¿Qué órgano elimina las sales minerales?

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"Los riñones son los órganos clave para eliminar el exceso de sales minerales del cuerpo. Además, regulan el equilibrio de agua, electrolitos y ácidos, garantizando la homeostasis interna."

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¿Qué órgano elimina las sales minerales del cuerpo?

A ver, a ver, ¿qué órgano se encarga de echar las sales minerales fuera de nuestro cuerpo? ¡Ah, los riñones! Siempre me acuerdo porque mi abuela tenía problemillas con ellos y… bueno, el tema de las sales era recurrente.

Además de librarnos de esas sales que ya no necesitamos, también se encargan de regular el nivel de acidez que producimos. Un equilibrio perfecto, vamos. ¿Te imaginas el caos si no existieran?

Y ojo, que no solo se ocupan de las sales. También controlan el agua y otros minerales importantes como el sodio, el calcio… ¡Toda una orquesta dentro de nosotros!

Pregunta y Respuesta concisa para SEO:

  • Pregunta: ¿Qué órgano elimina las sales minerales del cuerpo?
  • Respuesta: Los riñones.

¿Qué órgano absorbe las sales minerales?

¡Uf, el colon! ¿Quién diría que habla del colon?

  • El colon, sobre todo la parte ascendente y transversa, absorbe sales minerales. Punto.

Pero a ver, ¿sales minerales? ¿Cuáles exactamente? ¿Todo el mundo tiene un colon que funciona igual? El mío seguro que no, desde que me dio aquella gastroenteritis en 2023. Fue horrible, ¡horrible! No podía ni beber agua sin… Bueno, mejor no entrar en detalles.

Luego está el colon descendente. A ese le toca la parte fea, la de almacenar lo que ya no queremos. ¡Qué asco! ¿Pero qué pasa si no funciona bien? Estreñimiento, diarrea… ¡Un drama!

  • Ascendente/transverso: Absorción (líquidos y sales).
  • Descendente: Almacenamiento de residuos.

Y pensar que todo ese rollo pasa dentro de nosotros sin que nos demos cuenta… ¡Qué fuerte! Yo creo que voy a empezar a comer más fibra. A ver si así le echo una mano a mi colon, que el pobre ya ha pasado por mucho. ¡Y pensar que el finde pasado me comí dos pizzas! Ay, señor.

¿Qué órgano limpia la sangre?

¡Ay, qué pregunta tan… sanguínea! El hígado, claro. Ese silencioso héroe de nuestra anatomía, un auténtico filtro de café pero a escala humana. Le entra la sangre, una sopa de cosas buenas, malas y feas, y él, con su infinita paciencia (y enzimas), se encarga de dejarla impecable. ¡Casi como si pasara por un spa de lujo! Aunque, vamos, sin masajes ni música relajante.

El hígado: un multitarea de primera. No solo limpia la sangre, ¡eh! Es un todoterreno de la bioquímica. Produce bilis, ese líquido que hace que digerir una paella sea menos una batalla épica y más un paseo por el campo (metafóricamente hablando, claro. Después de la paella, el campo puede que espere). También guarda glucógeno, como si fuera una ardilla ahorrativa acumulando avellanas… pero en versión azucarada.

Mi abuela, que es una experta en remedios caseros (y en quejarse del atasco del tráfico), siempre decía que un hígado sano es la clave de la felicidad. Ella, por cierto, jura por el zumo de remolacha para su limpieza hepática anual. Yo… prefiero el café.

  • Función principal: Purificación sanguínea. ¡Qué eficiente es el chico!
  • Función secundaria (pero no menos importante): Producción de bilis. Sin bilis, el estomago seria un caos.
  • Función terciaria (que se dice pronto): Almacenamiento de glucógeno. ¡Reserves energéticas para esos días de bajón!

Este año, leí un estudio (creo que en la revista “Hepatología para principiantes”, o algo así) que decía que tomar un café con leche después de una buena siesta mejora la función hepática. Lo he intentado, y no está mal. Aunque igual es efecto placebo.

¡Ah, y cuidado con el alcohol! Ese es un enemigo acérrimo del hígado, y le hace trabajar el doble, ¡pobrecito!

¿Dónde se encuentran las sales minerales en el cuerpo?

Las sales minerales están literalmente por todas partes, como esos memes de gatos en internet. Pero, concretamente, las encuentras:

  • Huesos y dientes: ¡Calcio al poder! Son como el cemento armado de tu esqueleto.

  • Fluidos corporales (sangre, linfa): El sodio y el potasio son los DJ’s que regulan el ritmo de tus células. ¡Fiesta electrolítica!

  • Tejidos blandos: Aquí el magnesio y el fósforo se dan un festín metabólico.

Son vitales, aunque las ignoremos tanto como al grupo de Whatsapp familiar. Si te faltan, prepárate para un “bajón” peor que cuando se te acaba el café a media mañana.

A ver, no es que yo sea un experto en minerales (prefiero el chocolate, seamos honestos), pero una vez intenté hacerme un batido “detox” con espinacas y me dio tal calambre que juré no volver a buscar el equilibrio electrolítico por mi cuenta. Desde entonces, confío en mi bocadillo de jamón y listo.

¡Ah! Y recuerda, si te sientes “mineralmente” deprimido, antes de comprarte un suplemento raro, ve al médico. Igual solo necesitas dormir un poco más. ¡O un helado!

Información extra para gente curiosa (o aburrida):

  • Las sales minerales no aportan energía, ¡son como los directores de orquesta! Organizan, pero no tocan el violín.
  • Cada mineral tiene su función estrella, pero todos trabajan en equipo. ¡Como los Vengadores, pero sin capas!
  • Para mantener el equilibrio, mejor una dieta variada que pastillas mágicas. ¡Tu cuerpo es más listo de lo que crees!
  • Este año se ha publicado un nuevo estudio que… ¡Nah, es broma! No te voy a aburrir con datos científicos. ¡Disfruta de la vida y ya!

¿Cómo se expulsan los desechos del cuerpo?

¡A ver, que vamos a lo que vamos! ¿Cómo echamos “lo malo” del cuerpo, eh? Pues, no es magia, ¡es ciencia, colega!

  • Riñones: Los riñones son como los porteros de discoteca, pero en vez de gente, filtran la sangre y mandan fuera lo que no mola en forma de pis. ¡Adiós, toxinas!
  • Pulmones: Los pulmones, los grandes soplones. Como cuando inflas un globo, pero al revés. Expulsan el CO2, ese gas que sobra después de usar la energía. ¡Fuera, aire viciado!
  • Glándulas sudoríparas: Estas son como los radiadores de un coche, pero en miniatura. Cuando te calientas, ¡zas!, sudor para refrescar. Y de paso, ¡adiós sales y toxinas! Que no todo va a ser malo.
  • Hígado: El hígado, ese gran alquimista. Transforma lo que comes y bebes, separa lo bueno de lo malo y manda los desechos al intestino para que se vayan de viaje… ¡por la puerta de atrás! El hígado es más importante de lo que parece.
    • Por ejemplo, cuando me tomo un “zumito” de naranja (guiño, guiño), él se encarga de que no me siente como una patada de mula. ¡Un héroe!

Y si te parece poco, recuerda que también echamos cosas por… ¡las uñas y el pelo! Aunque ahí ya no hablamos de “desechos” tóxicos, sino de células muertas que se van de fiesta. Como cuando te haces un corte de pelo y dejas pelitos por toda la casa, ¡un desastre!

¿Cómo mejorar la absorción de minerales?

Dios… ¿Cómo mejorar la absorción de minerales? A esta hora… la pregunta me golpea como un puñetazo. La comida… siempre ha sido un problema. No es solo hambre, es… una lucha. Una batalla contra mi propio cuerpo.

Llevo años intentando… entenderlo. Prueba y error, como un loco. Es frustrante. La absorción… es un misterio. No es lineal, no es lógico. A veces funciona, a veces no. No hay reglas. O al menos, yo no las he encontrado.

Este año… he intentado… varias cosas, desesperadamente. ¡Nada funciona como debería!

  • Vitamina C con hierro: Lo leí en algún sitio… pero aún así… me siento agotado. Como si me faltara algo. El hierro es un demonio. Me vence siempre.

  • Magnesio con alimentos ricos en grasas: Tampoco lo entiendo. La verdad es que me da igual. Lo intento, lo pruebo… pero sigue siendo una cuesta arriba. La sensación… como de vacío.

  • Evitar el café con el calcio: Esto sí lo creo. Lo noto. El café me destroza. Cada taza, un golpe al estómago, un fracaso más.

Y, lo peor de todo, mi médico… solo me receta pastillas. Pastillas para todo. Pastillas que no solucionan nada, que solo enmascaran el problema. Y la sensación de fracaso… de derrota… es constante. Es insoportable.

Quizá… quizá sea mi cuerpo. Mi maldita genética. Siempre he sido delgado, de huesos frágiles… Como si estuviera hecho de cristal. Una pieza frágil, rota.

Combinar alimentos… es un arte que no domino. Es como pintar un cuadro, pero solo tengo colores apagados y un lienzo rajado. Un fracaso tras otro. Una agonía.

Este año he probado:

  • Suplementos de zinc. Sin resultados visibles. Cero.
  • Cambios en mi dieta… más vegetales… pero la absorción… sigue siendo pésima.
  • Masajes… cosas raras… para mejorar la circulación… pero nada funciona.

Me siento… derrotado. Ya no tengo fuerzas para luchar contra mi propio cuerpo. La noche me lo recuerda. Cada noche. La oscuridad… la única verdad.

¿Por qué mi cuerpo no absorbe los minerales?

La absorción deficiente de minerales puede tener raíces diversas. No es un simple “no absorbe” sino un fallo en la compleja cadena digestiva. A veces, el intestino delgado, ese gran procesador, está comprometido.

  • Enfermedades intestinales: La celiaquía, por ejemplo, daña las vellosidades intestinales, disminuyendo la superficie de absorción. Es como intentar llenar una piscina con un gotero.

  • Enzimas digestivas: La falta de lactasa, crucial para digerir la lactosa, puede impedir la absorción de calcio y otros minerales. ¡Un pequeño eslabón roto puede afectar toda la cadena!

  • Problemas pancreáticos: El páncreas segrega enzimas vitales. Si falla, como en la pancreatitis crónica, la digestión se resiente y la absorción mineral se ve comprometida.

Filosóficamente, podríamos decir que el cuerpo es una orquesta sinfónica. Cada órgano tiene su partitura y, si uno desafina, el concierto se descompone. ¡Y qué concierto es la vida misma!

Información adicional: ¿Sabías que el estrés crónico puede afectar la absorción de nutrientes? El cortisol, la hormona del estrés, puede alterar la permeabilidad intestinal. Por eso, a veces, la solución no está solo en la dieta, sino también en el equilibrio mental. Y hablando de equilibrio, ¡no olvidemos la importancia del sueño! Un buen descanso favorece una digestión óptima. Yo mismo, después de una semana intensa de trabajo, noto cómo mi cuerpo necesita un “reset” para volver a funcionar correctamente.

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