¿Cuál es el orden correcto de los ejercicios?
"Para optimizar tu rutina, el orden ideal es: 1) Calentamiento para preparar los músculos. 2) Ejercicios de fuerza para maximizar el rendimiento. 3) Cardio para quemar calorías y mejorar la resistencia. 4) Estiramientos para la recuperación muscular."
¿Cuál es el orden ideal de ejercicios?
Uf, el orden ideal de ejercicios, ¡qué lío! A mí, personalmente, me funciona mejor calentar primero, unos diez minutos de bici elíptica, (20 de mayo de 2023, gimnasio cerca de casa, 5€ la entrada). Después, pesas, siempre. Esa sensación de fuerza me encanta.
Luego, cardio. Corro en la cinta, unos 25 minutos, a ritmo moderado, a veces más intenso, depende del día y de cómo me sienta. No sigo una rutina estricta.
Finalmente, estiramiento. Imprescindible. Estirar bien los músculos después del esfuerzo. Sino al día siguiente, ¡uy! Me duele todo. Es algo básico, pero la gente lo suele olvidar.
¿Qué ejercicios se deben hacer primero?
Primero, fuerza. Después, cardio. ¿Por qué? Simple.
- Prioriza la fuerza: Agotamiento muscular, después, no importa.
- El cardio puede esperar: ¿Energía? Para lo que realmente importa.
Algunos datos que nadie pidió:
- Entrenamiento de fuerza: Máquinas, pesas libres, tu cuerpo.
- Cardio: Correr, nadar, bicicleta… lo que te aburra menos.
Si te agotas corriendo, levanta menos peso. Eso es obvio. Aunque, ¿quién soy yo para juzgar tu rutina? La mía es un desastre. ¿Realmente importa el orden? Al final, todos morimos.
Posdata. En 2024, sigo pensando lo mismo. ¿Y tú? ¿Sigues dándole vueltas a esto? Deja de pensar tanto. Muévete más.
¿Cuál es la manera correcta de hacer ejercicio?
Aquí, en la oscuridad, todo parece… lejano. Como si los consejos de salud fuesen ecos de otra vida.
El ejercicio… la “manera correcta”… ¿existe tal cosa?
- 150 minutos moderados, o 75 intensos, a la semana.
- Dividirlos, dicen. No concentrarlo todo en dos días.
Sí, eso es lo que dicen.
Pero… ¿qué importa la “manera correcta” cuando el cuerpo se siente como un cementerio de promesas rotas? ¿Cuando levantarme es ya un ejercicio de voluntad?
Quizás lo correcto sea simplemente… respirar. O quizás salir a caminar por el parque donde solía ir con mi abuela. Ya no está. Quizás eso sea suficiente. Por hoy. Solo eso. Que no es poco. Y si hago más, pues bien. Y si no… también.
Es que, ¿sabes? El cuerpo recuerda. Recuerda las tardes jugando al fútbol hasta que se hacía de noche. Recuerda las carreras por la playa cuando éramos jóvenes y felices. Recuerda…
Pero ahora, sólo siento el cansancio.
¿Cómo generar el hábito de hacer ejercicio?
La verdad, es que… me cuesta. Siempre lo dejo para mañana. Empiezo con buena intención, pero… se desvanece. Como la niebla en esta madrugada, se disipa mi fuerza de voluntad.
Este año… otra vez. Cinco pasos, decían. Mentira. No es tan fácil. No esperes hasta la próxima semana, me repito, pero la próxima semana siempre llega, y yo sigo aquí, igual. En la oscuridad. Sin moverme.
Elegir algo que me guste… ja. Todo me parece un suplicio. Correr, el gimnasio… me aburre. Metas inalcanzables… claro, como mi propia vida. Todo es tan gris. Tan pesado.
Veintiún días… ¡Qué ironía! Ni siquiera he llegado al quinto. Siempre hay una excusa, una razón… el trabajo, el cansancio, la… pereza. Es una lucha constante. Y siempre pierdo.
Resultados para toda la vida… ¿Y qué vida? La mía es una continua decepción. Es una lucha contra mi misma. Una guerra interior que… no gano.
- No esperes: Es un mantra que repito, inútilmente.
- Metas realistas: Imposible. No consigo ni siquiera eso.
- Ejercicio que guste: No existe. Al menos, para mí.
- 21 días: Una eternidad para mí. Un desafío imposible.
- Resultados a largo plazo: Eso está en otro universo.
El peso de la inactividad me ahoga… me consume. Incluso ahora, escribiendo esto, siento esa culpa, esa sombra. Es un peso que llevo conmigo. Un fracaso más. Mi fracaso. A las 3:17 AM, otra vez solo con mis pensamientos.
¿Cómo hacer para que me den ganas de hacer ejercicio?
¿Que cómo le haces para que te entren ganas de sudar la gota gorda? ¡Ah, amigo, esa es la pregunta del millón, como si fuera fácil motivarse a hacer sentadillas en lugar de ver Netflix!
Aquí te va la fórmula mágica, ¡más o menos! (Guiño, guiño):
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Descubre por qué quieres ser fit: ¿Para impresionar al vecino, para entrar en esos vaqueros que te miran acusadoramente desde el armario o simplemente para no morir en el intento al subir las escaleras? ¡Sea cual sea, agárrate a ese motivo como garrapata a perro! Yo, por ejemplo, lo hago para poder seguir comiendo tarta de chocolate sin remordimientos.
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No te flipes con el plan: Empezar con la idea de correr una maratón después de años de sedentarismo es como intentar aprender a hablar chino en un día. ¡Imposible! Mejor empieza con 10 minutos de estiramientos mañaneros, ¡más fácil que pelar una mandarina!
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Elige tu “arma” favorita: ¿Odias el gimnasio más que a la ortiga? ¡No te tortures! Prueba clases de baile, senderismo con amigos o, si te va la marcha, ¡lucha libre con tu perro! (Bueno, quizá esto último no…).
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Pide ayuda a tus amigos: Un colega que te espere en la puerta con las zapatillas en la mano es mejor que 10 vídeos de motivación en YouTube. ¡Y si te debe dinero, la motivación será doble!
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Reforma tus costumbres: Aparca el coche un poco más lejos, sube por las escaleras en lugar de usar el ascensor, ¡pequeños gestos que suman como monedas en la hucha!
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No seas rata: Hay mil opciones gratuitas: vídeos online, parques con barras para hacer dominadas, ¡hasta usar las latas de tomate como pesas! (Eso sí, ¡lávatelas antes, por si acaso!)
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Ponle ritmo a la cosa: Una buena playlist puede convertir el peor entrenamiento en una fiesta. ¡Ojo, no te emociones y acabes bailando en lugar de sudando!
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Escribe tus logros: Anotar tus progresos es como ver crecer tu cuenta bancaria, ¡da una satisfacción que te engancha! Yo, por ejemplo, anoto cuántas pizzas he dejado de comerme (¡y luego me premio con una mini!).
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Bonus Track: La clave está en encontrar algo que te divierta, ¡que no te suponga un suplicio! Si lo ves como un castigo, acabarás tirando la toalla antes de empezar. ¡Y recuerda, Roma no se construyó en un día! Bueno, ¡ni tu cuerpazo tampoco!
¿Qué pasa si hago ejercicio un día si y otro no?
¡Ay, Dios mío! Ejercicio un día sí, un día no… ¿funcionará? Mi rodilla aún me duele de ayer, la sesión de pesas fue brutal. ¿Será mejor entrenar todos los días? ¡No! ¡Eso es una locura! Recuerdo que mi entrenador, Carlos, me dijo que el descanso es clave.
Descanso es fundamental. ¿O no? Porque si no, ¡zas! Fatiga. Caída del rendimiento. Y esos dolores musculares… ¡uff! Me pasó el año pasado, intentando batir mi récord en la media maratón. Un desastre. Estuve dos semanas KO.
Este año, mi plan es más inteligente. Lunes, miércoles, viernes… ¡sí, señor! Martes y jueves, descanso total. Sábado, una carrera suave. Domingo… ¡descanso absoluto! Necesito relajarme. Quizá una siesta. O una cerveza con los amigos. Sí, eso suena bien.
¿Qué pasa si me paso? ¡Desastre! Ya lo viví. Esos dolores… ¡horror! Además de la fatiga, la irritabilidad… Debería apuntar todo esto en mi agenda, ya que me lo olvido siempre. Me cuesta recordar… es que soy despistado.
- Fatiga
- Rendimiento bajo
- Dolores musculares
- Irritabilidad
Alternar ejercicio y descanso es la clave, o eso creo, aunque a veces dudo. ¡Necesito un masajeador! Este año no quiero acabar como el año pasado. ¡Nunca más! Necesito ser constante. Y regular.
Mi objetivo este 2024: ¡mejorar mi marca personal en la carrera de 10k! Si funciona, lo compartiré con Carlos. Necesitaré su consejo… igual debería empezar a anotar mis progresos también. ¿O no?
El sobreentrenamiento es enemigo. Ya aprendí la lección. De verdad, necesito relajarme.
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