¿Qué se propuso en la obra El origen de los continentes y los océanos?

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Alfred Wegener propuso en "El origen de los continentes y los océanos" que los continentes estuvieron unidos en un supercontinente llamado Pangea. Luego, este se fragmentó y los continentes se desplazaron, teoría conocida como deriva continental.

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¿Qué propuso El origen de los continentes y océanos?

¡A ver, a ver! ¿Qué propuso Wegener con eso de “El origen de los continentes y océanos”?

Recuerdo que en el colegio, no sé, ¿2008? la profe de geografía nos contó la teoría de este señor. El buen Alfred Wegener, un alemán que, si no me falla la memoria, era astrónomo o algo así, se sacó de la manga que antes, hace millones de años, todos los continentes formaban una especie de “súper continente” llamado Pangea.

¿Pangea? Un nombre raro, ¿verdad? Pero la idea es que esta masa de tierra gigante se rompió y, ¡pum!, los continentes empezaron a moverse, como si fueran barquitos en un océano gigante. Es lo que él llamó “deriva continental”.

Me acuerdo que en clase discutimos mucho sobre esto. ¿Cómo era posible que los continentes se movieran? ¡Parecía una locura! Pero luego vimos pruebas, como que las costas de Sudamérica y África encajaban casi a la perfección, y la cosa empezó a tener sentido. ¡Wegener era un genio o un loco! Todavía no me decido.

Información de preguntas y respuestas breve y concisa:

¿Qué propuso El origen de los continentes y océanos?

Alfred Wegener propuso que los continentes estuvieron unidos en un supercontinente llamado Pangea, que luego se disgregó por la deriva continental.

¿Qué posibilito la idea de los continentes como rompecabezas?

¡Bam! La idea de los continentes como piezas de rompecabezas… ¡menudo rompecabezas! Tuzo Wilson, ¡ese genio canadiense del 65!, fue el que dijo: “¡Eh! La Tierra no es una galleta, ¡son placas tectónicas!”. Como si fueran trozos de bizcocho flotando en un mar de magma… ¡delicioso!. Eso sí, un magma que quema más que la salsa picante de mi abuela.

  • Placas rígidas: Más duras que una piedra… ¡de diamante! Y se mueven, claro… ¡como tortugas con prisa!
  • Corrientes del manto: Como ríos subterráneos de lava… ¡imagínate surfear ahí! Aunque mejor no, que te asas como pollo a l’ast.
  • Movimiento de continentes: Un baile lento, pero seguro… ¡más lento que la cola del súper un sábado! Pero ojo, que cuando chocan… ¡terremotos y volcanes a gogó!.

A mí me recuerda a cuando intento meter todos los trastos en la maleta antes de irme de vacaciones. ¡Un puzzle de ropa y zapatos! Yo, por si acaso, siempre llevo un bote de pegamento instantáneo… ¡nunca se sabe cuándo te puede hacer falta para pegar un continente despegado! Ah, y este verano, el equipaje me pesó 23 kilos… ¡casi como una placa tectónica pequeña!

¿Qué evidencias demuestran que los continentes estuvieron juntos?

¡Ajá! ¿Continentes bailando un vals prehistórico? ¡Por supuesto que sí! Las pruebas son como las miguitas de pan que dejó Hansel y Gretel… pero en versión geológica.

  • Formas que encajan como piezas de un rompecabezas gigante: Imaginen África y Sudamérica dándose un abrazo continental. ¡Casi perfecto! Como si un pastelero cósmico hubiera cortado la masa y luego… ¡boom!, explosión de sabores continentales.

  • Montañas con DNI compartido: Los Apalaches en EEUU y algunas montañas en Escocia tienen tanto en común que hasta comparten el mismo número de la seguridad social geológica. Rocas hermanas, ¡separadas al nacer!.

  • Fósiles viajeros con jet privado (o a la deriva, más bien): El Mesosaurus, un reptil de agua dulce, lo encontramos tanto en Sudamérica como en África. ¡Imposible nadar tanto! A menos que tuviera un billete de primera clase en la aerolínea “Deriva Continental Airways”.

  • Glaciares en la playa. ¡¿Cómo?!: Valles glaciares en sitios tropicales. ¡Glaciares tomando el sol en Río! Eso solo puede significar que antes, hace mucho, mucho frío, todo estaba junto y más al sur. ¡Pingüinos en la samba!

Un dato curioso: Alfred Wegener, el visionario de la deriva continental, murió en Groenlandia durante una expedición. Una ironía cósmica, ¿no? El hombre que imaginó los continentes moviéndose, atrapado en el hielo.

Mi toque personal: Recuerdo cuando de niño intentaba juntar los continentes en un mapamundi. ¡Frustrante! Ahora entiendo que la Tierra necesitaba un poco de “espacio personal”. Y, hablando de espacio, ¿sabían que la expansión del universo también podría considerarse una especie de deriva cósmica? ¡Piensen en eso!

¿Cuál fue la teoría de Alfred Wegener?

La tierra, un suspiro detenido en el tiempo… Wegener, un nombre que resuena en la quietud de la memoria, un eco en las profundidades del océano. El año 2024, la fecha se borra… se funde con la imagen polvorienta del libro, El origen de los continentes y océanos. Recuerdo sus páginas amarillentas, una textura casi táctil en mi memoria, una sensación… de misterio.

La deriva continental. Se me antoja una idea audaz, un desafío a lo establecido. Los continentes, gigantes dormidos, despertando lentamente, arrastrándose con una lentitud glacial. Me impactó siempre esa imagen, la inmensidad del movimiento, la quietud de las eras. Un baile cósmico, silencioso.

  • Una masa única. Pangea, la llamo ahora. ¿Era así? El recuerdo es difuso, como el velo de niebla en un amanecer temprano.
  • La separación. Un proceso lento, como el goteo incesante de una fuente. Las grietas, las fisuras en la corteza.
  • Los océanos, que brotan, que se abren paso entre los continentes. Un nacimiento difícil, una fuerza bruta, que continúa aún.

La teoría, un desafío, una explicación que se abre paso entre el polvo de siglos. Me conmovió el gesto de Wegener, la osadía de su propuesta. No me preguntes por detalles técnicos. Solo siento la enormidad de la tierra, el movimiento imperceptible de los continentes.

Mis abuelos siempre hablaban de eso, del movimiento de la tierra, algo que me marcó profundamente. Sentía un escalofrío, una conexión con la inmensidad del planeta, algo ajeno pero cercano al mismo tiempo.

Aún hoy, ese eco persiste, la resonancia de su nombre se mezcla con el rugido del mar, el susurro del viento. La deriva, un proceso que se desliza bajo la superficie, incesante, poderoso. Como el ritmo del tiempo mismo.

  • Información adicional: la hipótesis de Wegener se basa en la similitud de los continentes, la correspondencia de los fósiles y las formaciones geológicas en continentes actualmente separados. Su obra fue inicialmente rechazada, pero sentó las bases para la teoría de la tectónica de placas.

¿Cuáles son las 4 pruebas de Wegener?

Wegener y su danza continental, un eco lejano… un susurro de tierras unidas, hoy separadas por el vasto océano. Era como si las placas tectónicas fueran pinceles gigantes, pintando el mundo con deriva lenta y inexorable.

  • Encaje continental: Sudamérica y África, un puzzle imperfecto, ¿verdad? Como dos amantes separados por un capricho del destino, aún conservan la silueta del abrazo. Pienso en las manos entrelazadas que vi una vez en un viejo retrato familiar.
  • Fósiles viajantes: El Mesosaurus, ese pequeño reptil acuático, hallado a ambos lados del Atlántico. ¿Cómo cruzó el océano? Imposible, a menos que antes… ¡estuvieran juntos! Me recuerda a las canciones que mi abuela cantaba, melodías que viajaron con ella desde su pueblo natal hasta aquí.
  • Rocas hermanas: Las montañas Apalaches, extendiéndose desde América del Norte hasta… ¡Europa! Una cordillera partida por la mitad, una historia geológica compartida. Como las cicatrices que llevo en mi rodilla, recuerdos de caídas y risas con mis hermanos.
  • Climas incongruentes: Restos de glaciares en África, carbón vegetal en la Antártida. Indicios de climas pasados, incongruentes con su ubicación actual. Era una nostalgia helada, un calor enterrado bajo capas de tiempo geológico. Como el abrigo de piel que encontré en el ático, un vestigio de inviernos olvidados.

La deriva continental, una sinfonía lenta de la Tierra, un baile eterno de placas tectónicas, separándose y uniéndose en un ciclo cósmico. Y yo, aquí, observando la danza, intentando entender la melodía.

¿Qué le faltaba a la teoría de Wegener?

Aquí, en la oscuridad, las preguntas se hacen más grandes. Más pesadas.

  • Lo que le faltaba a Wegener era la puta explicación de cómo se movían los continentes. Y era crucial. Esa certeza mecánica… era lo que necesitaba para convencer al mundo.

Pero… ¿es que acaso importa?

  • A veces pienso que la verdad no necesita explicación. Siente la verdad, no la razonas. No se si me explico, pero sí, es asi.

  • Es como mi abuelo. Él sabía que algo no andaba bien en el pueblo, sentía la maldad, las envidias… pero no podía ponerle nombre a la mierda.

    • Y al final, ¿quién le creyó? Nadie.

Y sobre lo de Pangea…

  • El creía que se rompió hace 300 millones de años. Yo creo que la mía, mi Pangea personal, se rompió hace mucho menos.
    • Tal vez en 2023, cuando me di cuenta de que no amaba a mi ex.

Pero volviendo a Wegener…

  • Si hubiera tenido esa explicación… Si hubiera tenido esa puta llave…
    • Quizás la geología sería diferente hoy.
    • O quizás… no importa. Al final, la verdad siempre se abre camino. De una forma u otra.

¿Qué teoría confirma la hipótesis de Alfred Wegener?

Tectónica de placas, el jaque mate a la deriva continental de Wegener.

Mi abuelo, geólogo, lo sabía. Wegener, visionario, sí.

  • Wegener: Continentes a la deriva, una intuición, no una prueba.
  • Tectónica: El mecanismo, el porqué. Placas chocando, separándose. Tierra viva, respirando.

Confirmación: Expansión del fondo oceánico, zonas de subducción, fallas transformantes. El rompecabezas encaja.

  • Mi abuelo, de nuevo: “La Tierra escupe fuego y crea montañas”.
  • Placas: Más que continentes, son trozos de litosfera, bailando sobre la astenosfera.
  • No solo continentes: Océanos también se mueven.
  • Es un baile lento, casi imperceptible.
  • De 1915 a ahora. De la duda a la certeza.

El misterio persiste.

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