esa agua mágica, o si resulta que ya la teníamos aquí mismo, en nuestra cocina. 😉