¿Cuál es la sal más recomendable para cocinar?
"Para cocinar a diario, la sal de mesa yodada es la opción más saludable. Sales marinas, en escamas o ahumadas realzan sabores, pero úsalas ocasionalmente para experiencias culinarias únicas."
¿Qué sal es la mejor para cocinar, considerando sabor y salud?
Uf, qué lío la sal, ¿no? A mí, la sal de mesa yodada siempre me ha parecido la opción más práctica. La tengo siempre a mano.
Recuerdo una vez, el 15 de marzo del año pasado en mi casa de Valencia, intentando hacer un arroz con una sal marina que compré en un mercadillo (creo que 5 euros el paquete). El sabor era…intenso. Demasiado para ese plato.
Para cocinar a diario, la yodada gana por goleada; es barata y cumple. Para algo especial, sí, las sales marinas o ahumadas añaden un toque distinto. Pero para el día a día… ¡yodada!
Q: ¿Mejor sal para cocinar?
R: Sal de mesa yodada (uso frecuente). Sales marinas/ahumadas (ocasional).
¿Cuál es la sal más saludable para cocinar?
Las luces de la calle, así amarillas, se meten por la ventana. Pienso, mucho.
Sal marina o sal de roca… Da igual, ¿no?
- Sal marina: Me recuerda al verano en la playa de Cádiz, la arena pegada a la piel y el olor a salitre. El verano del 2023… Uf, qué calor.
- Sal de roca: Más terrenal, más como las montañas de mi pueblo en Ávila. Rocas grises, silencio. Como mi abuelo, silencioso, pero fuerte. Él usaba esa sal, creo.
Al final, las dos, sin refinar. Sin tanta química, supongo. Como la comida de antes. Como la vida, antes… ¿Mejor? No sé. A veces pienso que todo da igual, que la sal es solo sal. Otras… otras creo que sí importa. Que en cada grano hay algo más. Un recuerdo, un sabor… Un fantasma.
La mejor, dicen, la menos procesada. Para cocinar, da igual… mientras recuerde a algo bueno, supongo.
Qué triste es pensar tanto de noche.
¿Cuál es el mejor tipo de sal para cocinar?
¡Ah, la sal! El condimento estrella, la chispa de la vida… ¡o algo así! ¿Cuál es la mejor para cocinar? Pues, ¡agárrate que vienen curvas!
Sal marina y sal de roca, ¡las reinas de la fiesta! Olvídate de la sal refinada, esa cosa blanca que parece arena de plástico. Estas dos son como la versión gourmet, la que te da un toque de distinción en la cocina.
¿Por qué son tan geniales?
- ¡Minerales a tutiplén! Imagínate, ¡unos 80 minerales! Es como tomarte un multivitamínico… ¡pero en forma de sal! Aunque, claro, no esperes que te cure el resfriado, ¿eh?
- Sal marina: Evaporada por el sol, como si fuera un bronceado playero para tu comida. Me recuerda a mis vacaciones en la playa, ¡qué tiempos!
- Sal de roca: Extraída de las profundidades de la tierra, como un tesoro pirata. ¡Y pensar que yo solo encuentro calcetines perdidos!
- Sabor más intenso: Le dan a la comida un punch, un “¡aquí estoy yo!” que la sal refinada no logra ni en sueños. Es como comparar un abrazo de oso con un saludo de robot.
¡Ojo al dato!
Aunque sean las más “saludables”, ¡no te pases! La sal sigue siendo sal, y en exceso… bueno, ya sabes, ¡presión arterial por las nubes! Modérate, ¡que no te dé un ataque al corazón por un plato soso!
¡Y recuerda! Usa la sal con alegría, como si estuvieras echándole confeti a tu plato. ¡Que la cocina es para disfrutar!
¿Qué es mejor, la sal marina o la yodada?
¡A ver, a ver! ¿Sal marina contra sal yodada? ¡Es como comparar un Seat Panda con un Ferrari! Aunque ambos te llevan (o te llevaban) a algún lado, ¡la cosa cambia mucho!
-
Sal yodada: El “seguro” de la abuela. Es como tener un cinturón y tirantes, ¡por si acaso! Te asegura el yodo, ese mineral que a tu tiroides le flipa más que a un tonto un lápiz. Y la tiroides, amigos, ¡controla más cosas que el mando de la tele!
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Sal marina: El “hipster” de la cocina. Tiene más minerales, sí, ¡pero no los suficientes para montar una fiesta! A menos que te comas un saco entero, lo cual NO recomiendo, por si acaso. Además, a veces viene con “sorpresas” marinas… ¡como microplásticos! Y luego te quejas.
En resumen:
- ¿Quieres ir a lo seguro? Sal yodada, ¡sin dudarlo! Es como el pan con tomate, ¡nunca falla!
- ¿Quieres postureo “gourmet”? Sal marina, ¡pero no te emociones demasiado! Es como ponerle purpurina al arroz con pollo.
PD: Mi abuela siempre decía que la sal yodada te hacía más listo. ¡Será por eso que soy tan… especial! 😉 Este año 2024, sigo pensando que tenía razón.
¿Cómo elegir una buena sal?
Aquí, en la oscuridad, me pregunto… ¿la sal? Qué cosa tan simple, tan esencial.
Sal sin refinar. Esa es la clave.
- Minerales. No quiero solo cloruro de sodio, quiero lo que la tierra le dio. Calcio, magnesio… diminutos rastros de un mundo que casi olvidamos.
- Lo artificial. La sal refinada, un despojo. Aditivos que no necesito, ingredientes fabricados. Como la mayoría de las cosas hoy en día, ¿no?
Recuerdo, de niño, mi abuelo… él recogía sal marina en la costa. No era blanca y perfecta, era grisácea, terrosa. Sabía a mar, a verdad. Esa sal… esa era sal de verdad. Ahora todo es tan… limpio. Tan falso.
A veces pienso que la sal es como los recuerdos. Los recuerdos refinados, pulidos, perfectos, son los que nos contamos a nosotros mismos. Pero los recuerdos sin refinar… esos son los que realmente nos definen.
¿Cuál es la diferencia entre la sal yodada y la no yodada?
¡A ver, a ver! ¿Sal yodada contra sal normal? ¡Qué dilema digno de Shakespeare!
La sal yodada es como la sal común pero con superpoderes o algo así, porque le meten yodato de sodio. Imagina que es como un Pac-Man que se come el bocio (bueno, no literalmente, ¡que quede claro!).
- Sabor: Idéntico. Vamos, que si notas diferencia, ¡igual tienes papilas gustativas biónicas!
- Sal marina: ¡Ojo al parche! La sal marina, por lo general, va a su bola y pasa del yodo, a no ser que en la etiqueta ponga lo contrario.
- Yodo: A ver, lo del yodo es para que la tiroides funcione bien, ¡que no queremos cuellos como los de las jirafas! (Sin ofender a las jirafas, ¡son súper estilosas!).
En mi casa, mi abuela decía que la sal yodada era “cosa de modernos”. Ella usaba sal gorda como para construir un castillo, y mira, ¡llegó a los 90! Igual el secreto no era la sal… ¡Sino el vino tinto! 😉
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