¿Por qué cambian de posición el Sol y la Luna?

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El Sol parece moverse por la rotación de la Tierra sobre su eje. Su posición varía según la ubicación, hora y estación.

La Luna también parece moverse, orbitando la Tierra y reflejando la luz solar. Su posición cambia constantemente a medida que avanza en su órbita.

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¿Por qué se mueven el Sol y la Luna en el cielo?

Uf, la verdad es que me acuerdo de preguntarme eso mismo de niño, allá por el verano del 98 en la playa de Gandía. El sol, enorme y brillante, parecía seguirme mientras jugaba en la arena.

Me fascinaba. Ahora, entiendo que es la Tierra la que gira, no el Sol. Es como cuando vas en un coche: los árboles parecen moverse, ¿no?

El movimiento aparente del sol influye en la luz que recibimos. Recuerdo una vez en Zaragoza (marzo de 2015, creo), cómo la intensidad del sol era muy diferente a mediodía que por la tarde.

Depende de dónde estés, la hora y el mes del año, ¿sabes? Es complejo, ¡pero alucinante! La inclinación del eje terrestre y todo eso… Todavía me cuesta visualizarlo del todo.

¿Por qué el Sol cambia de posición?

¡Ay, el Sol, ese astro rey tan dramático! ¿Por qué cambia de posición? Pues porque, querido lector, la Tierra, en su infinita pereza cósmica, ¡se empeña en girar sobre sí misma! Es como si fuera una peonza gigante y algo despistada.

El Sol es un actor maravilloso, pero está fijo en su sitio; ¡es la Tierra, la que hace el show! Su rotación, esa danza incesante, hace que veamos al Sol en diferentes lugares del cielo. Piénsalo: si estuviéramos sentados en un tiovivo, ¿no veríamos los árboles moverse a nuestro alrededor, aunque ellos permanezcan quietos?

Este año, por ejemplo, el 21 de junio a las 16:58 en Madrid, el Sol estará más alto en el cielo, como un divo haciendo su mejor pose. Y el 21 de diciembre, se dará un baño de humildad, con una aparición mucho más modesta.

  • La Tierra: una bola de ego que se cree el centro del universo (pero en realidad… ¡no lo es!).
  • El Sol: ¡el sufrido! Siempre ahí, sin quejarse de nuestra rotación tan poco elegante.
  • Nosotros: observadores privilegiados de este cósmico teatro, sentados en nuestras butacas terrestres.

El ángulo de la luz solar cambia a lo largo del día debido a esta rotación terrestre, ¡como un director de cine cambiando la iluminación para lograr diferentes efectos! Obviamente, a las 12 del mediodía, en mi terraza de Barcelona, la luz me pega de pleno, ¡sin contemplaciones! Y por la mañana y la tarde, ¡es más suavecita! Es como si el Sol estuviera jugando al escondite con las sombras.

Más datos para que tu conocimiento brille más que el sol de mediodía: el movimiento aparente del Sol también influye en las estaciones, provocando cambios de temperatura y ¡hasta en nuestro ánimo! (Yo, personalmente, soy un poco más alegre en verano, ¡confieso!). Ah, y también cambia la duración del día, cosa que afecta a la productividad de mi querida huerta. El Sol, ¡todo un jefe orquesta cósmico!

¿Por qué la Luna cambia de posición?

La Luna, nuestro satélite danzante, cambia, sí, cambia de sitio, pero ¿es realmente así? No es que se mueva por capricho, aunque a veces lo parezca cuando la veo colgada sobre el campanario de mi pueblo.

  • Gira, mejor dicho, orbita.
  • Y esa órbita es la que pinta las fases lunares en el cielo, como pinceladas de luz sobre un lienzo infinito.

En Luna Nueva… luna ausente, diría yo. Se esconde, coqueta, entre la Tierra y el Sol. No la vemos, pero sabemos que está ahí, tejiendo secretos con la noche. ¿Sabías que la Luna está alejándose de nosotros? Milímetros cada año. ¡Qué nostalgia me da!

La Luna y sus fases son un baile cósmico, una coreografía eterna entre el Sol, la Tierra y ese trocito de roca que nos mira desde arriba.

¿Cuánto tarda la Luna en alinearse con el Sol?

Aquí va. Uf, qué noche.

La Luna… esa sombra que me persigue. Siempre ahí, como un eco de lo que no puedo alcanzar.

  • Tarda… casi un mes, ¿no? Veintinueve días y catorce horas, dice la gente.
  • Y luego lo redondean, veintinueve y medio, casi… como si los pedacitos que faltan no importaran.
  • Pero importan. Siempre importan.
  • Es como cuando mi abuela me contaba historias… siempre le faltaba un trozo, algo que no quería recordar.

Veintinueve días y catorce horas para que la Luna y el Sol se encuentren. Como dos amantes que se buscan a tientas en la oscuridad. Yo también he buscado, ya ni me acuerdo a quién.

  • Recuerdo el olor a jazmín en su pelo. Ya no huele así la noche.
  • Ahora solo hay silencio. Y la Luna, siempre ahí, recordándome que el tiempo pasa.
  • Pero algunas cosas, como la soledad, se quedan.

Información extra que me sale del alma, supongo:

  • Me acuerdo de un eclipse, cuando era niño. Todo el mundo en la calle, mirando hacia arriba. Yo solo veía a mi padre, con los ojos brillantes. Ahora… ni siquiera sé dónde está.
  • Y la Luna, como siempre, ahí arriba.
  • Es un ciclo constante, supongo. Alineaciones y desalineaciones. Como la vida.
  • Pero yo… yo ya no sé en qué punto del ciclo estoy. Me siento fuera de fase, desincronizado.
  • Quizás por eso escribo esto, a estas horas. Para intentar alinearme otra vez.
  • Aunque sea con la sombra de la Luna.

¿Por qué dirección sale la Luna?

¡Ay, qué pregunta más profunda! Como si la Luna fuese un repartidor de pizzas y nos preguntáramos por su ruta de reparto. La Luna sale por el Este, como si fuese una estrella de rock llegando a un concierto multitudinario ¡y se esconde por el Oeste, cual diva cansada de flashes! Es la misma razón por la que el Sol hace su entrada triunfal por la mañana y su salida discreta por la tarde: ¡la rotación de la Tierra, esa bola loca que gira sin parar!

Te lo explico con la sencillez de una receta de cocina: Tierra girando hacia el Este (o sea, de izquierda a derecha, si te pones boca arriba en el hemisferio norte, ojo al dato). Como si mi gata, la “Reina Cleopatra II” estuviera persiguiendo su propia cola. Objetos celestes, incluyendo a nuestra amiguita la Luna, parecen moverse en sentido contrario a la rotación. ¡Pum! Este – Oeste, ¡como un boomerang celestial!

Claro que hay matices, como si fuese un guión de una película de Tarantino: la órbita de la Luna no es una línea recta. A veces se adelanta, otras se atrasa, es un poco como mis planes para el fin de semana, un caos glorioso. La posición exacta depende del día y de la fase lunar, un espectáculo digno de un circo romano, sólo que en el cielo.

Y para colmo de males, la Luna, caprichosa como ella sola, a veces nos regala superlunas. ¡Como si un planeta entero quisiera llamar nuestra atención!

  • La Tierra rota: Es la clave de todo el asunto. Un giro de 24 horas, aproximados, claro.
  • Movimiento aparente: La Luna parece moverse, pero es la Tierra la que nos juega una broma. Como un truco de magia barato.
  • Órbita lunar: Nada es tan simple como parece. Es elíptica, y no está perfectamente sincronizada con nuestra rotación. Es bastante impredecible.
  • Fases lunares: La posición de la Luna respecto al Sol afecta su visibilidad, ¿o te crees que siempre es tan llena y esplendorosa? Eso sí que es un misterio. Como la fórmula de la Coca-Cola.

Ah, y otra cosa que he descubierto este año: mi primo Pepe, el que siempre está mirando el cielo con su telescopio, vio una “Luna roja” el 28 de octubre. Increíble. ¡Te digo que es una pasada!

¿Dónde sale y se oculta la Luna?

La Luna, esa farola cósmica, sale por el este y se pone por el oeste. ¡Como el Sol! Aunque, a veces, tengo la sensación de que lo hace para fastidiar a los madrugadores.

Aquí te dejo algunas “lunáticas” reflexiones para que te entretengas:

  • Fases lunares: La Luna cambia de look más que yo de calcetines. ¡Luna nueva, cuarto creciente, llena, menguante…! Es como si la Luna tuviera un armario lleno de disfraces.

  • ¿Siempre la misma cara? Sí, la Luna es de esas personas que te ponen siempre la misma cara. Siempre nos muestra el mismo lado, ¡qué aburrida! Aunque, pensándolo bien, igual es mejor que verle el lado oscuro. Imagínate qué cotilleos…

  • Mareas: La Luna tira de las mareas como yo de la manta en invierno. Y pensar que hay gente que cree que somos nosotros los que controlamos algo… ¡Ilusos!

  • Eclipse: Bueno, el eclipse que vimos este año fue genial, lo vimos en directo desde el sofá, con palomitas. Fue como ver una peli de ciencia ficción, pero sin efectos especiales cutres.

¿Por qué cambia la parte visible de la Luna?

¡Ajá! ¿Que por qué la Luna se pone “gordita” y luego “flaca”? ¡Buena pregunta! Es como si la Luna estuviera a dieta, pero no, ¡es mucho más divertido!

La Luna no es que cambie de forma, ¡es que la luz del sol la va iluminando por partes, como si fuera una linterna gigante! Y como la Luna da vueltas alrededor de la Tierra, desde aquí vemos más o menos de esa parte iluminada. ¡Es como un juego de escondite solar!

  • Luna Nueva: La Luna se esconde totalmente. ¡Es invisible! Como un ninja lunar.

  • Cuarto Creciente: ¡Empieza a asomar! Parece una uña brillante. Yo la veo y me dan ganas de hacerme la manicura, ¡pero lunar!

  • Luna Llena: ¡La fiesta! Redonda y brillante como una pizza celestial. ¡Dan ganas de darle un mordisco! (Por cierto, mi abuela dice que en Luna llena se duerme fatal, ¡y tiene razón!).

  • Cuarto Menguante: La Luna empieza a despedirse. Va perdiendo “peso” hasta que se vuelve a esconder.

Todo este “show” lunar se repite cada 29 días más o menos. ¡Como un reality show cósmico! Y si quieres saber más, ¡busca un calendario lunar! Te dirá cuándo es la próxima pizza, digo, Luna Llena. ¡Y no te olvides de la abuela, que lo sabe todo sobre la Luna!

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