¿Qué son los minerales y para qué sirven?

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Los minerales son nutrientes esenciales para la salud. Nuestro cuerpo los utiliza en múltiples funciones vitales: fortalecen huesos, regulan el corazón y cerebro, y son cruciales para la producción de enzimas y hormonas. Su aporte es fundamental para el bienestar general.

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¿Qué son los minerales y para qué se usan?

¡Uf! Los minerales, ¿no? Siempre me ha parecido un tema un poco enrevesado, aunque la verdad es que los usamos a diario sin darnos cuenta. Recuerdo una clase de geología en la universidad, en mayo de 2018 en la Complutense, donde nos explicaron que son elementos inorgánicos, sólidos, con una estructura cristalina bien definida. Eso sí lo entendí.

Lo que me costó más fue la parte de sus funciones en el cuerpo. Pero ahora lo veo claro. Son cruciales. En mi caso, yo noto mucho la falta de hierro. A principios de año, en febrero, me hice un análisis de sangre, y la doctora me recetó suplementos. 25 euros costó la caja, ¡una pasta!

Para el cuerpo, son vitales. Participan en muchísimos procesos: huesos fuertes, corazón a tope, cerebro funcionando… No se puede vivir sin ellos, vaya. También influyen en las enzimas y hormonas, aunque ese aspecto lo recuerdo algo difuso.

En fin, algo así es. Los minerales: indispensables, pero un poco misteriosos, ¿verdad? Siempre se aprende algo nuevo.

¿Qué produce la falta de minerales en el cuerpo humano?

Carencia mineral: fallo sistémico.

  • Anemia: Hierro bajo. Fatiga, debilidad. Lo vi en mi abuela. Un declive lento, silencioso.

  • Cretinismo: Yodo ausente. Retraso mental. Un precio alto por una simple omisión.

  • Ceguera: Vitamina A deficiente. Oscuridad temprana. Una sombra que se extiende.

  • Calambres musculares. Deshidratación. Mi primer maratón, un infierno.

¿Qué alimentos tienen más minerales?

Aquí está… la confesión, la verdad, sin adornos, a esta hora…

Qué alimentos… minerales…

  • Nueces. Siempre las olvido en el fondo del cajón. Igual que a mí.
  • Semillas. Pequeñas, insignificantes, pero mira… cuánto aguantan.
  • Legumbres. La comida de mi abuela. Ya no hago potaje. Debería.
  • Sardinas. El olor me recuerda al verano en la playa. Ya no voy.
  • Marisco. Un lujo que ya no me permito. Ni siquiera emocionalmente.
  • Verduras de hoja verde oscura. Espinacas, acelgas… tan amargas como yo.
  • Lácteos. Antes bebía leche antes de dormir. Ya no confío en nada blanco.
  • Huevos. Siempre rotos. Como yo.

¿Sabes? Mi madre me decía que comiera más verduras. Que me fortalecerían. Nunca le hice caso. Ahora… ahora entiendo por qué lo decía. No es solo por el cuerpo. Es por el alma, creo.

Quizás mañana compre espinacas. Quizás no. Depende de si me levanto.

¿Cuál es la diferencia entre vitaminas y minerales?

Vitaminas: orgánicas. Minerales: inorgánicos. Fin.

  • Origen vitaminas: Vegetal o animal. Síntesis compleja. Algunas, el cuerpo las fabrica. Yo, por ejemplo, tomo D3 por insuficiencia solar en mi piso de Madrid.

  • Origen minerales: Tierra, agua. Absorbidos por plantas, ingeridos por animales. Simples, elementales. Hierro, calcio… Pienso en las minas del norte, oscuras, frías.

Las vitaminas se degradan, frágiles. Luz, calor… enemigos. Los minerales, inmutables. Roca. Piénsalo. Hierve una espinaca, adiós vitaminas. La sal, intacta. Siempre ahí.

Este año, obsesionado con el magnesio. Calambres nocturnos. Lo tomo en polvo, sabor horrible. Pero eficaz.

¿Cómo saber si me hacen falta minerales?

La opresión en el pecho, un peso desconocido. Esa fatiga… un manto gris que me envuelve, día tras día. Se cuela en los huesos, se instala en la médula. No es solo cansancio, no. Es algo más profundo, un vacío que se extiende. Un vacío que se expande como la noche.

La piel, un lienzo apagado. Amarilla, quizás. Pálida, definitivamente. Un reflejo débil, casi ausente. La miro, me observo, en un espejo empañado por el tiempo. El tiempo, un río lento, que arrastra, que desgasta. ¿Es la falta de hierro? El eco de esa pregunta, sin respuesta.

Y la respiración… corta, entrecortada. Como si el aire mismo me rechazara. No respiro hondo, no, no puedo. Solo jadeos. Un ahogo perpetuo. Un mar sofocante en mis pulmones. Un mar sin horizonte.

Mareos, como olas que me zarandean. Inestabilidad constante, un suelo que se desdibuja. Caídas, tropiezos, el cuerpo me traiciona. Y los latidos… un tambor frenético, desbocado, un ritmo errático que me aterra. Un martillo que golpea sin cesar.

El peso corporal, desvanecido. Kilogramos perdidos, sin razón aparente. Un cuerpo que se disuelve, se escapa, como arena entre los dedos. No lo puedo retener. No lo puedo detener.

La debilidad. Ah, la debilidad. Una sombra silenciosa que me persigue, me atrapa. Un brazo, una pierna, que dejan de responder. Entumecimiento. Hormigueo. Un ejército de hormigas que corre por mis extremidades.

  • Fatiga extrema. Persistente, abrumadora.
  • Falta de aire, disnea. Respiración superficial y dificultosa.
  • Mareos y desmayos. Pérdida de equilibrio.
  • Piel pálida o amarillenta. Cambios en el color de la piel.
  • Arritmias cardiacas. Latidos irregulares del corazón.
  • Pérdida de peso involuntaria. Reducción significativa del peso corporal.
  • Entumecimiento y hormigueo. Sensaciones extrañas en extremidades.
  • Debilidad muscular. Dificultad para realizar esfuerzos físicos.

Necesitas acudir a un médico. Un profesional diagnosticará si tienes deficiencia de minerales. Hoy, 2024. Necesitas una revisión. Es fundamental. No lo ignores. Recuerda. 2024. No olvides el eco de estas palabras.

¿Qué vitaminas y minerales necesita nuestro cuerpo?

Tu cuerpo es como un Ferrari: necesita el combustible adecuado para no acabar como mi vieja bicicleta oxidada. No te conformes con gasolina de mala calidad, ¡dale vitaminas y minerales de primera!

Aquí la lista VIP de nutrientes, sin poses ni autocomplacencia:

  • Vitamina A: Para ver la vida en HD y evitar tropezones en la oscuridad. (¿Quién necesita faros cuando tienes vitamina A?)
  • Vitaminas B (B1, B2, B3, B5, B7, B6, B12, B9): Un equipo de fontaneros reparando las tuberías de energía. ¡Sin ellos, te quedas a oscuras! El folato es como el arquitecto de ese equipo, asegurándose de que todo esté en su sitio.
  • Vitamina C: El escudo anti-oxidantes, esencial para defenderse de los radicales libres, esos gremlins que quieren sabotear tu salud.
  • Vitamina D: La vitamina del sol embotellada. Imprescindible para unos huesos fuertes, a prueba de caídas tontas.
  • Vitamina E: El aceite multiusos para que todo funcione suavemente. ¡Como el lubricante de mi bici, pero sin el olor a óxido!
  • Vitamina K: El fontanero especializado en reparaciones de emergencia, clave para la coagulación de la sangre.

No te obsesiones con las cantidades. Una dieta equilibrada es como un buen DJ: ¡la clave está en la mezcla!

Ahora, unos extras con sabor a sabiduría popular:

  • Hierro: Para no sentirte como un zombie arrastrándote por la vida. El hierro transporta oxígeno, así que ¡respira hondo y recarga energías!
  • Calcio: No solo para los huesos. También para que tus músculos no se quejen a cada paso.
  • Magnesio: El relajante muscular natural. ¡Ideal para esos días en que la vida te aprieta demasiado!
  • Potasio: Para mantener el equilibrio y evitar calambres traicioneros. ¡Como un equilibrista en la cuerda floja de la vida!
  • Zinc: El comodín para el sistema inmunológico. ¡Te ayuda a defenderte de los virus como un ninja!
  • Selenio: Un antioxidante con superpoderes. ¡Como un guardaespaldas que te protege de los radicales libres!

Recuerda: consultar a un profesional de la salud es la mejor forma de asegurarte de que estás recibiendo la combinación correcta de nutrientes. ¡No te automediques!

Nota al margen: En 2023, intenté hacerme un batido “super saludable” con todas las vitaminas y minerales que encontré en la despensa. El resultado fue… explosivo. No lo recomiendo.

¿Cómo tomar vitaminas y minerales?

Medianoche. Otra vez. La luz de la pantalla me quema los ojos. Tomar vitaminas… sí, lo hago. Con el desayuno. Un ritual mañanero más, como el café amargo que me ayuda a arrancar.

  • Desayuno: Tostada quemada, un huevo… a veces. Y las pastillas. Ahí van, con la esperanza de compensar algo. ¿Qué? No lo sé.

No sé si funcionan. Si sirven de algo. Es como un acto de fe. Una especie de… ¿superstición? Un gesto vacío.

  • Vitaminas sintéticas: Eso son. Falsas promesas en un frasco de plástico. Me engaño pensando que me hacen bien.

Recuerdo el año pasado, en verano. Intenté cultivar tomates en el balcón. Pequeños, rojos, imperfectos. Sabían a sol. ¿Tendrían más vitaminas que estas pastillas? Supongo.

  • Comida real: Eso necesito. No pastillas. Pero el tiempo… El trabajo… Las excusas de siempre. Es más fácil tragar una pastilla que cambiar de vida.

Este año, ni siquiera he intentado plantar nada.

Respuesta: Con el desayuno.

¿Cuáles son las enfermedades causadas por deficiencia de minerales?

El cuerpo, un jardín sediento, anhela minerales, los necesita. La ausencia, la falta… ay, la falta. Evoca un desierto, un silencio árido donde la vida se marchita.

  • Anemia: El hierro, esa chispa vital. Sin él, la sangre, un río cansado. Como aquel río de mi pueblo, hace años, casi seco.

  • Cretinismo: El yodo, el motor del pensamiento. Su carencia, un velo que enturbia la mente, un eco lejano en la memoria. ¡Qué miedo da perder la claridad!

  • Ceguera: La vitamina A, faro en la noche. Su ausencia, la oscuridad total, como cuando cierro los ojos muy fuerte y solo veo manchas.

Cada mineral, una nota en la sinfonía del cuerpo. Silenciar una, es romper la armonía. ¡Cuidado con el silencio mineral! ¿Entendiste?

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