¿Cuáles son las sales más comunes?

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Las sales más frecuentes en edificios históricos, como las eflorescencias, son carbonatos, sulfatos, cloruros, nitratos y nitritos de sodio, potasio, calcio, magnesio y amonio, con diferentes niveles de hidratación.
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El silencioso deterioro: Sales comunes y su impacto en la conservación de edificios históricos

Las sales, a menudo invisibles a simple vista, son protagonistas silenciosas del deterioro de los edificios históricos. Su presencia, muchas veces manifestada en forma de eflorescencias – esas costras blanquecinas que afean las fachadas y debilitan la estructura –, revela la complejidad de los procesos de degradación que afectan nuestro patrimonio. Pero ¿cuáles son las sales más comunes implicadas en este fenómeno?

Si bien existen numerosas sales capaces de interactuar con los materiales de construcción, ciertas familias químicas se destacan por su frecuencia y nocividad. Entre las más comunes encontramos:

1. Carbonatos: El carbonato de calcio (CaCO₃), en sus diferentes formas cristalinas (calcita, aragonito), es probablemente el más abundante. Si bien puede provenir de la propia composición de la piedra caliza o el cemento, su presencia en forma de eflorescencia indica procesos de disolución y recristalización, a menudo ligados a la acción del agua y el dióxido de carbono atmosférico. También se encuentran, aunque en menor medida, carbonatos de magnesio y de otros metales alcalinotérreos.

2. Sulfatos: Los sulfatos, especialmente el sulfato de calcio (CaSO₄), en sus formas anhidra (anhidrita) y dihidratada (yeso), son agentes importantes de alteración. El yeso, presente en muchos morteros y estucos, puede sufrir transformaciones por hidratación y deshidratación, generando tensiones internas que favorecen el agrietamiento. Además, la presencia de sulfatos de sodio (Na₂SO₄) y potasio (K₂SO₄), altamente solubles, es particularmente problemática, debido a su capacidad para cristalizar y expandirse, generando presiones que fracturan la piedra.

3. Cloruros: Los cloruros de sodio (NaCl, sal común), calcio (CaCl₂) y magnesio (MgCl₂) son comunes en entornos marinos o en zonas donde se utiliza sal para el deshielo. Su alta solubilidad y capacidad de penetrar en los poros de los materiales los convierte en agentes corrosivos, especialmente para el acero de las armaduras.

4. Nitratos y Nitritos: Los nitratos (NO₃⁻) y nitritos (NO₂⁻) de sodio, potasio, calcio y magnesio, provienen principalmente de la contaminación atmosférica, del uso de fertilizantes o de la descomposición de materia orgánica. Estos iones pueden generar procesos de alteración química en la piedra, además de favorecer el crecimiento de biopelículas que aceleran el deterioro.

5. Sales de Amonio: Aunque menos frecuentes que las anteriores, las sales de amonio, como el nitrato de amonio (NH₄NO₃) y el cloruro de amonio (NH₄Cl), pueden aparecer en zonas con alta concentración de materia orgánica en descomposición, contribuyendo a la degradación de los materiales.

La presencia y concentración de estas sales, así como su interacción con los diferentes materiales de construcción y las condiciones ambientales, determinan la magnitud del daño. La identificación precisa de las sales presentes es crucial para implementar estrategias de conservación adecuadas, que van desde tratamientos de limpieza hasta la aplicación de protectores específicos. Un entendimiento profundo de este complejo proceso de deterioro por sales es esencial para la preservación de nuestro patrimonio arquitectónico.