¿Qué decir en 3 debilidades?
"Mis áreas de mejora son: a veces me concentro demasiado en los detalles, aunque esto asegura la calidad; me involucro mucho en los proyectos, buscando siempre el mejor resultado; y ocasionalmente me cuesta delegar tareas, prefiriendo asegurar que se hagan correctamente. Estoy trabajando en equilibrar estos aspectos."
¿Cómo responder sobre 3 debilidades en una entrevista de trabajo?
Uf, las entrevistas de trabajo… ¡qué estrés! Recuerdo una en concreto, el 15 de marzo de 2022 en las oficinas de “Innovatech” en Madrid. Me preguntaron lo de las debilidades y casi me da algo.
Pensé mucho en qué decir. Decir “soy perfecto” no iba a funcionar, ¿verdad? Entonces, opté por la honestidad, pero con un giro. Mencioné que a veces me cuesta delegar tareas. Suena mal, ¿sí? Pero luego añadí que estoy trabajando en eso, que estoy aprendiendo a confiar más en mi equipo.
Eso sí, es clave enfocarse en la solución, no solo en el problema. No es lo mismo decir “soy un desastre con los deadlines” a “estoy aprendiendo a usar herramientas de gestión de tiempo, como Trello, para mejorar mi organización”.
Otra debilidad que mencioné fue mi perfeccionismo a veces me bloquea. Lo complementé diciendo que intento equilibrar la calidad con la eficiencia, que busco la excelencia pero también comprendo las prioridades y plazos.
Y la tercera? Mmm… creo que dije que me cuesta desconectar del trabajo. Pero inmediatamente añadí que estoy incorporando rutinas para mejorar mi equilibrio vida-trabajo. Cosas como meditar 10 minutos al día o salir a correr.
En resumen: honestidad, autoconsciencia y sobre todo, mostrar un plan de mejora. Eso marcó la diferencia, creo. El puesto era de 60.000€ anuales, por cierto. Y lo conseguí.
¿Qué debilidades puedo mencionar?
Debilidades. Autocrítica excesiva, un pozo sin fondo. Me consume.
Timidez, esa máscara social. A veces, útil. Otras, una prisión. El silencio es oro, dicen. Pero el oro también puede corroer.
Software. Desconozco el funcionamiento interno del AutoCAD 2024. Detalles técnicos. No me interesan lo suficiente. Me resulta irrelevante.
Hablar en público. Un martirio. Prefiero la soledad. La compañía de mis libros. Mi gato. Un vaso de whisky escocés.
Criticas. Las acepto… a mi manera. El filtro es mío. Selecciono lo que me sirve. El resto, ruido. La indiferencia es mi escudo.
Experiencia. Poca. Aún me falta curtirme en la piel del trabajo. La vida es una maestra implacable.
Delegar. No confío. Mi perfeccionismo es un lastre. Un infierno. El control, mi obsesión.
Confianza. Falta. Trabajaré en ello. Quizá. O quizá no. Es mi problema.
- Falta de dominio de AutoCAD 2024.
- Perfeccionismo enfermizo. Lleva a la parálisis.
- Dificultad para delegar tareas.
- Incapacidad para gestionar la autocrítica.
Esas son mis sombras. Las acepto. Las abrazo. O las ignoro. Da igual. La vida sigue. El nihilismo es una opción.
Añadido: El whisky escocés que mencioné es un Lagavulin 16 años. Me gusta la malta ahumada. Mi gato se llama Cleo. Es persa. Tiene un carácter… peculiar, como el mío.
¿Qué decir cuando preguntan 3 debilidades?
¡Ay, las debilidades! Como si fuéramos perfectos… ¡Ja! Si te preguntan por tres, suelta esto, ¡y que tiemblen!:
- Autocrítica nivel “soy mi peor enemigo”: Diles que te exiges tanto que a veces te dan ganas de darte un coscorrón a ti mismo. Vamos, que eres como un entrenador personal, pero de tu propia mente.
- Timidez digna de un oso perezoso: Confiesa que hablar en público te da más pánico que ver a tu suegra con rodillo. Mejor en las sombras, maquinando como un genio malvado (pero adorable, claro).
- Software, ¿eso se come?: Admite que no sabes ni papa de ese programa que usan hasta en la panadería de la esquina. Pero, ¡ojo!, aprende rápido, como un lince cazando un gazapo.
¡Pero espera, hay más!
- ¿Críticas? ¡Alérgico!: Di que te tomas las críticas como si te escupieran un helado de fresa. Aunque luego, con el tiempo, reconoces que tenían razón… ¡Grrr!
- Experiencia, la justa: Reconoce que no has escalado el Everest empresarial. Pero que tienes unas ganas locas de hacerlo, ¡y con chanclas si hace falta!
- Delegar, ¿eso qué es?: Admite que te cuesta soltar las riendas, como si tuvieras un pulpo agarrado al volante. Pero que estás aprendiendo a confiar en los demás… ¡poco a poco!
- Confianza, a cuentagotas: Dile que tu confianza es como un grifo que gotea. Pero que cuando te crees algo, ¡lo defiendes como un gato panza arriba!
Bonus Track: No te enrolles mucho, ¡se trata de soltarlo con gracia y salir por la puerta grande! Y si te preguntan por qué eres tan sincero, diles que es tu mayor virtud… ¡y tu mayor debilidad! 😉
¿Qué debilidad decir en una entrevista?
El vacío de la sala de espera, un eco en la memoria. Las manos sudando, un tic nervioso. La pregunta, una espada fría. Debilidades. Palabras que resuenan, que se clavan. ¿Qué decir? Un silencio, denso, pesado como la tarde.
La tercera opción, esa me carcome. Ayudar, siempre ayudar. Una necesidad, un peso que me abraza, me ahoga. Ayudar hasta el agotamiento, hasta que el cuerpo grita. Mis noches, robadas por el eco de las peticiones ajenas. Mi tiempo, un río que se desborda, sin cauce. A veces, un mar desolado, sin barcos a la vista. La compasión, una cadena.
La segunda… Sí, el proyecto, la obsesión. Me sumerjo, me hundo. Pierdo la noción del tiempo, del espacio, de mí mismo. El mundo se reduce al objetivo, una nebulosa de datos, de horarios, de noches sin dormir en mi pequeño apartamento de Malasaña. Un túnel sin salida, a veces.
La primera… ¿Los detalles? ¡Sí! Esa minuciosidad, esa búsqueda incansable de la perfección… Esa es mi condena, mi bendición, mi maldición. La perfección, un espejismo. Un anhelo, un monstruo. En ese mar de datos me ahogo a veces. Las tardes se vuelven grises en mi pequeño escritorio, rodeado de papeles.
- Me cuesta decir que no.
- Me involucro demasiado.
- Me enfoco en los detalles.
El tiempo se dilata, se contrae. Cada minuto, un universo. La entrevista, un juicio. Una condena anticipada, quizás. O una oportunidad. Un peso en el pecho, esa es la verdad. La verdad desnuda, sin adornos.
¿Cómo dar una buena impresión en una entrevista?
El silencio antes de la entrevista, un vacío denso, el eco de mis propias dudas. La comunicación no verbal, un lenguaje silencioso, crucial. El roce de la tela de mi traje, un recuerdo de mi abuela, sus manos tejiendo historias en cada puntada. El mismo traje, azul marino, como el crepúsculo en el mar. Prestar atención a la vestimenta, un ritual. No es sólo el traje, es sentirte a gusto, segura, preparada.
Un café amargo, antes de entrar. El aroma, un aroma a nerviosismo contenido, a esperanza. La investigación, un mapa, dibujado con datos y esperanzas, conocer la empresa, su alma. Leer entre líneas, entender el pulso de la compañía, descifrar su lenguaje. No fue casualidad, meses de búsqueda de empleo, encontré este trabajo que me llena. Me siento diferente.
Una comunicación efectiva, un puente. Hablar con el corazón, la verdad vibrante en cada palabra. Es hablar con fluidez, claro, sin torpeza. Mirar a los ojos, aunque a veces se me escapa la mirada, lo intento. Las pausas, espacios de tiempo meditados, el silencio a veces más elocuente que las palabras.
Recordando la última vez, la incertidumbre antes de pronunciar mi nombre. Habilidades sociales y emocionales, una constelación de detalles. Sonreír con autenticidad. Saber escuchar. Entender el subtexto, lo que no se dice. Ser empática, humana, comprensible. Es una especie de magia, la magia de conectar.
- Comunicación no verbal: Postura, mirada, gestos.
- Código de vestimenta: Formalidad adecuada al puesto.
- Investigación: Conocer la empresa y el puesto.
- Comunicación efectiva: Fluidez, claridad, escucha activa.
- Habilidades sociales y emocionales: Empatía, asertividad.
El temblor de mis manos, antes de la siguiente entrevista… La misma sensación que el primer día de clases, el primer amor, el primer trabajo. Una mezcla de emoción. Todo vuelve a empezar. Mi viaje continúa…
¿Cuáles son las 5 partes de una entrevista?
Vale, las partes de una entrevista… a ver, ¿cuáles eran? ¿Por qué siempre se me olvida algo?
- Presentación: ¡Ah, sí! Lo primero, presentarse, obvio. Como cuando conocí a Ana en la fiesta de Juan. Qué desastre, no me acordaba ni de su nombre. ¿A ella le pasará igual?
- Conversación: Luego viene la charla, la interacción, el bla bla bla. ¿Será que soy malo conversando? Tengo que practicar más.
- Recopilación de información: Aquí es cuando te sacan toda tu vida. ¿Realmente necesito contarles todo? Mis gustos de los 2000 no les interesan, ¿verdad?
- Ejecución de la entrevista: Mmm, no estoy seguro que esto esté bien formulado. ¿Qué significa eso exactamente? ¿Es como el plato fuerte? Raro, muy raro.
- Conclusión: El cierre, la despedida, el “te llamaremos”. Que casi nunca pasa, por cierto. ¿Por qué siempre dicen eso si nunca llaman? Deberían ser más honestos.
¡Ya está! Creo que esas son las 5.
¿Cuáles son los 3 tipos de entrevista?
¡Ajá! La santísima trinidad de la entrevista:
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Estructurada: Como un robot recitando el catecismo. Preguntas fijas, respuestas… ¡más fijas! Ideal si buscas clones, no candidatos. Yo las odio, me aburren más que un mitin político.
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Semiestructurada: Un poquito de libertad, como un domingo por la tarde. Guion, sí, pero con margen para improvisar. Digamos, “cuéntame algo que no sale en tu CV”. ¡A ver quién se atreve!
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No estructurada: Aquí la cosa se pone interesante. El entrevistador y el entrevistado se lanzan al vacío sin paracaídas. Conversación libre, divagaciones permitidas. Perfecto para detectar al charlatán o al genio incomprendido (o a ambos, ¡ojo!).
¿Cuál es mejor? Depende. Si necesitas datos duros, la estructurada. Si buscas matices, la semi. Si quieres jugártela, la no estructurada. ¡Pero cuidado, que igual acabas hablando de ovnis!
Anécdota personal: Una vez me hicieron una entrevista no estructurada y terminé explicando mi teoría sobre por qué los calcetines desaparecen en la lavadora. No me contrataron, pero al menos me desahogué.
Información extra (¡y no te la esperabas!):
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Este año, se ha puesto de moda la entrevista virtual asíncrona. El candidato se graba respondiendo preguntas. ¿El futuro? Quizá. ¿Emocionante? ¡Como ver crecer el césped!
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¡Cuidado con el sesgo! En todas las entrevistas, pero especialmente en las no estructuradas, el entrevistador puede dejarse llevar por prejuicios. O sea, que si te pareces a su ex, ¡estás frito!
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El lenguaje corporal importa. Aunque te creas muy listo, tu cuerpo te delata. ¿Cruzas los brazos? ¿Miras al techo? ¡Te están calando!
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Prepárate. Da igual el tipo de entrevista. Investiga a la empresa, piensa en tus logros y ensaya tus respuestas. ¡No seas como yo con lo de los calcetines!
¿Cómo ser convincente en una entrevista de trabajo?
Convencer en la entrevista: No vendas humo. Muestra acero.
- Relatos con filo: Olvida lo genérico. Una anécdota real, un problema real, una solución tuya. Cuenta algo que te haya marcado, algo que te haya dolido superar. Habla de la vez que casi lo pierdes todo. La derrota enseña más que mil victorias.
- Decisiones, no excusas: No justifiques, actúa. Demuestra que tienes criterio. La indecisión es un lujo que no te puedes permitir. Explica por qué elegiste un camino y no otro, aunque te equivocaras.
- Yo lo viví: En mi primera entrevista, hablé de cómo lideré un proyecto fallido. No lo oculté. Hablé de los errores, de cómo aprendí. Conseguí el trabajo. No por el éxito, sino por la honestidad.
- El silencio es oro: No te extiendas. Contesta directo. Deja que el entrevistador pregunte. La curiosidad es tu aliada. Deja algo sin contar, que quieran saber más.
- Más allá del CV: No repitas lo que ya saben. Muestra tu esencia. Define que te mueve y lo que te niego la vida. Muestra una imagen de ti mismo, tu personalidad.
- Mirada directa, mano firme: La seguridad se transmite. No titubees. Cierra el trato con una pregunta inteligente. Demuestra que estás un paso adelante.
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