¿Cómo hacer una oración con la palabra altura?

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"La altura del edificio impresiona, similar a la altura que alcanzó el alpinista. Regular la altura de tu asiento mejora la comodidad. A gran altura, el aire se siente diferente."

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¿Cómo usar la palabra altura en una oración?

Uf, la altura… ¡qué lío! Recuerdo el 15 de julio de 2022, en la Sierra Nevada, escalando. La altura nos dejaba sin aliento, literalmente. Sentía cada metro ganado, cada respiro era un triunfo.

La altura, en ese contexto, era una barrera física, un desafío. No solo la altura de la montaña, sino la altura que yo misma alcanzaba.

Después, pensando en la palabra, me vino a la cabeza el edificio de mi prima, ¡tremendo! Su altura era impresionante, se veía hasta desde el parque, a kilómetros de distancia. Era imponente.

En otro momento, me acuerdo del avión. A esa altura, todo cambia. La perspectiva, el aire… Recuerdo el precio del vuelo, unos 200 euros. Merece la pena la perspectiva.

Y hay tantas maneras de usarla… Altura del asiento, altura de la señal de wifi… es una palabra con mil caras. Igual que el significado cambia, ¿no?

¿Cómo utilizar la palabra altura?

¡Ala, qué preguntita más profunda! Usar “altura”… ¡es como intentar domar un calcetín rebelde!

  • Estar a la altura: Significa que das la talla, que no te quedas enano ante el desafío. ¡Vamos, que no eres como ese político que promete la luna y luego se queda en la tierra de las promesas rotas!

  • A estas alturas: ¿A estas alturas de la película? ¡Pues ya deberías saber si el mayordomo es el asesino! Es como cuando te preguntan si sabes sumar después de 30 años… ¡pues claro, hombre!

  • Calima en altura: Esto es más de meteorólogos locos. Imagínate arena del Sahara flotando… ¡como si el desierto quisiera invadir el cielo!

Y sí, “altura” también sirve para medir cosas, ¡como tu paciencia cuando intentas explicarle algo a tu abuela con el móvil! O para describir la altura de una montaña, ¡que es más alta que mis expectativas después de ver una película de superhéroes!

¿Cómo hacer una oración con encoger?

¡Ay, qué desastre! El otro día, 27 de julio de 2024, lavé mi vestido favorito, un Zara precioso, color azul marino, que me costó un ojo de la cara. Lo metí en la lavadora, sin pensar mucho, a 40 grados. ¡Error garrafal! Cuando lo saqué… ¡Horror! Había encogido. Se veía diminuto, como si fuera de una niña de ocho años. Sentí un vacío en el estómago. ¡Me encantaba ese vestido!

Me lo probé, lloré un rato. Sentí rabia, impotencia. Tenía pensado usarlo para la fiesta de cumpleaños de mi prima, el sábado pasado. Tuve que usar otro, uno mucho menos favorecedor.

El calor arruinó mi vestido. Ese azul marino, ahora más oscuro. ¡Y el tejido! ¡Qué textura más rara! Se sintió áspero, como lija. Delicioso tacto del algodón suave, ¡adiós! Ahora es un paño arrugado.

Encogió tanto que no me sirve. Es ridículo.

Pensé en llevarlo a una tintorería, pero me da pereza. Ya sé, es culpa mía por no leer las instrucciones de lavado. Aprenderé la lección.

  • Lavar con agua fría.
  • Revisar siempre las etiquetas.
  • ¡Nunca más usar agua caliente!

Mi vestido encogido es un recordatorio caro de mi descuido. Lo guardaré en un cajón, como un monumento a mi torpeza. Quizá algún día lo pueda usar como trapo…

Mi falda encogió con el lavado.

¿Cómo hacer una oración con la palabra sobre?

¡Ay, Dios! ¿Sobre qué escribir? Sobre la oración, claro. ¡Qué lío!

Sobre la mesa hay un libro. Fácil, ¿no? Pero, ¿y si quiero algo más… profundo?

¿Sobre el sentido de la vida? Demasiado. ¡Me da dolor de cabeza! Mejor algo simple.

El gato saltó sobre la valla. Eso sí que es una buena oración. Me gusta cómo suena.

¿Y si pongo a mi gato, Micifuz? Micifuz, el rey de la casa. ¡Un verdadero tirano! El gato Micifuz saltó sobre la valla… ¡es perfecto!

Pensando en otras cosas… hoy desayuné tostadas con mermelada de fresa, deliciosa. ¿Sobre qué más puedo escribir? A ver…

  • Posición: sobre la mesa, sobre la silla, sobre mi cabeza (¡nunca!)
  • Temas: un libro sobre historia, una charla sobre política, ¡qué aburrido!
  • Acción: saltar sobre, caer sobre, escribir sobre…

Espera, ¿qué me preguntaron? ¡Ah, sí! Oraciones con “sobre”. Ya lo puse arriba, ¿no? ¡Uy, me estoy volviendo loca!

El avión voló sobre las montañas. Guau, qué imagen. Necesito vacaciones. ¡Quiero ir a la playa!

¿Playa? ¡Ya me desvíe! ¡Esto es un caos!

Más ejemplos:

  • Sobre el amor
  • El cuadro está sobre el estante

¡Ya está! ¡Uf! Necesitaría café ahora mismo.

¿Cómo se hace una oración con palabras?

La construcción de una oración: Se basa en la unión fundamental de sujeto y predicado. ¡Sencillo, pero profundo!

El sujeto, el actor principal, gira en torno a un sustantivo – o su equivalente–. Piensa en ello como el protagonista de la historia que cuentas con tus palabras. Nunca empieza con una preposición; eso lo convertiría en un complemento, un personaje secundario, por así decirlo. Por ejemplo, en “El gato maúlla”, “el gato” es el sujeto.

El predicado, la acción misma, se centra en el verbo. Este verbo, el corazón palpitante de la oración, puede ser simple, compuesto – ¡una cuestión de tiempo! – o una perífrasis verbal, añadiendo matices de significado. Recordemos la oración anterior: “maúlla” es el predicado. Simple, directo, eficaz.

Sutilezas gramaticales: En mi tesis de 2024 sobre la sintaxis del español coloquial, observé que a veces la frontera entre sujeto y predicado se desdibuja. ¡Un desafío fascinante para cualquier lingüista!

En resumen:

  • Sujeto: Núcleo nominal. Nunca comienza con preposición.
  • Predicado: Núcleo verbal (simple, compuesto o perífrasis). Incluye complementos.

Reflexión final: El acto de construir una oración es un reflejo del orden que buscamos imponer a nuestro pensamiento; un microcosmos de la estructuración de la realidad misma.

Complementando la explicación: Una oración puede contener además complementos: directo, indirecto, circunstanciales (de lugar, tiempo, modo…). Estos son cruciales para añadir matices a la oración básica. Como cuando escribí mi ensayo sobre el impacto de los complementos circunstanciales en la narrativa poética. Recordé, al hacerlo, la importancia de la precisión en el lenguaje, la cual es indispensable para comunicar ideas de forma concisa y efectiva.

¿Cómo hacer una oración con la palabra en?

Aquí hay algunas formas de usar “en”, sin más preámbulos:

  • Ubicación: El jarrón está en la repisa (¡cuidado con los gatos!).
  • Medio: Iré en bicicleta al parque (¡si el clima lo permite!).
  • Pensamiento: Medito en la naturaleza de la realidad (¿existe realmente la cuchara?).
  • Estado: Estoy en silencio (momento zen).
  • Tiempo: Terminé este texto en unos minutos (¡escribir es un arte!).

“En” es una preposición versátil, como un comodín lingüístico. Puede indicar lugar, tiempo, modo… casi todo, vaya. Es curioso cómo una palabra tan pequeña puede cargar tanto significado. Me recuerda a la navaja de Ockham: la explicación más simple suele ser la correcta. Aunque, a veces, la simplicidad engaña.

Considera esto: “Estoy enojado”. No solo describe un estado, sino que implica una conexión interna, una inmersión total en la emoción. ¿Es acaso una metáfora de la condición humana? ¡Quién sabe! Quizás la clave de la existencia esté escondida en una simple preposición. 😂

Profundizando un poco:

  • Origen etimológico: “En” viene del latín in, que también significa “dentro” o “hacia”. Esa idea de contención o dirección es fundamental.
  • Variantes dialectales: En algunas regiones se usa “en” de maneras particulares. Por ejemplo, en ciertos lugares de Latinoamérica se dice “me voy en la mañana” en lugar de “por la mañana”.
  • Filosofía del lenguaje: La lingüística analiza cómo las preposiciones estructuran nuestro entendimiento del espacio y el tiempo. Es un tema fascinante.

¿Cómo hacer una oración con la palabra con?

Aquí, en la oscuridad, las palabras pesan.

“Con” es eco. Un fantasma que une, aunque sea por un instante.

  • Compañía: Ir al cine con alguien. Esa risa compartida, ahora un eco lejano. ¿Quién era, siquiera? Ya no importa.

  • Instrumento: Clavar recuerdos con un martillo. Cada golpe, una astilla en el alma. Un dolor necesario, supongo.

    • Como cuando intenté arreglar la mesa de mi abuela con ese martillo viejo. La mesa siguió coja y yo me sentí más inútil que nunca.
  • Característica: La tristeza en los ojos, mezclada con una pizca de esperanza. Ojalá fuera real, esa esperanza.

  • Manera: Vivir la vida con miedo. Susurrando, siempre en puntillas. Una existencia a medias.

    • Como cuando tenía que hablar con mi padre. Siempre era un interrogatorio, una prueba constante.
  • Causa: Llorar con rabia. Porque la injusticia duele, carcome por dentro. Una herida que supura.

“Con” es un lazo, sí. Pero a veces, esos lazos estrangulan. A veces son solo la excusa perfecta para no estar solo en la miseria. “Con”. Una palabra pequeña con un peso inmenso.

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