¿Qué pasa si me cae mal el queso?

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La intolerancia a la lactosa, que impide digerir el azúcar de la leche, puede causar malestar tras consumir queso. Los síntomas incluyen, entre otros, diarrea, flatulencia y distensión abdominal. La gravedad de la reacción varía según la cantidad de lactosa ingerida y la sensibilidad individual.

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Más allá de la Lactosa: ¿Por qué me cae mal el queso?

El queso, ese manjar universal presente en infinidad de culturas y cocinas, puede convertirse en un enemigo declarado para quienes experimentan malestar tras su consumo. Si te cae mal el queso, la primera sospecha suele recaer en la intolerancia a la lactosa, y con razón. La lactosa, el azúcar de la leche, es un componente presente en muchos quesos, aunque en cantidades variables. Su maldigestión, debido a la deficiencia de la enzima lactasa, provoca los conocidos síntomas: diarrea, flatulencia, distensión abdominal, náuseas e incluso vómitos. La intensidad de estos síntomas depende directamente de la cantidad de lactosa ingerida y de la sensibilidad individual. Un queso fresco contendrá más lactosa que uno curado, por ejemplo.

Sin embargo, atribuir exclusivamente a la intolerancia a la lactosa el malestar tras comer queso simplifica una realidad más compleja. Existen otras causas que podrían estar en juego:

  • Histamina: Algunos quesos, especialmente los curados y fermentados, contienen altas cantidades de histamina, una sustancia que puede desencadenar reacciones alérgicas o pseudoalérgicas en personas sensibles. Los síntomas pueden variar desde dolor de cabeza y urticaria hasta problemas digestivos.

  • Tiramina: Similar a la histamina, la tiramina es una amina biogénica presente en algunos alimentos fermentados, incluido el queso. Su consumo en exceso puede provocar hipertensión arterial, palpitaciones y ansiedad en individuos susceptibles.

  • Caseína: La proteína principal de la leche, la caseína, puede causar reacciones adversas en algunas personas, independientemente de la lactosa. Estas reacciones, aunque menos frecuentes que la intolerancia a la lactosa, pueden manifestarse como problemas digestivos, reacciones cutáneas o incluso síntomas respiratorios.

  • Aditivos y conservantes: Algunos quesos contienen aditivos y conservantes que pueden provocar malestar en individuos sensibles. Es fundamental leer las etiquetas y prestar atención a ingredientes que puedan causar reacciones.

  • Contaminación cruzada: Si el queso se prepara o se manipula en contacto con otros alérgenos (frutos secos, gluten, etc.), puede producirse una contaminación cruzada, generando una reacción alérgica en personas con alergias a dichos alimentos.

¿Qué hacer si te cae mal el queso?

Si experimentas malestar tras consumir queso, lo ideal es consultar a un profesional de la salud, como un médico o un dietista-nutricionista. Él o ella podrá realizar una evaluación completa, determinar la causa del malestar y recomendar el tratamiento adecuado. Evitar el consumo de queso temporalmente y mantener un diario de alimentos para identificar patrones puede ser útil en el proceso de diagnóstico.

En conclusión, la aversión al queso puede tener diversas causas, que van más allá de la simple intolerancia a la lactosa. Una evaluación médica adecuada es crucial para identificar la causa específica y gestionar el problema de forma eficaz. No se automedique ni asuma que la intolerancia a la lactosa es la única explicación posible. El diagnóstico preciso permitirá disfrutar de este delicioso alimento sin sufrir las consecuencias negativas.