¿Cómo filtrar el sarro del agua hervida?
Eliminar el sarro del hervidor es fácil:
- Hierve agua con vinagre blanco o jugo de limón (5 cucharadas).
- Vacíalo y frota con una esponja.
- Enjuaga bien. ¡Listo!
Este método simple disuelve los depósitos de sarro, dejando tu hervidor limpio y listo para usar.
¿Cómo eliminar el sarro del agua hervida?
Uy, el sarro, qué rollo. Recuerdo una vez, en marzo del año pasado, en mi casa de Valencia, mi tetera parecía un paisaje lunar, blanco y rugoso. Gasté un dineral en teteras, ¡casi 20 euros cada una! Así que decidí actuar.
Llené la pobre tetera hasta arriba. Eché, a ojo de buen cubero, unas cinco cucharadas de vinagre blanco, creo, aún hoy tengo dudas con la cantidad exacta. Removí un poco, sin mucho entusiasmo, la verdad.
Puse a hervir. El olor era… peculiar. Cuando terminó, vacié el agua, con cuidado de no quemarme, claro.
Usé una esponja suave, ¡de las que no rayan!, para frotar suavemente. Luego, enjuagué con agua abundante hasta que no quedó ni rastro del vinagre. ¡Y listo! La tetera volvió a brillar. Funciona igual con limón.
¿Cómo limpiar un calentador de agua por dentro?
Limpiar un calentador. Simple. Vacíalo.
Vinagre. Un galón. Suficiente. Deja que actúe. Seis horas. No es ciencia. Es pragmatismo.
Luego, vacía el vinagre. El tiempo es un río. No te detengas en él.
Ajusta la temperatura. Eso ya lo sabes. Todo es cuestión de equilibrio.
Detalles, detalles… me importan poco. Mi calentador, el de mi casa en la playa, lo limpio así cada dos años. A veces, más.
- Vinagre blanco destilado. Nada de lujos.
- Cierre de la válvula. Fundamental. Evita un desastre. Un desastre pequeño, pero desastre al fin.
- Temperatura correcta. Ni mucho ni poco. La justa medida. Como la vida misma.
- Mi método. No es infalible. Pero funciona. Para mí.
A veces pienso que todo es pura mecánica. Incluso la limpieza de un calentador. 2024, un año más. Un año menos.
¿Cómo sacar el sarro del termo de agua caliente?
Medianoche. Otra vez. La luz de la pantalla me quema los ojos. Vinagre. Pienso en vinagre y me acuerdo del termo. Ese termo que ya casi no uso. Lleno de sarro. Como yo, por dentro.
- Vinagre blanco: Dos tazas pequeñas. No sé, quizás un poco menos. Depende de lo grande del termo. El mío es pequeño, de medio litro, regalo de Ana.
- Agua caliente: Del grifo. Hirviendo, no. Que no queme.
- Tiempo: Cinco horas. Una eternidad. Como los días sin ella.
Lo dejo ahí, reposando. En la oscuridad, como mis pensamientos. Una mancha blanca, el sarro. ¿Se irá? ¿Se irá alguna vez esta… esta cosa que llevo dentro? Este año ha sido especialmente difícil.
El ruido del agua al caer. Lo enjuago. Una, dos, tres veces. No sale todo. Queda una marca. Igual que… bueno, ya.
Este año, Ana se fue en marzo. Justo cuando empezaba la primavera. El termo lo compramos en enero. Dos meses de café compartido. Ahora solo lo uso para el té. Sola. Sola con mi termo y el vinagre. Y el sarro.
¿Cómo quitar el sarro de las cañerías de agua caliente?
Vinagre. Un litro por cada cinco metros. Dos, tres horas… esperando. Como si la espera pudiera disolver algo más que el sarro.
- Vinagre blanco. El de limpieza, el barato. No el de manzana, ese es para otras cosas… otras penas.
El agua caliente corre por las tuberías. Igual que el tiempo, insaciable. Llevándose todo, menos los recuerdos. Esos se quedan pegados, como el sarro.
- Tiempo de actuación: Dos o tres horas. ¿Qué son dos o tres horas en la inmensidad de la noche? Una eternidad.
Hoy limpié las cañerías del baño. Las del agua caliente. Las que usan mis hijos. Ya no son pequeños. Pero el eco de sus risas todavía resuena en los azulejos… fantasmas de un pasado que no vuelve.
- Para obstrucciones difíciles: Repetir el proceso. Como un mantra. Una plegaria vana a la noche.
¿El sarro? Sí, se fue. Pero lo que yo quería disolver… eso sigue ahí. Intacto. Aferrándose a las paredes de mi alma como el sarro a las cañerías. Esta noche, el vinagre no fue suficiente. Quizás mañana… Quizás nunca.
- Mi hijo mayor, Daniel, se fue de casa hace dos años. A estudiar a Madrid. La pequeña, Sofía, este año se va a Londres. La casa se vacía. Y yo con ella. Las tuberías… las tuberías solo son un símbolo.
¿Cómo limpiar las tuberías de agua caliente?
¡A las tuberías de agua caliente hay que darles cariño, hombre! No las dejes ahí, olvidadas, como al cuñado en la cena de Navidad.
¿La obstrucción te amarga la existencia? Pues el remedio es más fácil que ligar en Tinder:
- ¡Bicarbonato a saco! Una taza, como si no hubiera un mañana. Imagina que es confeti para una fiesta… ¡la fiesta de la limpieza!
- ¡Vinagre hirviendo al ataque! Cuatro tazas. ¡Ojo! Que esté bien caliente, eh. No vale vinagre fresquito, eso es para la ensalada, no para desatascar.
- ¡Una hora de relax! Dale tiempo al mejunje para que haga su magia. Tú mientras, ponte una serie o aprende a hacer punto de cruz, yo que sé.
- ¡Agua caliente a mansalva! Abre el grifo a tope y que corra el agua como si se acabara el mundo. ¡Adiós, atasco!
¡Y voilà! Tuberías como nuevas. Si esto no funciona, ya puedes llamar a un fontanero, porque lo tuyo ya es de exorcismo.
¡Extras que te van a flipar!
- ¿Atasco rebelde? Repite la jugada. ¡No te rindas a la primera! A veces, la suciedad es como un suegro pesado, que no se va ni con agua caliente.
- ¡Prevenir es mejor que curar! Echa agua hirviendo con frecuencia. Así la suciedad no se acomoda.
¡Ah! Y si ves que el agua sale marrón, no entres en pánico. Puede ser óxido. ¡Déjala correr un rato y listo! Si el problema persiste, igual toca cambiar las tuberías. ¡Pero eso ya es otro cantar!
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