¿Qué pasa si elimino la sal?

¿Qué pasa si no consumo nada de sal?

Uff, ¿qué pasa si cero sal? A ver… hiponatremia, suena feo.

• Calambres, fijo. ¿Como cuando corro mucho en verano y no bebo suficiente?
• Náuseas, vomitos… uy, qué mal rollo. ¿Y mareos? Eso sí que me pasa a veces al levantarme rápido.
• Shock, coma, muerte. ¡Ostras! Exagerado, ¿no? Aunque pensándolo bien, todo en exceso es malo, incluso el agua.

¿Quiénes son los candidatos perfectos para este drama de la sal?

• Atletas de resistencia: maratones, triatlones… los que sudan a mares. Normal, pierden electrolitos a saco. Yo con la bici ya lo noto.
• Enfermedades: problemas de riñón, corazón, hígado… eso sí que es chungo. Y algunos medicamentos, ojo al parche.
• Mayores: a veces no tienen tanta sed y beben demasiado. O al revés, ¿quién sabe?

La verdad, yo no le echo mucha sal a la comida, pero tampoco la evito a tope. Un poquito de sal rosa del Himalaya le da un toque… ¡Mejor no jugársela!

¿Qué pasa si reduzco el consumo de sal?

El silencio de la sal, un vacío que se instala lento, un peso menos en el cuerpo, una sensación… extraña. Como una marea que retrocede, dejando la arena húmeda y fría. La sal, siempre la sal, tan presente, tan invisible. Menos sal, menos presión, dicen. Un eco distante, un eco que se repite en el vacío del cuerpo. El vacío… se hace presente.

¿Qué pasa si disminuyo la sal? Un cambio sutil, casi imperceptible al principio, pero profundo, como la raíz de un árbol antiguo. Un cuerpo que respira de otro modo.

• Presión arterial más baja, eso dicen, una promesa susurrada en los oídos del corazón.
• Menos muertes, el latido seco de una estadística, 1.89 millones de muertes al año en 2024, una cifra que quema. Un número tan grande que se vuelve insignificante, como las olas en la orilla del mar.
• Un cuerpo ligero, un peso que se aligera, la sombra de la sal se disipa. Pero, ¿a qué precio?.

Esa sombra, esa sal que siempre estuvo ahí, como una compañera inseparable, ahora se aleja, se esfuma. A veces la echo de menos, un anhelo extraño. El sabor de la vida, ¿se marchará también? La sal y la vida, ¿tan unidas?

• El cuerpo reacciona de maneras curiosas, es un misterio.
• Mis análisis de este año muestran una mejoría significativa.
• Un sabor menos intenso, una textura menos crujiente.

El cambio, sutil pero profundo, es real. Un cambio que afecta al cuerpo, al alma, al gusto… al recuerdo. Un silencio que se expande. El silencio de la sal que falta. La sal… la sal que ya no está.