¿Cuándo se considera que una persona está desempleada?

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Se considera desempleada a una persona mayor de 16 años que no tiene trabajo, está dispuesta a trabajar y busca empleo activamente. Además, también se clasifican como desempleados quienes no tienen trabajo, están disponibles para trabajar y esperan comenzar un nuevo trabajo que ya han conseguido.

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Más allá del simple “sin trabajo”: Descifrando la definición de desempleo

La simple frase “sin trabajo” no captura la complejidad de la situación de quienes se encuentran desempleados. Definir con precisión a una persona desempleada va más allá de la ausencia de un empleo remunerado; implica una serie de condiciones que determinan su inclusión en esta categoría estadística y socialmente significativa. No se trata solo de una cuestión numérica para informes económicos, sino que refleja una realidad personal con implicaciones económicas, sociales y psicológicas.

La definición generalmente aceptada, utilizada por organismos internacionales como la OIT (Organización Internacional del Trabajo), considera desempleado a toda persona mayor de 16 años (la edad puede variar según el país) que cumple simultáneamente tres requisitos fundamentales:

  1. Sin empleo: No está trabajando actualmente, ni siquiera a tiempo parcial. Esto excluye a quienes realizan trabajo no remunerado, como las tareas del hogar o el voluntariado, aunque este tipo de actividades puedan ser cruciales en la vida de una persona.

  2. Disponible para trabajar: Se encuentra en capacidad física y mental para trabajar, y está libre de impedimentos que le impidan aceptar un empleo. Esto excluye a personas que, por ejemplo, están incapacitadas temporal o permanentemente, o que se encuentran internadas en instituciones. La disponibilidad no implica necesariamente la búsqueda activa inmediata de empleo, pero sí la disposición a aceptarlo en caso de una oferta adecuada.

  3. Buscando empleo activamente: Este es un punto crucial. No basta con estar sin trabajo y disponible; la persona debe estar realizando acciones concretas para encontrar un nuevo empleo. Esto puede incluir la búsqueda en portales de empleo online, la asistencia a entrevistas de trabajo, la inscripción en agencias de colocación, el envío de currículums, la solicitud de financiación para la creación de una empresa propia, entre otras acciones. La intensidad de esta búsqueda varía según la persona y las circunstancias, pero la actitud proactiva es esencial.

Además de los tres puntos anteriores, existe una categoría a menudo menos considerada: las personas que han conseguido un empleo pero aún no han comenzado a trabajar. Estas personas, aunque ya han pasado por el proceso de selección y poseen un contrato laboral, se clasifican también como desempleadas hasta su efectiva incorporación al puesto de trabajo. Este matiz refleja la realidad de plazos de incorporación variables y situaciones donde el inicio del contrato se pospone.

En conclusión, definir a una persona como desempleada requiere un análisis más profundo que simplemente constatar la falta de un empleo. La disponibilidad para trabajar y la búsqueda activa de empleo son elementos esenciales para comprender la verdadera magnitud del desempleo y las políticas públicas necesarias para enfrentarlo. Es crucial tener en cuenta estos matices para entender la realidad socioeconómica de una población y diseñar estrategias efectivas de inclusión laboral.