¿Qué dice la OMS sobre lavar el pollo?
La OMS recomienda lavarse las manos exhaustivamente después de manipular pollo crudo para evitar la propagación de bacterias como la Salmonella o el Campylobacter. Esta práctica crucial previene la contaminación cruzada de otros alimentos y superficies, protegiendo así la salud pública y reduciendo el riesgo de enfermedades transmitidas por alimentos.
Más Allá del Lavado del Pollo: La Perspectiva de la OMS sobre la Seguridad Alimentaria
La manipulación del pollo crudo, una práctica común en muchas cocinas, conlleva un riesgo significativo de contaminación bacteriana. Si bien la creencia popular sugiere lavar el pollo antes de cocinarlo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) adopta una postura matizada al respecto, centrándose no en el lavado del pollo en sí, sino en la higiene rigurosa antes, durante y después de su manipulación.
La OMS no recomienda explícitamente lavar el pollo crudo bajo el grifo. De hecho, hacerlo puede tener efectos contraproducentes. El salpicado de agua contaminada con bacterias como Salmonella y Campylobacter, presentes comúnmente en la superficie del pollo crudo, puede propagar estas bacterias a otras superficies, utensilios de cocina y alimentos preparados, aumentando el riesgo de contaminación cruzada. Esta contaminación cruzada es la principal preocupación de la OMS, no la simple presencia de bacterias en el pollo en sí.
La recomendación clave de la OMS se centra en la prevención de la contaminación cruzada a través de prácticas higiénicas exhaustivas:
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Lavado de manos: Este es el aspecto más crucial. La OMS enfatiza el lavado de manos frecuente y meticuloso con agua y jabón, especialmente después de manipular pollo crudo y antes de preparar otros alimentos. Este sencillo paso reduce drásticamente la probabilidad de propagar bacterias a través del contacto. El lavado debe durar al menos 20 segundos y cubrir todas las superficies de las manos.
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Superficies limpias: Utilizar tablas de cortar y utensilios separados para el pollo crudo y otros alimentos es fundamental. Después de manipular el pollo, estas superficies deben limpiarse y desinfectarse a fondo con agua caliente y jabón o con un desinfectante adecuado.
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Cocción adecuada: Cocinar el pollo a una temperatura interna segura (74°C) elimina las bacterias dañinas. Utilizar un termómetro de cocina para verificar la temperatura asegura una cocción completa y segura.
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Almacenamiento correcto: Mantener el pollo crudo separado de otros alimentos en el refrigerador, preferiblemente en un recipiente cerrado, previene la contaminación cruzada durante el almacenamiento.
En resumen, la OMS no se centra en el lavado del pollo como una medida principal de seguridad alimentaria. En cambio, prioriza la prevención de la contaminación cruzada a través de prácticas higiénicas rigurosas, destacando el lavado de manos exhaustivo y la limpieza y desinfección adecuadas de las superficies como medidas cruciales para proteger la salud pública y evitar enfermedades transmitidas por alimentos. La clave no está en lavar el pollo, sino en gestionar su manipulación de forma segura y responsable.
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