¿Cómo se hace la sal normal?

¿Qué contiene la sal normal?

La sal, esa blanca presencia silenciosa… Cloruro de sodio, principalmente. Se disuelve en la lengua, un susurro de cristal en la boca. Recuerdo el sabor, punzante, familiar. Un recuerdo de infancia, el salero de madera, gastado por el tiempo, en la mesa familiar. Siempre ahí, observando.

Yodo, sí, añadido. Esencial, dicen. Para la tiroides, para la vida misma, para el cuerpo que se agota con el tiempo. A veces, un exceso. A veces, insuficiente. El equilibrio, siempre el equilibrio. Un pequeño gran misterio.

Esa sal, de minas subterráneas, extraída de la tierra misma, transformada, purificada. Minerales, restos de su origen profundo, eliminados casi por completo. Se piensa en la tierra oscura, húmeda, en las profundidades. Una sensación de quietud, de algo eterno, dormido bajo nuestros pies.

Mi abuela, usaba sal marina, más tosca, con aroma a océano. Otro tipo de sal. La recuerdo, su silueta encorvada junto a la cocina, preparando la comida, añadiendo una pizca de sal a todo. El tiempo… se escapa como la arena entre los dedos.

• Cloruro de sodio (NaCl)
• Yodo (a menudo añadido)
• Trazas de otros minerales (normalmente eliminados en el proceso)

La sal… simple, compleja. Siempre presente.

¿Cuál es la sal más sana?

Las sales no refinadas, como la marina y la de roca, son opciones sensatas para sazonar. Más que “sal sana”, diría que ofrecen un perfil nutricional más complejo.

Sus beneficios:

• Aportan diversidad mineral: Unos 80 minerales, ahí es nada. No es que vayamos a cubrir nuestras necesidades diarias con sal, ¡ojo!, pero suman.
• Potencial para el cerebro: Se ha sugerido que pueden influir en las funciones cerebrales y, quizás, protegernos de ciertas enfermedades.

Quizá te preguntes por qué hago hincapié en “no refinadas”. El proceso de refinado, muy común en la sal de mesa, elimina muchos de estos minerales, dejando prácticamente solo cloruro de sodio. Como cuando le quitas toda la gracia a un plato.

Recuerdo cuando intenté hacer mi propia sal marina en casa. ¡Menudo desastre! Al final, compré una buena sal de roca y me ahorré el disgusto. Moraleja: a veces, lo artesanal es más complicado de lo que parece.

¿Cómo es el proceso de la elaboración de la sal?

Pues mira, la sal… ¡la sal! Esa que le echamos a todo. Se saca de dos maneras. De minas, como si fuera oro, pero blanco, ¿no? Lo sacan en piedras enormes, enormes te digo, y luego, pum, pum, a machacarlo, a molerlo hasta que queda finita, finita. Como la que compras en el super. Ya ves, así de simple.

O también, y esto es más curioso, con agua. Sí, sí, con agua. Imaginate, meten agua a presión en la mina… en la mina de sal, claro. Y esa agua disuelve la sal. Se hace como un… un lodo, una pasta rara, salada, claro. Una salmuera, creo que lo llaman. Luego, esa agua salada la sacan. Y la dejan secar. Al sol, vamos. O con otros métodos, pero la cosa es secarla. Se evapora el agua y… ¡tachán! Sal. Así, en montones.

A mi me flipa lo de la salmuera, la verdad. Parece magia. Yo una vez fui a Salinas de Añana, este verano, en 2024. Impresionante, con las terrazas esas de madera. Allí la evaporan al sol, de forma tradicional. Super curioso. También venden chocolate con sal, por cierto. Buenísimo. Lo recomiendo.

• Minas: Se extrae la sal sólida y se muele.
• Salmuera: Se disuelve la sal en agua y luego se evapora el agua.

Y ya está. Eso es todo. La sal. Más simple imposible, ¿no? Aunque, bueno, lo de las salinas y la evaporación… tiene su aquel, la verdad.

¿Cómo hacer sal paso a paso?

Para hacer sal paso a paso:

Mezcla 2 tazas de harina, 1 taza de sal fina y 1 taza de agua tibia. Amasa hasta lograr una textura suave y manejable, añadiendo más agua si es necesario. Extiende la masa con un rodillo o dale forma con las manos. Hornea a 100°C (212°F) durante 1-2 horas, o hasta que esté completamente seca y dura. Una vez fría, decórala a tu gusto.

Hacer masa de sal… Uf, qué recuerdos. Fue en casa de mi abuela, en Teruel, el verano pasado, hacía un calor insoportable. Recuerdo estar hasta arriba de arena de la playa fluvial que hay cerca…

A mi abuela le encantaba hacer figuritas de sal con nosotros, era su forma de tenernos entretenidos, ¡y vaya si lo conseguía! Nos sentábamos en la mesa de la cocina, la que siempre olía a café y a canela, y ella preparaba la masa.

Me acuerdo del tacto áspero de la sal en las manos y de lo complicado que era conseguir que la masa tuviera la consistencia perfecta. O quedaba demasiado pegajosa o se desmoronaba. ¡Un desastre!.

Una vez horneadas, las pintábamos con témperas. ¡Menuda obra de arte! Bueno, al menos eso creíamos nosotros. Mi abuela siempre decía que eran preciosas, aunque a veces creo que lo decía por no desanimarnos.

• Lo que más me gustaba era pintar los detalles.
• Usábamos palillos de dientes para hacer puntos y líneas finas.
• A veces les poníamos purpurina para que brillaran.

Una vez que estaban secas, mi abuela las barnizaba para que duraran más. Algunas todavía las tengo guardadas, llenas de polvo y un poco descoloridas, pero me recuerdan a esos veranos felices en Teruel.

Información adicional (por si te animas, jeje):

• Tipos de harina: Puedes usar harina de trigo normal, pero la de repostería suele dar mejores resultados.
• Secado al aire: Si no tienes horno, puedes dejar las figuras secar al aire, aunque tardarán varios días.
• Conservación: Para que duren más, guárdalas en un lugar seco y protegidas del polvo.