¿Cuáles son las 4 ciencias exactas?

¿Las cuatro ciencias exactas? ¡Ay, qué pregunta! Me da un poco de cosa, la verdad. ¿Exactas, dices? ¿De verdad? Porque a mí, con mi poca ciencia, me suena a… bueno, a simplificación. Recuerdo en el instituto, peleándome con las ecuaciones de segundo grado, ¡qué dolor de cabeza! Y luego, en la uni, la física… ¡madre mía, qué maravilla, qué precisión, qué elegancia! Ahí sí que se cumplía la exactitud, al menos en teoría. Caían las manzanas como debían, las leyes de Newton, intocables.

Pero… ¿la química? Claro que es fundamental, ¡sin ella no existiríamos! Pero es que hay tantas variables, tantos factores que influyen… El otro día, estaba intentando hacer un bizcocho, siguiendo la receta al pie de la letra –exacta, en teoría– y salió… bueno, un poco raro. ¿Falló la receta? ¿El horno? ¿Mi precisión al medir? ¡Un misterio! No es tan exacto como la fuerza de la gravedad, ¿verdad?

Y la biología… ¡uff! Hablar de la biología es hablar de la vida misma, con toda su imprevisibilidad, su caos maravilloso, su belleza inexplicable. Mi abuela, que en paz descanse, decía que cada persona es un universo… ¡y qué razón tenía! Intenta medir eso, calcularlo, aplicarle fórmulas exactas… Imposible. Se me ocurren miles de ejemplos. ¿Cómo cuantificas el amor, por ejemplo? ¿O la intuición? Eso no sale en ningún libro de física.

Entonces, ¿cuatro ciencias exactas? Para mí, las verdaderas reinas de la exactitud son las matemáticas y la física. Claro, quizás la astrofísica también, aunque me pierdo con los agujeros negros y esas cosas… Las otras… son ciencias maravillosas, importantísimas, pero ¿exactas? Eso ya es otra historia, ¿no crees? Más bien, son disciplinas que buscan la verdad a través de la observación y la experimentación, con una gran aproximación a la realidad, pero con ese margen de error que da la complejidad de la vida misma. Un poquito más de poesía, ¿no te parece? Y un poquito menos de rigidez.