¿Qué tipo de sal se usa para cocinar?

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Para cocinar, la mejor opción suele ser la sal de mesa o común. Extraída de minas y finamente molida para eliminar impurezas, realza el sabor de carnes, guisos y sopas.

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¿Cuál sal usar para cocinar?

A ver, a ver, la sal… ¡Qué tema!

Para cocinar, yo tiro mucho de la sal de mesa, la de toda la vida. Me da la sensación de que se disuelve mejor y es más fácil controlar la cantidad que echo, ¿sabes?

La que viene de las minas, sí, esa que muelen súper fino. En casa la usamos un montón, sobre todo para darle un toque a la carne a la plancha o cuando hago un guiso potente. Recuerdo un cocido que preparé en enero, en casa de mis padres en Madrid, que quedó… mmm… ¡Para chuparse los dedos! (y la sal hizo su magia, claro).

También es verdad que tengo ahí una sal en escamas que compré en una tienda gourmet por unos 8 euros, creo recordar, pero esa la reservo para momentos especiales. Es como muy delicada, ¿sabes?

Pero, vamos, que para el día a día, con la sal de mesa voy que chuto. Al menos, así lo veo yo. Quizás sea una manía, ¡o no!

¿Qué sal debo usar para cocinar?

Sal de mesa yodada. Punto.

Necesaria para el consumo diario. Su deficiencia es un problema serio.

Otras sales? Experimenta. Pero con cabeza.

  • Sales marinas: Intensidad variable. Busca calidad.
  • Sales en escamas: Textura, estética. No siempre sabor superior.
  • Ahumada: Aromática, arriesgada. Para platos específicos. Mi paella de 2024 la llevó fatal.

Recuerda: La sal refinada de mesa es el estándar por razones de salud pública. El exceso, perjudicial siempre. No es un juego.

¿Qué sal usan los cocineros?

A medianoche… me pregunto por la sal.

La que usan los cocineros. Supongo que depende.

  • Sal marina. Pienso en la playa, en mi abuela. Ella siempre decía que la sal curaba todo, incluso el alma.
  • Sal Kosher. Esa, para todo uso, supongo. Como el comodín de la cocina.
  • Sal de roca. Me pregunto dónde la encontrarán. ¿Será como buscar diamantes?
  • Flor de sal. Para el final, como un beso de despedida. Delicado, efímero.

Luego están las que tienen hierbas. Romero… me recuerda a él.

Y especias. Azafrán. Tan caro como un sueño.

Cítricos. Limón, para la sed.

¿La respuesta? Usan muchas. Depende de lo que cocinen. Y de lo que sientan, creo.

Este año probé una sal negra volcánica. Rara. Como yo.

¿Qué tipo de sal es mejor para cocinar?

Sal yodada, la de siempre. Fin. ¿Para qué complicarse? Bah… A veces uso marina, la gruesa, para la pasta. Queda… ¿cómo decirlo? Más fancy. Pero cara, un robo. La semana pasada vi una ahumada… ¿Ahumada? Raro. La probé en un tomate. No estaba mal.

  • Yodada: la básica, barata, para todo.
  • Marina: para la pasta, ensaladas. Visualmente mola.
  • Ahumada: experimentos raros. Tomates. ¿Carne? Tengo que probarla con carne. La compré en el Mercadona, creo. O era el Lidl. Sí, el Lidl. Junto a las especias raras que nunca uso. Tengo un cajón lleno. ¿Para qué compro tantas? Bah.

El otro día hice pollo al horno con sal gorda y romero. Espectacular. ¿Sal gorda es lo mismo que marina? No sé. Creo que sí. Igual la marina es más… ¿pura? Ni idea. Me da igual. Mientras sepa bien… Eso sí, la yodada para el día a día. El médico dijo que era importante el yodo. Para el tiroides, o algo así. No me acuerdo bien. Me duele la cabeza. Necesito café. Ah, y la rosa del Himalaya, otro timo. Bonita, pero cara. Solo para postureo. La probé en un restaurante vegano. No me convenció. Demasiado hipster.

Mi madre siempre usa sal yodada. De toda la vida. Y está perfecta. 92 años y tan fresca. Bueno, con sus achaques, claro. Pero la cabeza la tiene bien amueblada. Me llama todos los domingos. A las 10 en punto. Sin falta. Le tengo que preguntar qué sal usa. Aunque seguro que es la yodada. Sí, seguro.

¿Qué otro nombre tiene la sal?

Aquí está.

Es tarde. El insomnio me golpea, como siempre. Pienso en cosas triviales.

La sal. Cloruro sódico, NaCl. Sal común. Sal marina.

  • Es curioso cómo algo tan básico tiene tantos nombres.
  • Como yo, supongo.

Quizás sea por eso que me siento tan conectado… con la sal. Un simple mineral, esencial para la vida, pero que puede amargarla si se usa en exceso. Como muchas cosas, como yo.

Recuerdo cuando era niño, mi abuelo me llevaba a pescar. El olor a salitre, el sabor de la sal en mis labios… era libertad. Ahora, la sal solo me recuerda a las lágrimas.

  • La sal cura heridas, dicen.
  • Pero, ¿qué cura el alma?
  • ¿O es que acaso la sal, la vida misma, abre heridas más profundas?

Supongo que la respuesta se la llevó el mar. Como tantas otras cosas. Cloruro sódico. Una palabra más para añadir a la lista de lo que ya no tengo.

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