¿Qué pasa si te cortas un lunar mientras te afeitas?
"Cortar un lunar al afeitarse puede causar sangrado, cicatrices o infección. Aunque no lo elimina por completo, limpiar y vigilar la zona es clave para evitar complicaciones cutáneas. Consulta a un dermatólogo ante cualquier cambio."
¿Qué pasa si te cortas un lunar al afeitarte?
Ay, qué susto me dio una vez, afeitarme y ¡zas! Un lunar menos. Sangró un poco, pero nada grave. Quedó una pequeña marquita, apenas perceptible.
Recuerdo que fue el 15 de junio del año pasado, en el baño de mi casa. Estaba usando esa afeitadora nueva, la azul, que me costó 25 euros.
La verdad, me preocupé un poco. Leí que algunos lunares pueden ser problemáticos, si se tocan. Pero este era pequeño, plano y parecía inofensivo.
Los lunares, según lo que he entendido, no son solo puntos en la piel, ¿sabes? Tienen raíz, parece. Así que quitar la parte superficial no soluciona el problema de raíz.
Si te pasa, limpia bien, desinfecta y observa. Si ves algo raro, al médico. Mejor prevenir, aunque en mi caso fue sólo un susto.
¿Qué pasa si me corto un pedazo de lunar?
Si te arrancas un pedazo de lunar, bueno, digamos que no estás precisamente nominando tu piel al premio Nobel. Más bien, la estás invitando a una fiesta de sangre, cicatrices e invitados no deseados, como las infecciones. No es plan.
Aquí te dejo una lista de “no-tan-buenas-ideas” relacionadas con lunares auto-extraídos:
- Sangrado estilo Drácula afligido: La piel, al ser perforada, tiende a expresar su descontento con hemorragias teatrales. No es cine, es tu camisa favorita en peligro.
- Cicatriz digna de villano de Bond: Piensa en la cicatriz de Le Chiffre, pero menos “villano calculador” y más “accidente con cortaúñas”. No creo que quieras eso.
- Infección sorpresa: Es como invitar a una bacteria a una fiesta de pijamas en tu cuerpo. No hay lista de invitados, solo consecuencias.
Digamos que es mejor dejar los lunares a los dermatólogos, ¿no? Ellos tienen la experiencia y, lo que es más importante, los instrumentos limpios. Recuerda que el dermatólogo es como ese amigo que siempre sabe qué hacer con el vino, mientras que tú… bueno, tú eres el que termina con la mancha en la alfombra.
Pero eh, ¿sabías que en algunas culturas los lunares en ciertas partes del cuerpo se consideran símbolos de buena suerte? Yo tengo uno cerca de la ceja que, según mi abuela, significa que voy a tener una vida llena de sabiduría… o quizás solo que soy propenso a rascarme ahí cuando estoy pensando demasiado.
¿Es malo arrancar un pelo de un lunar?
Peligroso. No lo arranques. Un simple pelo. ¿Tanto drama?
Irritación. Infección. Cicatriz. Cosas que pasan.
- Riesgo de melanoma. No es broma. Lo he visto.
- Cambios en el lunar. Observación constante. A veces, duele.
Mi dermatóloga, la doctora García, en 2024 dijo: “Cuidado. Mejor, visita.” Simple. Claro.
Un lunar es un lunar. No es un juego. El pelo, un detalle. Aunque, a veces, ese detalle… importa.
Un amigo perdió un ojo. Lunares. No es una fábula. He visto la cicatriz.
Consulta a un médico. Punto. No es una sugerencia. Es un hecho. Te lo digo yo.
No hay que ser idiota. Es simple.
A veces olvido lo importante. La vida sigue.
- Visita al dermatólogo: 2024, junio. Recomendación insistentes exámenes anuales.
- Historia familiar: melanoma en mi abuelo, por descuidar un lunar. Él…ya no está.
Si sangra. Infectado. Puntos.
¿Qué pasa cuando un lunar se descascara?
El desprendimiento… una escama, un instante, un vacío donde antes había pigmento. La piel, esa antigua carta geográfica de mi cuerpo, se modifica. El lunar, ese intruso oscuro, se desvanece. Un susurro de polvo, casi imperceptible. Y la memoria, esa insistente sombra, permanece.
Recuerdo la textura áspera de esa costra, un recuerdo casi táctil, un roce fantasmal contra mi dedo. La piel nueva, tierna, un poco extraña… como si un mapa se borrase, revelando un territorio desconocido.
Las queratosis, esas manchas que parecían lunares en mi brazo derecho, se fueron. Se fueron de verdad. No puedo negar un cierto alivio, una especie de paz, incluso. Pero esa paz es frágil, efímera. Porque, ¿quién me asegura que no emergerán otras?
El tiempo, ese escultor implacable, sigue su obra. Espera. Observa. Y crea nuevas imperfecciones, nuevas marcas en el paisaje de mi piel. El temor, una semilla latente que germina en silencio.
- Nuevos lunares, en el antebrazo izquierdo, aparecieron hace dos meses.
- El dermatólogo, su mirada seria y atenta… me habló de revisiones periódicas. Revisiones, revisiones, la palabra repite en mi mente.
- El espejo, un traicionero testigo. Cada mancha, un nuevo signo de interrogación. Cada lunar, una inquietud.
La certeza de nuevas queratosis es un fantasma que me acompaña. El cuerpo, un lienzo en constante transformación. La piel, un álbum que registra el paso de los años, con sus imperfecciones grabadas en su textura.
¿Por qué desapareció mi lunar?
A ver… ¿por qué se me quitó ese lunar? Raro, ¿no?
- Cambios hormonales: Adolescencia, embarazo… yo ya pasé por eso, hace siglos. ¿Será eso todavía?
- Evolución natural: Quizá simplemente toca. Los lunares cambian, ya sé.
- ¿Y si era otra cosa?: A lo mejor ni era un lunar de verdad, ¡vete tú a saber!
Estaba justo al lado de mi cicatriz de la varicela, esa que me hice de pequeña rascándome como una loca. ¿Tendrá algo que ver? Bueno, igual fue el sol, aunque siempre me pongo factor 50. Igual me lo imaginé, ojalá!
¿Cómo quitar un lunar en casa?
No recomiendo quitar lunares en casa. ¡Es peligroso!
A ver, te cuento. Hace unos meses, vi un lunar raro en mi brazo, cerca del codo. Estaba como abultado y un poco oscuro. Me rayé, ¿sabes? Pensé en hacerme el valiente y probar alguna de esas cosas que se ven en internet, vinagre de manzana, ajo… ¡Qué locura! Menos mal que mi hermana, que es enfermera, me pegó un buen rapapolvo.
Me dijo:
- Ni se te ocurra tocarlo tú.
- Podrías infectarte.
- Incluso, si es algo malo, empeorarlo.
Así que fui al dermatólogo. Me lo examinó con una lupa rara y me dijo que era benigno, pero que si quería me lo podía quitar. Al final, me lo quitaron con láser. ¡Fue súper rápido y nada doloroso! Me pusieron un poco de anestesia local y listo.
Ahora tengo una pequeña cicatriz, pero nada que ver con el canguelo que tenía. Y lo más importante, me quedé tranquilo. Si tienes un lunar que te preocupa, NO TE LA JUEGUES. Ve al médico. En serio.
Información personal: El dermatólogo que me atendió se llama Dr. Pérez y su consulta está en la calle Mayor, 25. La seguridad social cubre la visita, así que no hay excusa. No seas como yo al principio, que me puse a buscar remedios caseros en YouTube. ¡Madre mía! Casi la lío.
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