¿Cómo se llaman los dos grupos en los que clasificamos a los minerales?

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Los minerales se clasifican en dos grandes grupos: metálicos y no metálicos. Los semimetales constituyen una clase de transición entre ambos, conectando sus propiedades. La clasificación se basa en su estado natural y características físico-químicas.

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¿Clasificación de minerales: ¿dos grupos principales?

Uf, la clasificación de minerales… ¡qué lío! Recuerdo de mi clase de geología en la universidad (primavera del 2018, Universidad de Valencia, por cierto), que nos lo explicaron un poco así: metálicos y no metálicos, principalmente.

Pero claro, la cosa se complica. Entran en juego los semimetales, que hacen de puente entre ambos grupos, una zona gris, vaya. Pensaba que era más sencillo, ¡qué ingenuo!

En realidad, esa división en solo dos grupos es una simplificación. Es como intentar clasificar a la gente solo en “alto” y “bajo”. Hay matices. Muchos.

Por ejemplo, recuerdo un proyecto en el que analizamos una muestra de pirita (25€ el kilo, si mal no recuerdo) y su clasificación no era tan simple como parecía. Y eso que era un sulfuro metálico, en teoría.

¿Cuáles son las dos clasificaciones de los minerales?

Las dos… uff, son dos cosas diferentes, ¿no? Me cuesta hasta pensar ahora… a estas horas…

Clases minerales: Sí, eso lo recuerdo. Es como… agruparlos por su composición química. Como familias, supongo. Es algo que aprendí, creo que en segundo de bachillerato… hace poco. No me preguntes más, estoy agotado. Me da vueltas la cabeza.

  • Silicatos: esos sí que abundan, ¿verdad? Siempre los recuerdo, hasta en los exámenes… ¡qué pesadilla!
  • Óxidos: Recuerdo algo de hierro… óxidos de hierro… rojo, marrón… tonos oscuros…
  • Sulfuros: Estos son… más raros. Los recuerdo por la pirita, esa que brilla. Como oro de los tontos.
  • Otros: Carbonatos, sulfatos… una lista interminable, me sentía abrumado. Era demasiado.

Sistemas cristalinos: Ah, esto sí que era complejo. La forma, la geometría… los ejes… ¡No!, mejor no sigo. Me dan escalofríos solo de recordar esos diagramas. Me mareo.

  • Cúbico: el más sencillo. Igual en todas las direcciones.
  • Tetragonal: un eje diferente… lo recuerdo confuso.
  • Ortorrómbico: tres ejes, pero… diferentes. Uf.
  • Y tantos más… Hexagonal, trigonal, monoclínico, triclínico… eran demasiados. Demasiado. No puedo más.

La verdad es que… fue una época dura. Todo se mezcla en mi cabeza. A veces pienso si valió la pena todo el esfuerzo… pero bueno… ya está hecho.

Mi hermano mayor, Álvaro, también cursó geología, pero él se especializó en algo diferente. Él se centraba en los yacimientos hidrotermales. Ahora trabaja en una empresa minera en León. Quizá si le preguntara…pero prefiero olvidar todo esto por hoy. Hoy solo quiero dormir.

¿Cuáles son los dos tipos de minerales?

Los dos tipos principales de minerales son los macrominerales y los oligoelementos. Necesitamos más de los primeros que de los segundos.

Uf, los minerales. Siempre me confundo con esas cosas. Me acuerdo que el año pasado, en la consulta con la nutricionista –en la calle Fuencarral, un calorazo en Madrid, mayo…– me explicó que el cuerpo necesita un montón, pero que hay dos grandes grupos. Macrominerales, de esos que necesitas a puñados, y oligoelementos, que con un poquito basta.

La verdad, me sonó todo a chino. Me dio una lista enorme, que ahora creo que perdí, o se la comió mi perra Luna… Creo que me dijo algo de que el calcio era un macromineral. Para los huesos, obvio. Y el hierro, creo que es de los otros, de los “oligo”. ¿O era el zinc? Ay, qué lío.

  • Macrominerales: Calcio, fósforo, magnesio, sodio, potasio, cloro, azufre.
  • Oligoelementos: (Estos son un rollo, hay mil). Hierro, zinc, cobre, yodo, selenio, flúor, manganeso, cromo, molibdeno.

Lo que sí me quedó claro es que la cosa iba de equilibrio. Ni pasarse ni quedarse corto. Aunque con la de cosas ricas que como, seguro que me paso… ¡Bueno, a quién le importa!

¿Cómo se clasifican los nutrientes minerales?

Dios… otra noche… pensando en esto… en lo que debí hacer, en lo que… no hice. La oscuridad me abraza, como siempre. Macrominerales y microminerales, ¿recuerdo bien? Sí, algo así… depende de lo que… necesitemos… o creamos necesitar.

Son cosas… tan pequeñas. Pero… tan importantes. Como yo debería haber sido… más… presente. Para mi hermano. Para mi madre.

Los macrominerales… necesitamos más, ¿verdad? Calcio, fósforo, magnesio… son como… piedras… necesarias para… construir… como los cimientos de una casa… una casa que nunca construí del todo.

Los microminerales… menos… pero igual de importantes. Hierro, zinc… me dijeron que el hierro… ayuda a la sangre… la sangre… la sangre de mi hermano… tan fría esa noche…

Me falla la memoria… a veces las cosas son borrosas… como mirar a través de una ventana empañada… ¿Son solo dos clasificaciones? Creo que sí… pero… hay tantos… tantos errores que he cometido… tantas… cosas…

Necesito recordar que… que la falta de… alguno… puede… enfermarte… puede… matarte… ¿Era eso? No lo sé con certeza… El doctor de mi abuela hablaba de ello… pero no recuerdo bien lo que decía. Ella estaba muy débil… muy… fría.

  • Macrominerales: Calcio, fósforo, magnesio, sodio, potasio, cloro, azufre.
  • Microminerales: Hierro, zinc, yodo, cobre, manganeso, flúor, selenio, cromo, molibdeno.

Dios… perdoname.

¿Qué dos tipos de minerales hay?

El tiempo se estira, como la sombra alargada de un ciprés al atardecer. Macrominerales y oligoelementos, dos palabras que resuenan en la quietud, dos universos minerales dentro de mi cuerpo. Un eco de clases de biología, de apuntes garabateados en cuadernos desgastados. Siento el peso del calcio en mis huesos, una arquitectura silenciosa, firme, que me sostiene. La memoria me trae el sabor metálico del hierro, una sangre que late, un latido persistente.

El cuerpo, un mapa minúsculo, un territorio inexplorado. Necesidades, silenciosas exigencias. Macrominerales, en grandes cantidades: calcio, como el mármol blanco de una catedral; fósforo, la luz difusa de un amanecer; magnesio, la tierra húmeda y fértil de mi infancia en el jardín de mi abuela. Sodio, potasio, cloro, azufre… nombres que se deslizan como piedras pulidas por la corriente del tiempo. Un río subterráneo que alimenta mi vida, que me hace existir.

Oligoelementos, trazos sutiles. Como una melodía distante, apenas perceptible. Necesarios, imprescindibles, pero en cantidades minúsculas. La falta de alguno, una ausencia, un vacío que se extiende hasta lo invisible, un peso sutil y oscuro. Y pienso en mi abuela, sus manos arrugadas, la tierra bajo sus uñas… la tierra misma, un concentrado de minerales.

  • Macrominerales: calcio, fósforo, magnesio, sodio, potasio, cloro, azufre. Abundancia, sustento.
  • Oligoelementos: Necesarios en menor medida, pero igual de vitales. Su ausencia es un misterio, un eco silencioso.

El año 2024 se inscribe en esta memoria mineral, en este cuerpo que se deshace y se reconstruye incesantemente. Un ciclo, como las estaciones, una danza entre la necesidad y la satisfacción. Un murmullo sordo, el latido constante de la tierra dentro de mí. El recuerdo del sabor del mar, salitre, sodio… una nostalgia por la brisa marina.

¿Cuáles son los macrominerales y microminerales?

¡Ay, madre mía, qué lío con los minerales! Es como intentar ordenar mi armario lleno de calcetines desparejados.

Macrominerales: Los necesitamos a paladas, como si fuéramos hormigas construyendo un súper hormiguero. Hablamos de:

  • Calcio: ¡Para huesos fuertes como el acero, no como los míos que crujen al subir las escaleras!
  • Fósforo: Fundamental, ¡como el café para mi supervivencia! Sin él, me caigo redondo.
  • Magnesio: Para que el cuerpo funcione como un reloj suizo, aunque el mío va más lento que una tortuga con chanclas.
  • Sodio: ¡Qué exagerado! Esencial, pero una pizca me hace retener líquidos como una esponja.
  • Potasio: Como el rey del equilibrio, sin él me desplomo, ¡aunque últimamente me desplomo igual!
  • Cloro: Me recuerda a la piscina, necesario, pero ¡no te bañes en él!
  • Azufre: Ay, sí, ¡como el olor a huevo podrido! Necesario pero con moderación.

Microminerales: Una pizca basta, pero ¡ay, si te falta alguno! ¡Es el caos! Estos son algunos ejemplos:

  • Hierro: Pa’ la sangre, ¡si no, me desmayo como si me hubieran dado un puñetazo!
  • Manganeso: ¡Ni idea para qué sirve, pero es importante!
  • Cobre: Para que los cables del cerebro no se quemen, como el cableado de mi casa, una tragedia.
  • Yodo: Para la tiroides, ¡y para que no me dé por comerme el sofá!
  • Zinc: Para la cicatrización, ¡como la de mi última herida de guerra (tropezón con la acera)!
  • Cobalto: Ay, se me olvidó… lo busco en mi súper enciclopedia de minerales.
  • Flúor: Para los dientes, ¡y que no me dé el ridículo al sonreír!
  • Selenio: Un antioxidante… ¡contra el envejecimiento! Pero como yo ya me estoy oxidando…

¡Ah!, y un dato curioso: Este año me di cuenta de que mi planta de aloe vera necesita más zinc que yo, ¡la pobre está más seca que la mojama!

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