¿Qué pasa si el agua oxigenada está vencida?

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¡Ay, el agua oxigenada! Sí, se echa a perder, ¡qué rabia! Me da una cosilla usarla si veo que pasó la fecha, siento que ya no desinfecta igual, ¿sabes? Prefiero comprar una nueva, aunque sea un gasto extra. ¡La seguridad es primero, sobre todo si la necesito para alguna herida! No quiero jugármela a que no funcione bien y tener problemas después.

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¡Ay, el agua oxigenada! ¿A quién no le ha pasado? La ves ahí, en el botiquín, lista para la acción, pero… ¡zas! Caducada. Me da una rabia…

A ver, seamos sinceros, ¿realmente se echa a perder de verdad? Bueno, supongo que sí, ¿no? Al menos, yo, cuando veo la fecha de caducidad, me da un nosequé. Como que ya no me fío. ¿Desinfectará igual? ¿O estaré poniendo agua con gas en la herida?

Recuerdo una vez, de pequeña, me caí jugando al pillar en el parque y me hice una buena raspadura en la rodilla. Mi madre, súper preocupada, fue corriendo al botiquín y me echó agua oxigenada. Recuerdo la espuma, la sensación… ¡y que se curó de maravilla! Pero, ¿y si hubiera estado caducada? ¿Habría funcionado igual?

Es que, pensándolo bien, por lo que cuesta un bote de agua oxigenada, ¿merece la pena arriesgarse? Prefiero gastar un poquito más y comprar una nueva. Ya, ya sé que es un gasto extra, que la economía no está para tirar cohetes… pero, ¡la seguridad es primero! Sobre todo si la necesito para curar una herida. No quiero jugármela a que no funcione bien y luego tener problemas de verdad.

Porque, seamos honestos, ¿quién sabe realmente cuánto poder desinfectante pierde con el tiempo? Mejor prevenir que curar, como dice el refrán. Y hablando de refranes… ¿será cierto eso de que “más vale prevenir que lamentar”? En este caso, creo que sí. Mejor tener un bote nuevo y estar tranquila que usar uno caducado y luego andar con preocupaciones. ¿No os parece?