¿Quién está enamorado de Shinobu Kocho?

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Cuando Doma muere, se encuentra con Shinobu y confiesa su amor por ella. Shinobu rechaza sus avances y lo insulta con una cruel sonrisa, negándose a acompañarlo al infierno.

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El Amor No Correspondido de un Demonio: La Confesión de Doma a Shinobu Kocho

La muerte de Doma, la Luna Superior Dos de los Doce Kizuki, no trajo consigo la paz y el silencio que se podría esperar. En cambio, en ese limbo entre la vida y la nada, se encontró cara a cara con Shinobu Kocho, la Pilar Insecto que había sellado su destino. Y fue allí, en ese espacio etéreo, donde Doma confesó sus retorcidos sentimientos.

No fue una declaración de amor tierna o conmovedora. Doma, con su habitual falta de comprensión de las emociones humanas, le propuso a Shinobu acompañarlo al infierno. Un infierno que, en su mente distorsionada, imaginaba como un paraíso donde podrían estar juntos para la eternidad. La veía como una criatura fascinante, una mariposa venenosa que había capturado su atención. Su “amor” era una obsesión macabra, una fascinación por la fuerza y la serenidad que Shinobu exhibía incluso frente a la muerte.

La reacción de Shinobu fue tan cortante como su katana. Con una sonrisa fría y cruel, un reflejo de la furia contenida durante años, rechazó la propuesta de Doma. No había lugar en su corazón para el perdón, mucho menos para el amor, hacia el demonio que había arrebatado la vida de su hermana, Kanae, y de tantos otros. Sus palabras, cargadas de veneno y desprecio, fueron un último acto de desafío. No le daría la satisfacción de verlo triunfar ni siquiera en la muerte. Lo insultó, burlándose de su incapacidad para comprender los sentimientos humanos y de la ironía de su declaración. Su negativa fue absoluta, un portazo en la cara del demonio que pretendía poseerla incluso en el más allá.

La confesión de Doma, lejos de ser romántica, revela la naturaleza monstruosa del demonio. Su “amor” era una apropiación, un intento de controlar y poseer a Shinobu incluso después de la muerte. Para Shinobu, la declaración fue un insulto final, una prueba más de la crueldad y la desconexión de Doma con la humanidad. Su rechazo, lleno de furia y desprecio, fue un último acto de resistencia, una afirmación de su propia voluntad y una negación a ser definida por su asesino. En ese limbo entre la vida y la muerte, Shinobu se aseguró de que Doma entendiera la profunda sima que los separaba, un abismo infranqueable entre la humanidad y la monstruosidad. Un abismo que ni siquiera la muerte podría cerrar.

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