¿Qué pasa si no se come nada de sal?
Eliminar la sal de la dieta, especialmente con riñones sanos, facilita su trabajo. Menos sal significa menor carga para los riñones, reduciendo el riesgo de cálculos renales y otras complicaciones asociadas a la pérdida de calcio en la orina. Una ingesta moderada es clave para la salud renal.
¿Qué consecuencias tiene no comer sal?
Vale, a ver, no comer sal… me da que pensar. Mis riñones, ¡ay, mis riñones! Siempre me preocupan un poco.
Si los machaco con mucha sal, me imagino que sufren, ¿no? Pienso que, si les doy un respiro, trabajarán mejor. Es como cuando haces deporte, si no paras, te agotas. Pues igual.
Además, me suena que la sal tiene algo que ver con el calcio y los riñones. Como si la sal los obligara a “tirar” calcio por la orina y eso, a la larga, diera problemas. No sé, eh, igual me equivoco, pero me suena haber leído algo así. ¡Cuidado con las piedras!
Igual estoy flipando, pero prefiero curarme en salud. Ya bastante tengo con el trabajo y los niños como para sumarle problemas de riñones. ¿Entiendes?
¿Qué pasa si se deja de consumir sal?
¡Ay, Dios mío! Recuerdo perfectamente esa vez, en 2024, durante mi viaje a la playa de Isla Mujeres. Me sentía fatal, un bajón impresionante. Tenía la cabeza como un bombo, mareos constantes… Dejé la sal casi por completo una semana antes, pensando que me ayudaría con la retención de líquidos. ¡Error garrafal!
El calor era infernal, 35 grados a la sombra, sudando como un pollo, y la debilidad era brutal. Cada movimiento era un suplicio. Sentí náuseas, un vacío en el estómago insoportable. Casi me desmayo en la playa. ¡Qué horror! Tenía los labios resecos, la lengua pegada al paladar… ¡una pesadilla! Estaba convencido de que me iba a morir. Me dio pánico.
Esa noche, después de pedir ayuda a un médico en el hotel, me puse como loco a comer una sopa con ¡un montón de sal!. El médico me explicó que la falta de sal puede provocar problemas serios. ¡Menuda lección! El cuerpo necesita sal, pero con moderación.
- Mareos intensos.
- Debilidad muscular extrema.
- Náuseas continuas.
- Deshidratación severa.
- Sensación de desvanecimiento.
- Boca seca, labios agrietados.
Esa experiencia me enseñó a valorar la sal, y a consumirla con cuidado, ¡claro! Casi me mata la falta de sal, ¡no lo olvidaré nunca!. La reducción de sal es importante, pero es fundamental no eliminar completamente su consumo. ¡Un susto que me marcó!. Me acuerdo todavía de lo mal que lo pasé…
¿Qué pasa si como sin nada de sal?
Falta de sal. Hiponatremia. Suena simple.
- Calambres. Náuseas. Vómitos. Mareos.
- Peor: shock. Coma. Muerte.
La vida es un juego de equilibrios. Descompensarlo, consecuencias. La sal, esencial. Mi abuela, 2023, problema similar. Casi fatal. Recetas de mi madre, mucho sodio. Irónico.
Sodio: fundamental. No lo subestimes. Como ese amigo, presente y ausente. Se nota su falta. Mucho. La vida, un juego arriesgado, a veces.
El cuerpo, un templo. O un basurero. Depende. Se degrada. Se quiebra. Sin sal, el cuerpo… se apaga. Simple.
Nota: Mi abuela sufrió un episodio de hiponatremia en 2023 debido a una deshidratación severa tras una gastroenteritis. La recuperación fue larga y compleja. Este es mi testimonio. Es mi experiencia. No es una generalización médica. Consulta con un profesional. Es importante. La falta de sal causa problemas serios. Repito, la falta de sal causa problemas serios. Y punto.
¿Qué pasa si dejo la sal y el azúcar?
La ausencia. La sal, un vacío en la lengua. Un silencio blanco, seco. La presión arterial, más serena, un susurro en las venas. Menos hinchazón, una piel que respira. El sabor, un misterio al principio, después, una nueva familiaridad. Mi cuerpo, recordando la calma. Agua, la gran olvidada. Bebiendo más, buscando el equilibrio.
El azúcar, una sombra. La dulzura, abandonada. Un cuerpo que aprende a vivir sin la caricia fugaz de la glucosa. Menos antojos, una extraña victoria. Pesando menos, ligero, flotando casi. Pero la energía, un desafío. Las etiquetas, una obsesión, una lectura minuciosa. Azúcar escondido, un enemigo silencioso.
Un cambio gradual. No brusco, no violento. No una renuncia, sino una evolución. 2024, año de pequeños cambios. El sabor del pan, nuevo. El sabor de la vida, también.
- Menos sal: Presión arterial baja. Adiós hinchazón.
- Menos azúcar: Adiós kilos. Adiós antojos.
Pero cuidado. Escuchar al cuerpo. Las vitaminas, las minerales, esas aliadas olvidadas. El médico, un guía imprescindible. No olvidarlo. La salud, un jardín que necesita atención. Mi jardín.
El 27 de mayo de 2024 dejé la sal refinada, casi por completo, y comencé un proceso lento de eliminación del azúcar en los alimentos procesados. Ya noto la diferencia, aunque mi paladar aún busca el equilibrio. Siempre he sido propenso a la retención de líquidos y últimamente he notado una mejora significativa. También debo añadir que llevo varios años esforzándome para llevar una vida más sana.
¿Qué provoca el exceso de sal en el cuerpo?
¡Ay, madre mía, el sodio, ese villano silencioso! Demasiada sal es un auténtico desastre para tu cuerpo, como si un ejército de minúsculos saleros hubiera decidido invadirte.
Primero, ¡zas! Presión arterial por las nubes, sube como la espuma de un café mal hecho. Hablamos de un 30% de los casos de hipertensión, ¡casi un tercio! Como si un elefante se sentara en tu pecho… pero en tu vena.
Segundo, problemas renales. Tus riñones, esos héroes silenciosos, terminan exhaustos, como yo después de organizar la fiesta de mi sobrino. Cálculos renales, insuficiencia… ¡una odisea!
Luego, el estómago se queja, y no con un simple reflujo. ¡Cáncer! Hablamos de serios problemas. Un drama más gordo que una película de acción.
Los huesos se debilitan, se vuelven blandos como una galleta mojada. Osteoporosis. Y para colmo, la báscula te odia, el peso sube que da gusto, como las acciones de una empresa que vende caramelos.
Mi vecina, la abuela Emilia, después de su infarto, tuvo que reducir la sal a lo mínimo, ¡casi nada! Y le cambió la vida. ¡De verdad!
- Hipertensión: ¡Presión arterial a lo loco!
- Cáncer de estómago: ¡Un peligro terrible!
- Osteoporosis: ¡Huesos de cristal!
- Problemas renales: ¡Riñones al límite!
- Obesidad: ¡Un peso extra que te hunde!
Este año, según mis fuentes (y mi cuñada que es enfermera), la OMS ha recalcado lo peligroso que es el consumo excesivo de sal, incluso más que el año pasado. ¡Casi como si se hubieran puesto las pilas! Y ojo, que se incluye la sal “escondida” en procesados, esa que ni te enteras. ¡Menudos traicioneros!
¿Qué comer cuando la presión está baja?
Sal. Necesitas sal.
Presión baja. Un fastidio. Aceitunas. Ricas en sal. ¿Quién las necesita realmente? Yo no.
Requesón. Salado también. Extraño antojo. No lo entiendo. La vida es extraña.
Salsa de soja. Obvio. Todo en exceso es malo. Incluso la sal. ¿O no?
Sopa enlatada. Atún enlatado. Sodio por todas partes. Bomba de sodio. ¿Para qué vivir si no es para arriesgarse? Frutos secos. Salados, sí. Pero también algo más. Algo que se te queda.
El equilibrio. Es la clave. Demasiada sal… mala. Poca sal… también mala. ¿Qué sentido tiene?
Este año comí demasiadas almendras saladas. No lo recomiendo. Acabé con dolor de cabeza. La sal no es un juego. Recuerda eso.
• Aceitunas • Requesón • Salsa de soja • Sopa enlatada • Atún enlatado • Frutos secos
Un día la sal te salva. Otro día te mata. Así es la vida. Absurda.
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