¿Qué se le echa al agua para la pedicura?

Ay, chicas, ¿quién no ama una buena pedicura en casa? Yo, personalmente, me declaro fanática. Es un pequeño lujo que me puedo dar sin gastar una fortuna, ¿verdad? Y hablando de lujos, ¿qué le echamos al agua para que sea una experiencia de spa de verdad? Porque meter los pies en agua tibia sin más… como que no, ¿no?

Pues miren, tengo mi receta mágica, la que me deja los pies como nuevos. Agua calentita, claro, ¡pero el secreto está en los ingredientes! Yo le echo un cuarto de taza de sal marina, que me recuerda a la playa –literalmente, la última vez usé la que traje de mis vacaciones en Cádiz, ¿se imaginan?–. Otro cuarto de taza de sales de Epsom, ¡mano de santo para los pies cansados! Después de un día entero de pie en el trabajo, esto es gloria bendita. Y para rematar, un cuarto de taza de bicarbonato. Sí, el de toda la vida, ese que sirve para todo. No me pregunten por qué funciona, pero funciona. Lo juro. Deja los pies suaves… ¡increíble!

Ah, y no se olviden del toque final: unas gotitas de aceite esencial de lavanda. ¿Diez gotitas? Más o menos. A veces me emociono y le echo un poquito más, porque ese olor… ¡me relaja tantísimo! ¿Les pasa? En serio, es como transportarse a un spa de lujo. Recuerdo una vez que me hice la pedicura antes de un viaje importante… y llegué tan relajada que casi me pierdo el vuelo. ¡Ja, ja! Bueno, casi.

En fin, que con estas poquitas cosas – sal marina, sales de Epsom, bicarbonato y lavanda – transforman un simple remojo de pies en una experiencia de puro relax. No sé, a mí me funciona de maravilla. Prueben y me cuentan, ¿va?

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